Las Guerras Macedonicas - Parte 1 ⚔

ROMA MARCHA HACIA EL ESTE


Los humanistas emplearon mucho una sentencia: “todo lo que se puede hacer, decir o pensar, lo han hecho, dicho o pensado ya los griegos”. Y en efecto, gran parte de nuestros problemas y cuestiones ya se les presentaron a los antiguos helenos, que buscaron soluciones a los mismos con mayor o menor fortuna. De hecho, una parte esencial de nuestra cultura proviene de las respuestas que los griegos dieron a esas cuestiones. ¿Podemos entonces buscar respuestas a nuestras incógnitas actuales en la historia griega? ¿Podemos trasladar esos resultados a nuestros tiempos? No, pero esa historia tiene una gran ventaja sobre la nuestra: está acabada. No está de más ver ese drama histórico desde el principio hasta el final. Quizás podamos reconocer las posibles opciones que se nos abren, y observar los resultados previsibles de las distintas respuestas que podamos dar a nuestros dilemas.

¿Puede el azar del futuro de Europa vislumbrarse en los caminos recorridos por Roma y Grecia? Como entonces, un foco de alta cultura en decadencia, antes Grecia, ahora Europa –quizás el mismo sujeto a lo largo de los siglos– intenta superar su fragmentación política y sus rivalidades a través de una confederación, o federación, o unión, o como queramos llamarla. Y como entonces, la principal potencia mundial, antes Roma, ahora EEUU, está interesada, o al menos eso parece, en que esa unión llegue a buen puerto, siempre, claro está, bajo su dirección militar y estratégica en la política mundial. ¿Hasta qué nivel es aceptable la hegemonía de una gran potencia? ¿Hasta qué punto una confederación, superior culturalmente, puede soportar esa tutela? ¿Debemos por tanto conformarnos con elucubrar sobre el futuro y esperar simplemente la sucesión de acontecimientos?

Para tratar de encontrar una respuesta a esas interrogantes veamos entonces como, por primera vez Roma se enfrentaba al poder de Macedonia, un poder en ascenso contra otro ya firmemente establecido.

Cualquier estudio de las Guerras Macedonicas requiere de un examen mas amplio de la situación político-diplomática del área del Egeo y también del Mediterráneo oriental, dado que es el punto de partida de una actividad diplomática romana que absorberá una buena parte de los siglos I y II a. C. Sobre todo, porque los hechos que tienen relación con este conflicto son irrelevantes si no se intenta estudiarlos dentro de la gran problemática que fue el dominio de la geopolítica en la región.

Historiadores como Mommsen, Holleaux y otros han sostenido que fue la necesidad de defenderse lo que impulso a los romanos a librar la Primera Guerra Macedonica, afirmación bastante discutible a juzgar como se dieron los acontecimientos.

En poco menos de un siglo Roma fue ocupando y absorbiendo el mundo griego dentro de su Imperio. Pero no lo hizo sin encontrar fuertes resistencias de la civilización helenística, orgullosa de su historia y de sus tradiciones. Los griegos, enfrascados en sus luchas internas, descubrieron un nuevo poder en occidente al que inicialmente pensaron utilizar en su propio beneficio como siglos antes habían hecho con el Imperio Persa y mas recientemente con el Egipto Ptolemaico.


Preludio:


En los últimos años del reinado de Antigono Doson, Grecia disfrutaba de una merecida paz (impuesta por el propio Antigono después de la batalla de Salesia), el poder de Macedonia era reconocido sin discusión en la península y los únicos que podían hacer ya sombra u oponerse a la supremacía macedonia, la Liga Etolia, se encontraban en una prudente inactividad fruto del acuerdo impuesto por el rey macedonio.

La muerte de Antigono, acaecida en algún momento del año 221 a. C. llevo al trono de Macedonia a su sobrino el joven Filipo V, fue ese el momento esperado por los belicosos etolios para mover sus fichas. Se destino entonces a las tierras de Phigalea (una ciudad confederada a los etolios en Arcadia, Peloponeso) una fuerza de combate al mando del joven y ambicioso Dorimaco Triconense que, establecido en el lugar, se dedico a espiar lo que sucedía en la región. La presencia de este personaje atrajo al lugar a gran numero de piratas y gente de baja calaña que, pese a la paz general a la que estaban todos obligados, se dedicaron a hacer correrías en las tierras de los mesenios, si bien en un principio de baja intensidad, poco a poco fueron subiendo de tono, al final, a estas tropelías se habían sumado hasta los propios soldados de Dorimaco. Llegados a este punto, los mesenios enviaron una protesta ante el general etolio, mas este dejo seguir haciendo pues de esta forma mantenía a sus soldados animados por el saqueo ademas de la considerable parte del botín que bajo mano se quedaba. No obstante, las quejas de los embajadores mesenios no dejaron de sucederse pues la actividad de los merodeadores no solo no se reducía, sino que mas bien aumentaba, finalmente Dorimaco se vio impulsado a acudir ante la asamblea mesenia para tratar de tranquilizar los ánimos.

No debía ser este Dorimaco un buen diplomático, pues parece que en presencia de la asamblea de los mesenios no solo negó las acusaciones que se le hacían de connivencia con los bandidos si no que incluso llego a hacer mofa de los daños que ocasionaban e incluso insulto a mas de un diputado local. Aquella misma noche, los saqueadores llegaron a pie de las mismas murallas de Mesenia causando de nuevo a su paso numerosos estragos. Al día siguiente se acordó detener al propio Dorimaco quien, pese a amenazar a los mesenios con tener que enfrentarse al poder de Etolia, cedió ante la evidencia de que su vida podía correr algún peligro, fue libertado entonces seguramente comprometiéndose a poner fin a las actividades de los merodeadores. Vuelto después a Etolia, Dorimaco movería, en venganza, a la guerra total contra los mesenios.


Fue este el principio de una nueva guerra general en Grecia en la que pronto se verían implicados casi todos los pueblos de la región, para los griegos la llamada Guerra Social...

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