Señores de la Guerra: Hindenburg y Ludendorff 💢💢

El mariscal de campo Paul von Hindenburg y su “Quartermaster” el general Erich Ludendorff fueron los símbolos de la fortuna alemana en la Gran Guerra (1914-1918). Ambos llevaron a la práctica el concepto de La Guerra Total en su aplicación más pura y extrema. Fueron, junto al general Max Hoffman, los autores de la trascendental victoria en Tannenberg en agosto de 1914, cuando las fuerzas alemanas en el frente oriental destrozaron a los dos ejércitos rusos invasores que amenazaban la retaguardia del Reich y se convirtieron en piezas clave para la derrota y rendición, y podríamos decir que también la desaparición, del Imperio Ruso de los Romanov.


Pero también estuvieron profundamente involucrados en la secuencia de desastres que obligaron a Alemania a solicitar el armisticio en el otoño de 1918.

Hindenburg y Ludendorff eran caudillos en el sentido más literal. En los últimos meses de 1917, eran los hombres más poderosos de Alemania. El aparato militar que controlaban sujetaba al Imperio Alemán con puño de hierro. Ningún político, ni siquiera el propio Káiser, podía desafiar su preeminencia.

La explicación para esta simbiosis, sin paralelos en la historia, radicaba en la química única que había entre ambos personajes. Ludendorff era un nervioso y adicto al trabajo propenso a cambios de humor violentos. Llegó a sufrir tanto estrés emocional e insomnio durante la última fase de la guerra que se le tuvo que imponer un régimen de rutinas de relajación que incluía el canto de melodías populares y la contemplación de las flores.

Hindenburg, por el contrario, era una figura imponente y carismática con bigotes erizados y una cabeza casi rectangular; irradiaba calma y confianza en todo momento. Ludendorff fue el táctico y estratega más brillante, así como uno de los mejores organizadores militares que el mundo haya conocido, pero Hindenburg fue el comunicador más talentoso. Ludendorff trabajó como una mula detrás de escena, pero se contentó con ver a Hindenburg emerger como una figura de adulación nacional. Fue una asociación sumamente efectiva en tiempos de guerra. Ludendorff fue la fuerza motriz de ésta y Hindenburg el factor de equilibrio. La naturaleza más tranquila del hombre mayor sirvió como correctivo para el temperamento ansioso del menor, a la vez más brillante y menos estable. Ludendorff podía soportar la tensión de la responsabilidad cuando las cosas iban bien, pero en momentos de crisis era susceptible a la distracción nerviosa; Hindenburg conservó una impasividad estoica ante el triunfo y el desastre. Juntos formaron la combinación militar más sorprendente de la historia.

Un Hindenburg tranquilo y a un Ludendorff en lo suyo, analizando mapas y trazando estrategias.

Con una efectividad impresionante, Hindenburg y Ludendorff usurparon el poder sobre el estado alemán. Explotaron su posición en la cúspide de las fuerzas alemanas en el frente oriental para ahuecar la autoridad del ejecutivo civil. Repetidamente chantajearon al Káiser para que aprobara todos sus proyectos. Una vez establecidos en el comando supremo, eliminaron a los políticos moderados más prominentes y los expulsaron de la vida pública, hasta que no quedó nadie que pudiera hacer frente a su dictadura. Sin embargo, al reclamar estos poderes supremos, no eran accionados por la ambición personal. Ambos eran despiadados y arrogantes, pero no personalmente ambiciosos. La suya fue una voluntad dinámica de fanáticos, que conducen directamente a su objetivo sin pensar en aquellos que se interponen en su camino.

Paul von Beneckendorff und von Hindenburg
(Posen, 2 de octubre de 1847 - Neudeck, 2 de agosto de 1934) 

Inmersos en la obediencia disciplinaria de la tradición militar, consideraban a Alemania como una gran máquina que respondía a su voluntad y no como un organismo industrial altamente sensible y complejo, y le exigían la misma disposición para lograr la victoria completa que consideraban inherente. De esta manera, en el frente interno, las duras políticas del liderazgo militar produjeron privación y descontento generalizado. Para empeorar las cosas, después de haber prolongado la guerra en busca de una victoria quimérica de conquista, ambos Señores de la Guerra se negaron a aceptar la responsabilidad de la derrota alemana, la rendición alemana o la paz resultante. En cambio, extendieron el mito de que las fuerzas armadas de Alemania habían sido “apuñaladas por la espalda” por la izquierda política en el país.

Erich Friedrich Wilhelm Ludendorff
(Kruszewnia, Prusia, 9 de abril de 1865-Múnich, 20 de diciembre de 1937)

Fue esta obstinada convicción la que privó a Alemania de los servicios de sus dos estadistas más ilustrados en tiempos de guerra, Bethmann-Hollweg y Kuhlmann, quienes fueron sacrificados por el Káiser para satisfacer a los jefes de su estado mayor. Los resultados de tal situación no podían ser sino desastrosos, ya que mientras el genio estratégico del comando supremo estaba logrando éxitos militares, su ineptitud política impidió que estos éxitos fueran explotados diplomáticamente.

Por ejemplo, en el verano de 1917, Michaelis, el canciller títere cuyo nombramiento Ludendorff e Hindenburg habían ideado como sucesor de Bethmann-Hollweg, rechazó una oferta de mediación por parte del Papa, simplemente porque el comando supremo se negó a considerar la restauración de la independencia belga.

Usaron el poder a sus órdenes con un efecto desastroso. Quizás el peor error de todos fue la decisión de empujar al gobierno a declarar una guerra submarina irrestricta en enero de 1917. Este gesto finalmente inútil llevó a los Estados Unidos a la guerra y condenó a Alemania a ser derrotada por sus enemigos. Otro error grave fue la anexión, a través de la Paz de Brest-Litovsk, de los vastos territorios orientales que inmovilizó la escasa mano de obra y los recursos que tanta falta hacían en su patria. Además, las duras condiciones impuestas a los rusos le mostro a los aliados el tipo de paz que podrían esperar de una Alemania dominada por el comando supremo, y les confirmó su creencia de que la guerra debía librarse hasta el final para lograr la derrota alemana.

Después del colapso de las fuerzas armadas imperiales en 1918, Ludendorff mostró su verdadero temple al huir del país disfrazado. Más tarde se repatrió a Baviera, donde se involucró en el oscuro mundo sectario de la extrema derecha. Después de haber colaborado brevemente con Hitler a principios de la década de 1920, se dejó llevar por la fantasía racista nórdica. Hindenburg, por otro lado, hizo una segunda carrera brillante: siempre había sido el operador político más eficiente de los dos. Aunque era un convencido monárquico, hizo las paces con la nueva élite política republicana y fue elegido presidente en 1925. En enero de 1933, el hombre a quien el Káiser había designado para salvar a Alemania le paso esa misión a un ascendente político de origen austríaco, pero esa historia ya la conocemos...

🌐 Fuentes:

"La Diplomacia Secreta Durante las dos Guerras Mundiales", Jacques De Launay, 1966
www.vqronline.org
es.wikipedia.org
www.telegraph.co.uk
www.britannica.com

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Jantipo el espartano vencedor de los romanos ⚔

Jantipo de Lacedemonia, también conocido como Jantipo de Cartago, fue un general mercenario de origen espartano empleado por Cartago durante la Primera Guerra Púnica. Dirigió al ejército cartaginés en la exitosa defensa de sus posesiones africanas, entrenando previamente a los soldados púnicos hasta alcanzar un nivel profesional con lo que pudieron derrotar a los romanos en la Batalla de Bagradas o Túnez, destruyendo a la fuerza expedicionaria romana y capturando al cónsul romano Marco Atilio Regulo en el 255 a. C.

Jantipo, ilustración de Kirill Kanaev.

Diodoro nos dice que Jantipo era el líder de una pequeña banda de mercenarios espartanos reclutados por Cartago durante la guerra. Polibio añade que llamó la atención de los líderes cartagineses cuando criticó el comportamiento de sus generales, argumentando que eran ellos, y no los romanos, los que habían habían causado la debacle cartaginesa. La élite de Cartago alarmada por las recientes derrotas de sus generales nativos, hizo caso a sus palabras y lo pusieron al mando de su ejército. A pesar de la preocupación inicial entre los cartagineses de que Jantipo no estaría a la altura de la tarea, éste seria capaz de transformar al ejército cartaginés, conformado en su mayor parte por ciudadanos, ya que la mayoría de mercenarios se hallaba en Sicilia, en una moderna fuerza de combate acorde a los métodos de batalla helenísticos y sobretodo influyendo de confianza en sus hombres convenciéndolos que podían enfrentarse de igual a igual con los temibles legionarios romanos.

Como soldado mercenario de experiencia, Jantipo además de enseñar nuevos métodos de combate le dio confianza en sí mismo al infante púnico.

Polibio atribuye a Jantipo la creación del moderno despliegue cartaginés a partir de la batalla de Túnez (Bagradas). Colocó a los ciudadanos en el centro en formación de falange, con los mercenarios sosteniendo el flanco derecho. Dispuso que los elefantes fueran colocados "a una distancia adecuada" por delante de la falange, y su caballería en las alas con el apoyo de más infantería mercenaria, donde pudieron usar su superioridad numérica para abrumar a sus homólogos romanos y atacar los flancos romanos. Como sabemos la batalla termino en una aplastante victoria púnica con casi todas las fuerzas enemigas destruidas.

Batalla de Bagradas o Túnez. Los elefantes del ejército púnico hacen estragos en las líneas romanas.

Después de su victoria, Polibio dice que Jantipo navegó a Grecia. Diodoro en cambio da cuenta de su muerte. Según él, después de la batalla de Túnez (Bagradas), Jantipo fue enviado a Sicilia para defender la ciudad de Lilibeo, que era asediada por los romanos. Inspiró coraje y dirigió un ataque derrotando a los sitiadores. Celosos de su éxito, y creyéndose liberados de la amenaza romana, los senadores cartagineses lo licenciaron y le dieron un barco que supuestamente se hundió en el mar en su viaje a casa. John Lazenby argumenta que esta historia es completamente inverosímil, afirmación respaldada por el informe de un Jantipo siendo hecho gobernador de una provincia recién adquirida por Ptolomeo Evergetes de Egipto en 245 a. C. Además, está respaldado por la afirmación de Polibio de que Jantipo regresó directamente a Grecia en lugar de detenerse en Lilibeo.

Silio Italico afirma que tres hijos de Jantipo, llamados Jantipo, Eumaco y Critias, sirvieron bajo el mando de Aníbal como soldados mercenarios de caballería y murieron en la Batalla de Ticino.
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Los tres primos emperadores y los celos 😒👑

La Guerra de los Ducados (1864), que enfrentó a Prusia y Austria contra Dinamarca, fue uno de los primeros pasos llevados a cabo por Bismarck para unir a toda Alemania. Y si bien el éxito le sonrió al final, es posible que una de las consecuencias a largo plazo de ese conflicto halla sido fundamental a la hora de definir el frágil equilibrio europeo.

Los 3 primos de rango imperial

El monarca danés Cristian IX (1818 - 1906), apodado "El suegro de Europa", tenia por costumbre reunir a toda su familia en las vacaciones en una de sus residencias veraniegas; allí acudían sus dos hijas Alexandra y Dagmar que estaban muy unidas y que pronto empezaron a llevar a sus retoños. Entre los hijos de ambas se hallaban dos muchachos que guardaban un gran parecido físico entre sí y que desde muy pequeños hicieron una gran amistad. Esto no tendría nada de extraordinario si no fuera por el hecho de que los dos estaban destinados a convertirse en monarcas, Jorge V de Gran Bretaña y en el zar Nicolás II de Rusia.

Así mismo en estas vacaciones danesas, estaban excluidos todos aquellos que formaran parte de la clase dirigente del nuevo Imperio Alemán. El motivo era que Dinamarca había sido una de las grandes perjudicadas del proceso de unificación alemana, en el que pasaron a formar parte del imperio germano las antiguas posesiones danesas de Schleswig-Holstein. Además, entre los invitados regulares a las vacaciones de la familia real danesa se encontraban los miembros de otras casas reales de los antiguos estados independientes que habían sido incorporados o absorbidos en el proceso de unificación alemana.

Como consecuencia de todo ello, cualquier miembro de la familia real alemana (Hohenzollern) era persona "no grata" en Dinamarca. Esto incluía al heredero de la corona Federico, su esposa la inglesa Victoria y al hijo de ambos, el futuro káiser Guillermo II. Así, este se vio excluido del círculo de amistades formados por sus dos primos británico y ruso, a lo que se unió un complejo de amor-odio hacia su madre Victoria que Guillermo trasladó a todo lo relacionado con Gran Bretaña.

El rey Cristián IX de Dinamarca con su familia en el Palacio de Fredensborg en 1883 de Laurits Tuxen, en la imagen podemos ver a sus poderosos yernos y entre los jóvenes a 2 de los primos hermanos "Georgie" y "Nicky"

Con el tiempo, por razones geográficas, el Káiser mantuvo mas cercanía con su primo ruso, pero cuando había una reunión de familia en algún lugar de Europa, aparte de Dinamarca, veía con celos como su primo ruso prefería la compañía de su primo británico. El ultimo ejemplo de esto fue cuando se reunieron en la boda de la hija de Guillermo en Berlín (1913). Durante la cena de gala, fue extraño y hasta gracioso ver a Nicolás y Jorge tratando de deshacerse de Guillermo para quedarse a solas y éste, celoso y desconfiado, interrumpiéndolos todo el rato.

Era un vivo reflejo de lo que sucedía entre sus imperios ad portas de la Gran Guerra.

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Churchill y el arte del insulto 🎩🚬

Winston Churchill además de haber sido Primer Ministro del Reino Unido, dos veces, y uno de los lideres aliados durante la Segunda Guerra Mundial, es considerado uno de los mejores oradores y escritores del siglo XX. Destacándose entre muchas cosas por 'sazonar' sus discursos con frases generalmente dirigidas a sus oponentes. Razón por la cual se le conoció como “la víbora de Downing Street” (calle donde quedaba la residencia del Primer Ministro). Sea con frases indirectas u otras muy directas, como se dice 'a la yugular', el inglés fue un auténtico maestro de la injuria elocuente.


Veamos.

Célebres fueron sus diatribas contra Neville Chamberlain y su política conciliadora antes de la Segunda Guerra, como por ejemplo dijera alguna vez: “En las profundidades de esa alma polvorienta [la de Chamberlain] no hay sino la más abyecta perdición… contempla los asuntos exteriores desde el interior de un cloaca municipal…”, o está otra, “...Un apaciguador es alguien que alimenta al cocodrilo, esperando que se coma a otro antes que a él”, además de la famosa “le dieron a elegir entre la guerra o la deshonra, eligió la deshonra y ahora también tendrá la guerra”.

Para referirse al primer ministro Attlee empleaba estos otros calificativos: es “un cordero con piel de cordero”. Bastante sutil. En otra ocasión para describir a su rival político dijo: “es un hombre modesto con buenas razones para serlo” o un chascarrillo como “Un taxi vacío se detuvo en Downinng Street. De él bajo Clement Attlee”, bastante fino.

Siempre tuvo 'las precisas' para sus colegas en la política. Con respecto a Sir Stafford Cripps, dijo: “Tiene todas las virtudes que desprecio y ninguno de los vicios que admiro”. Hablando del político conservador Stanley Baldwin, Churchill dijo: “Baldwin no hace mal a nadie, pero habría sido mucho mejor para Inglaterra si él nunca hubiese nacido”. Un poco fuerte quizás. En otra ocasión, hablando de un joven diputado liberal que se unía al Partido Laborista, dijo: “Es la primera vez en mi vida que veo una rata nadando hacia un barco que se hunde”.

Para repartir 'elogios', no hacía distinciones, con Lady Astor, la primera mujer miembro del parlamento inglés, tuvo este memorable cruce de palabras. Decía ella: “Si fuera usted mi marido, endulzaría su café con veneno”…Él ni corto ni perezoso le replicó: “Estimada señora, si yo fuera su marido, ¡me lo bebería!”. Demoledor.

En otra oportunidad, Bessie Braddock lo acusó de acudir borracho al Parlamento, “Usted está borracho. Más aún, usted está horriblemente borracho” Churchill contestó: “Usted es fea. Más aún, usted es horriblemente fea. Pero cuando yo despierte mañana estaré sobrio, y usted seguirá siendo fea”. No hacen falta comentarios.

Durante la guerra, era conocida la 'cordial' relación que mantuvo con Charles De Gaulle. En una de las reuniones mantenidas entre ambos estadistas, el general francés se empeñaba en que se llevara a cabo una operación de resultado claramente incierto, pero de un elevado coste financiero. El británico se negó una y otra vez, entre otras cosas porque tenía en mente otros planes que no quería revelar. Así que toda su negativa obstinada se tuvo que centrar en el alto coste de los planes que De Gaulle proponía. Este, exasperado, le espetó: “Los británicos parece que solamente están dispuestos a luchar por dinero, mientas nosotros los franceses lo hacemos por la dignidad y el honor”. Churchill, le miró unos segundos en silencio y finalmente le contestó: “Claro, cada uno pelea por lo que le falta…”. Directo a la mandíbula.

Para no hacer muy largo el post. 'La de estribo' (la última). Resulta que el escritor Bernard shaw, 'muy amigo suyo', envió a Churchill dos entradas para la noche de estreno de su obra teatral, “una para usted, y otra para un amigo, si es que lo tiene”. De inmediato Winston le contestó, devolviendo las dos entradas, junto a una nota en la que lamentaba no poder asistir la primera función: “Pero me gustaría tener entradas para la segunda”, continuaba, “si es que la hay…”.
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