Winston Churchill además de haber sido Primer Ministro del Reino Unido, dos veces, y uno de los lideres aliados durante la Segunda Guerra Mundial, es considerado uno de los mejores oradores y escritores del siglo XX. Destacándose entre muchas cosas por 'sazonar' sus discursos con frases generalmente dirigidas a sus oponentes. Razón por la cual se le conoció como “la víbora de Downing Street” (calle donde quedaba la residencia del Primer Ministro). Sea con frases indirectas u otras muy directas, como se dice 'a la yugular', el inglés fue un auténtico maestro de la injuria elocuente.
Veamos.
Célebres fueron sus diatribas contra Neville Chamberlain y su política conciliadora antes de la Segunda Guerra, como por ejemplo dijera alguna vez: “En las profundidades de esa alma polvorienta [la de Chamberlain] no hay sino la más abyecta perdición… contempla los asuntos exteriores desde el interior de un cloaca municipal…”, o está otra, “...Un apaciguador es alguien que alimenta al cocodrilo, esperando que se coma a otro antes que a él”, además de la famosa “le dieron a elegir entre la guerra o la deshonra, eligió la deshonra y ahora también tendrá la guerra”.
Para referirse al primer ministro Attlee empleaba estos otros calificativos: es “un cordero con piel de cordero”. Bastante sutil. En otra ocasión para describir a su rival político dijo: “es un hombre modesto con buenas razones para serlo” o un chascarrillo como “Un taxi vacío se detuvo en Downinng Street. De él bajo Clement Attlee”, bastante fino.
Siempre tuvo 'las precisas' para sus colegas en la política. Con respecto a Sir Stafford Cripps, dijo: “Tiene todas las virtudes que desprecio y ninguno de los vicios que admiro”. Hablando del político conservador Stanley Baldwin, Churchill dijo: “Baldwin no hace mal a nadie, pero habría sido mucho mejor para Inglaterra si él nunca hubiese nacido”. Un poco fuerte quizás. En otra ocasión, hablando de un joven diputado liberal que se unía al Partido Laborista, dijo: “Es la primera vez en mi vida que veo una rata nadando hacia un barco que se hunde”.
Para repartir 'elogios', no hacía distinciones, con Lady Astor, la primera mujer miembro del parlamento inglés, tuvo este memorable cruce de palabras. Decía ella: “Si fuera usted mi marido, endulzaría su café con veneno”…Él ni corto ni perezoso le replicó: “Estimada señora, si yo fuera su marido, ¡me lo bebería!”. Demoledor.
En otra oportunidad, Bessie Braddock lo acusó de acudir borracho al Parlamento, “Usted está borracho. Más aún, usted está horriblemente borracho” Churchill contestó: “Usted es fea. Más aún, usted es horriblemente fea. Pero cuando yo despierte mañana estaré sobrio, y usted seguirá siendo fea”. No hacen falta comentarios.
Durante la guerra, era conocida la 'cordial' relación que mantuvo con Charles De Gaulle. En una de las reuniones mantenidas entre ambos estadistas, el general francés se empeñaba en que se llevara a cabo una operación de resultado claramente incierto, pero de un elevado coste financiero. El británico se negó una y otra vez, entre otras cosas porque tenía en mente otros planes que no quería revelar. Así que toda su negativa obstinada se tuvo que centrar en el alto coste de los planes que De Gaulle proponía. Este, exasperado, le espetó: “Los británicos parece que solamente están dispuestos a luchar por dinero, mientas nosotros los franceses lo hacemos por la dignidad y el honor”. Churchill, le miró unos segundos en silencio y finalmente le contestó: “Claro, cada uno pelea por lo que le falta…”. Directo a la mandíbula.
Para no hacer muy largo el post. 'La de estribo' (la última). Resulta que el escritor Bernard shaw, 'muy amigo suyo', envió a Churchill dos entradas para la noche de estreno de su obra teatral, “una para usted, y otra para un amigo, si es que lo tiene”. De inmediato Winston le contestó, devolviendo las dos entradas, junto a una nota en la que lamentaba no poder asistir la primera función: “Pero me gustaría tener entradas para la segunda”, continuaba, “si es que la hay…”.