La Guerra de los Incas contra el Gran Chimú - Parte 4

Iniciadas las hostilidades fueron los chimus quienes hicieron el primer movimiento intentando ocupar mejores posiciones defensivas mas al sur de sus fronteras en el valle de Pativilca, así pues, el general Querrotumi avanzo con su tropas hacia los valles de Chancay y Carabayllo con la esperanza de sorprender al ejercito incaico. Sin embargo, el auqui (principe) Tupac Yupanqui ya tenia 30,000 hombres avanzando en apoyo de los chancay, sus aliados, lo que obligo a las tropas chimú a replegarse hacia la fortaleza de Paramonga donde esperarían el asalto quechua, era aproximadamente el año 1462.
La fortaleza de Paramonga representaba el primer escollo para los ejércitos quechuas, fue aquí donde los chimus lucharon encarnizadamente, sin tener la más mínima intención de ceder ante el poder Inca. Luego de medir fuerzas en los primeros asaltos la victoria temporal fue para los hombres de Querrotumi. Ante esto Tupac Yupanqui pide refuerzos a Pachacutec; la llegada posterior de 20,000 hombres adicionales ademas de otros miles aportados por los antiguos enemigos de los chimus (Cuismanco y Chuquismanco), reforzando a las tropas incas, dieron un giro a la situación que obligó a los chimus a retirarse de este valle hacia Huarmey.

En este punto el Chimú Capac Minchan Caman debió sentirse alarmado por la derrota de sus tropas en Paramonga y sobretodo por lo que ocurría en las tierras de su aliado el cuismanco Caxamarca, donde las tropas aliadas se veían cada vez mas en inferioridad ante las tropas incaicas y retrocedían hacia la capital, la ciudad de Caxamarca.

Así, inversamente a lo que hubiera ocurrido en la costa, cuando en el territorio de Caxamarca llegó el momento del enfrentamiento, los costeños, es decir, la mayoría de quienes defendían sus posiciones, lo hacían en terreno y clima que les eran extraños. Y los invasores, en cambio, estaban en un hábitat que les resultaba muy familiar.


Los estrategas quechuas, pues, no sólo no concedieron ninguna ventaja táctica ni estratégica, sino que, hábilmente, obligaron a sus adversarios a sacrificar las suyas.


El valle del Santa y la muralla de Mayao


Las enormes bajas de los chimú en la batalla de Paramonga harían que estos se replieguen hasta Huarmey. Pero el incansable Tupac Yupanqui, los empujó hasta Casma, y de Casma no dejó de refocilarse con las pequeñas escaramuzas que ofrecían los chimú sino hasta sofocarlos y hacerlos huir hacia el valle de los pescadores de Santa, donde se encontraba, según Larco Hoyle, la muralla más importante de todo el territorio peruano, habitada por una raza pura de belicosos y astutos lugareños, quienes lucharían no por aferrarse a sus placeres mundanos, ni por rendirle tributo al soberano Minchan Caman, sino más bien por amor a su hermosa tierra, a su río y a sus playas, quedando registrados en la historia y las tradiciones como los heroicos guerreros Mayao.


Mayao puede significar dos cosas, río o muerte, traducido al quechua o al aymara respectivamente, cuestiones aún no esclarecidas por la historia. Pero partiendo del misterio de su etimología podemos estar seguros del caudaloso río de muerte que produjo su confrontación contra los incas que ni el mismo Tupac Yupanqui la hubiera imaginado.

Con cerca de 14 guarniciones o fuertes militares los aguardaron dentro de la Gran Muralla Santa, (otrora construida y habitada por los mochicas). Dicha muralla contaba con más de 65 kilómetros de largo aprox. y una altura estimada de 3 metros, la cual en toda su extensión estaba custodiada por 50 fortalezas.


Minchan Caman había ordenado llevar a los mejores hombres de todo su imperio a la Gran Muralla, lugar que consideraba como su último baluarte y bastión de protección. Llegado el día, en que los pescadores usaron sus lanzas de caza como lanzas de guerra y sus redes de pescar como genuinas trampas para generar la confusión al enemigo, la contingencia de ambos cuerpos se haría una sola a la larga espera de una victoria. Cuenta Garzilaso que “resistieron muchos días la pujanza de sus contrarios; sin reconocerles ventaja, hicieron tan buenos hechos, que ganaron honra y fama de sus propios enemigos”.


Durante la batalla, el valle populoso de Santa demostró no sólo ser un pueblo de pescadores, sino, parafraseando a Cieza de León, una tierra de “grandes capitanes y señores naturales”, los cuales luchando con pasión y empeño obligaron que el Auqui Yupanqui pidiera nuevamente refuerzos del Sapa Inca, nada más y nada menos que de otros 20 mil hombres.


La resistencia ofrecida por los habitantes del valle y por los refuerzos enviados desde Chan Chan hicieron surgir esperanzas de victoria en el Chimú Capac, tan es así que manifestó a sus hombres que si la resistencia se alargaba mas tiempo los invasores quedarían agotados al pelear en un territorio tan ajeno al suyo.


Sin embargo, para desazón del líder chimú, los soldados quechuas persistían en su asedio, esto, y la llegada de los refuerzos enviados desde el Cusco echaron por tierra las esperanzas de victoria. De esta manera, el príncipe Inca, con la supremacía cuantitativa, al fin logró, a muy duras penas, tomar posesión del valle de los más aguerridos guerreros chimú, no quedándole mas remedio a los defensores que retirarse a la capital.


Fuentes:

Alfonso Klauer: El Condor Herido de Muerte
Garzilaso de la Vega: Comentarios Reales
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La Guerra de los Inca contra el Gran Chimú - Parte 3

Hace más de 550 años las huestes del Gran Chimú, se aprestaron a presentar batalla en las tierras del valle del río Santa.
Su rey, el altivo monarca, Minchan Caman, con los nervios conturbados y los pelos erizados dirigía a sus mejores tropas hacia el sistema de fortificaciones más importante de los tiempos precolombinos, ahí los Mayao, el pueblo originario de la región, a la sombra de la Muralla del Santa se preparaban para encarar heroicamente al formidable ejército del Hatun Auqui, el conquistador Túpac Yupanqui.

Sistema defensivo Chimú


La muralla de Mayao, como también se le conoce, nace cerca del mar y se interna a los andes por el valle del río Santa (antiguamente conocida como Mayao) trascurre sobre cerros y quebradas. Esta muralla de adobe y piedra, con una altura promedio de 3 metros, está situada en la ribera norte del río Santa tiene más de 66 km (aprox.) de largo fue construida por los mochicas y la usarón los chimús para protegerse del asedio de los Incas.



En 1932, pilotos de la fuerza aérea, reportaron sobre una muralla de "unos 70 kms. de largo". Con esos datos, una misión arqueológica de EEUU (Shipee-Jhonson) la comenzaría a estudiar. Desde el punto de vista arqueológico, la muralla de Mayao sigue siendo un misterio. Hay quienes afirman que fue una línea defensiva y limítrofe del reino Chimú anterior a las conquistas de Minchan Caman; otros la consideran un "camino". Es interesante constatar que 14 bastiones o fuertes, acompañan la muralla en su recorrido. Tales emplazamientos adoptan formas rectangulares y circulares.

La exploración más detallada de la muralla del Santa o Mayao fue realizada por J. C. Tello en 1938, en su tramo oeste. También se han ocupado de la muralla Gene Savoy (1970) y Carlos Castro (1977).


La Fortaleza de Paramonga



Construida sobre una colina en el valle del río Fortaleza, es la fortificación más importante y mejor conservada de todo el conjunto defensivo Chimú. Consta de una pirámide construida íntegramente en adobe formada por 4 plataformas macizas con recintos en la parte alta. Tiene un único acceso en la esquina sur. De muros rectos que forman plataformas pentagonales, tiene contrafuertes en cuatro de sus esquinas. Estos han sido vistos como bastiones, por ello se le atribuyó un carácter militar a esta estructura. Visto desde el aire, la pirámide se asemeja a una llama de formas estilizadas, siendo el "bastión" norte la cabeza del animal y los dos "bastiones" del oeste como las extremidades inferiores. Sin embargo, no hay ningún dato que indique que los constructores hallan tenido la intención de darle esa forma. Las hiladas de adobes siguen las irregularidades del terreno, nivelándose hasta llegar al final de la plataforma. Según se puede apreciar en algunos sectores, el monumento estuvo pintado de color ocre, y según cuentan los cronistas con murales con representaciones iconográficas de aves y felinos. Tomando como nivel cero el piso del valle, "La Fortaleza" de Paramonga tiene 30 metros de altura.

En la plataforma superior se encuentran la mayor parte de construcciones. Destacan dos cuartos gemelos, ubicados hacia el norte, separados por un estrecho pasadizo sin salida de 40 centímetros de ancho. Sus dimensiones son de 5.30 por 4.60 y 2.20 metros de alto. Engalanan sus paredes pares de nichos de iguales dimensiones (0.50 de lado por 0.45 metros de profundidad). Los vanos de acceso tienen 0.80 metros de ancho. Hacia el sur de estos recintos está una habitación larga (7.50 por 1.50 metros) que aún conserva parte de su pintura original, hoy en día reducida a una mínima expresión. Los frisos son un damerado con cuadrados de 19 centímetros de lado de colores rojos y blancos hasta una altura de un metro. En seguida viene un panel de color ocre brillante y líneas ondulantes rojas, que bien podrían representar serpientes o parte de los "animales feroces" vistos por los cronistas.

Sería aquí donde de enfrentarían por primera vez los ejércitos quechuas de Túpac Yupanqui con los ejércitos chimú del general Querrotumi.
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La Guerra de los Incas contra el Gran Chimu - Parte 2

Aseguradas las conquistas incaicas en el valle del rió Rimac y la lealtad de los señoríos de Huaura, Cuismanco, Chuquimanco e Ichma, quedaba todavía por decidir la estrategia a seguir después de tan arduas tareas de conquista. Preocupaba sobretodo al Inca y a su heredero, a cargo de la expedición, la enorme mortandad causada entre sus tropas por la resistencia en los valles costeros. Considerando que mas al norte ya no solo enfrentarían a pequeños señoríos sino a un autentico imperio, tan fuerte como ellos mismo, en pleno proceso de expansión, se hizo necesario para la nobleza quechua analizar cuidadosamente sus posibilidades.

Cierto es que hasta ese momento la estrategia incaica que combinaba la disuasión -con el despliegue de enormes ejércitos- y la diplomacia que fomentaba la división entre los pueblos -como en el caso de los Collas-, habían funcionado a la perfección. Pero los 3 años gastados únicamente en la conquista del valle de Cañete alarmaron a toda la élite cusqueña.


Volviendo a los hechos, mientras las tropas del príncipe heredero descansaban en los alrededores del Valle de Pachacamac se hicieron presentes embajadas de los señoríos de Yauyos y Huarochiri, se ubicaban estos en la zona andina de Lima, para solicitar la alianza de los quechuas y presumiblemente con esto resolver sus problemas limítrofes con la Confederación Huanca. Así mismo los habitantes del valle de Lima invitaron al príncipe a su territorio ofreciendo ademas valiosa colaboración táctica y de inteligencia para la futura incursión contra los Chimús.


"Quizás así los Lima se vengarían de sus vecinos chimús a quienes odiaban y temían, muy probablemente porque en recientes fechas estos les habían derrotado y quitado los valles mas allá del rió Chillón." - Cabello Balboa


El ejercito cusqueño todavía realizo un avance mas al norte hasta ocupar el valle de Huaral, sin invadir todavía los territorios chimú, y deteniéndose ahí. Se alcanzaba con esto los objetivos previstos para la campaña que se habia iniciado con la conquista o adhesión del señorío de Chincha. Cruzar la frontera chimú habría significado vulnerar la estrategia de campaña en lo que era muy estricto el estado mayor inca. Prueba de esta férrea disciplina fue la muerte del tío del príncipe y hermano del Inca, Capac Yupanqui -afirma Rostworoski- "por haber trasgredido las instrucciones recibidas".


En Chan-Chan mientras tanto, las noticias que llegaban al palacio de Minchancaman eran mas que alarmantes. La alianza que se habia firmado con el reino de Cuismanco en Caxamarca habia asegurado momentáneamente la frontera andina pero las conquistas quechuas en el sur habían tomado casi por sorpresa a la élite chimú. Pese a que inicialmente la resistencia de los Huarco (Cañete) habían dado esperanzas de impedir el avance cusqueño la caída de estos exigió acelerar los trabajo de construcción en los valles limítrofes de Paramonga y Pativilca.



Resultaba evidente que la campaña de la sierra, primero, y de la costa, después, apuntaban a un objetivo estratégico muy claro: conquistar del Imperio Chimú. Controlando de esa manera la sierra hasta Cajamarca y la costa hasta Huaral, se ejecuto una gigantesca y mortífera "tenaza".

En esas circunstancias el territorio de los Caxamarcas -no solo la ciudad- adquiría una importancia defensiva enorme para los chimú. Esto explica el envío de contingentes yungas hacia los territorios de su aliado en espera de un previsible ataque cusqueño.


El hecho de que la primera confrontación entre quechuas y yungas se diese en la cordillera, no puede considerarse un hecho casual o accesorio. Todo parece indicar que los estrategas cusqueños quisieron tenerla ahí, evitando tenerla en la costa que era, precisamente, el hábitat natural de los chimús.



Habiendo conocido la costa en la reciente campaña hasta Huaral, no solo les resultaba extraña, sino que para la mayoría de soldados del ejercito incaico, era un ambiente hostil. El húmedo clima costeño difería en mucho del seco clima andino. La escasez y distanciamiento de las fuentes de agua dulce, separadas por casi intransitables desiertos, contrastaba con la habitual abundancia y proximidad de los recursos en la cordillera.


Guerrear en la costa, habría significado para los estrategas incas, una torpeza inexcusable y contraproducente, como conceder ventajas a un enemigo que se estaba tratando de conquistar.


La larga marcha de mas de 1500 kilómetros desde el Cusco busco, por el contrario, atraer hacia las alturas a sus enemigos. El desplazamiento del ejercito imperial hacia Caxamarca obligo al ejercito imperial Chimú a subir 2700 metros sobre el nivel del mar para, entre otros objetivos, defender las nacientes del río Moche.


Así, Minchancaman esperaba, con el envío de refuerzos a su aliado, hacer fracasar el plan incaico mientras culminaban sus preparativos para una ofensiva por el sur.

Tupac Yupanqui mientras tanto, gracias a la labor de espionaje realizada por los Lima supo de la existencia de grandes fortificaciones en la costa: la fortaleza de Paramonga, y la gigantesca y fortificada muralla de Mayao, en el valle del Santa. Esta era una enorme muralla de adobe de 66 kilómetros de largo, con una altura promedio de 3 metros, en la que estaban apostadas 14 guarniciones o fuertes militares.



En este punto, con ambas naciones aprestadas para la guerra, señalan los cronistas que desde el Cusco el Inca Pachacutec envío una embajada ante el Chimú Capac Minchancaman conminándolo a someterse a su autoridad la respuesta del rey Chimú fue “que los esperaba con las armas en la mano para morir en defensa de su patria, leyes y costumbres y que no quería nuevos dioses” (Julio R. Villanueva Sotomayor), conocedor de esta respuesta el Inca ordeno a su hijo dar inicio a la guerra.
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La Guerra de los Incas contra el Gran Chimu - Parte 1

Preludio:

A inicios del siglo XV, la guerra contra los Chancas que habitaban más allá del río Apurímac había terminado con una victoria indiscutible, la batalla de Yawarpampa (Campo de Sangre) había puesto fin al poderoso ataque que los Chancas habían acometido contra la ciudad del Cusco y también había salvado in extremis a los quechuas de una derrota casi segura, y probablemente también de su desaparición como nación.


El triunfo del príncipe Cusi Yupanqui (posteriormente llamado Pachacutec) dejaba a la confederación prácticamente sin rivales en toda la región andina y con un territorio doblemente mas grande que el de su antecesor. Los siguientes movimientos expansionistas tomaron 2 direcciones, por el sur se alcanzaban los limites de la Meseta del Collao dónde se imponían los ricos reinos Aymaras, siempre en constante lucha, por el oeste el hermano del Inca el general Capac Yupanqui emprendía la conquista de lo que quedaba de la confederación chanca y de sus aliados (soras, lucanas, etc) y a continuación ponía sus ojos en la región costera donde utilizando la vía diplomática y la amenaza agregaba al reino de Chincha como nuevos vasallos de la confederación.


En este punto Pachacutec decide tomar un descanso momentáneo para reorganizar los territorios recientemente adquiridos y embellecer la capital, así mismo el inca nombra como nuevo general de sus ejércitos al príncipe Inca Yupanqui, dejando a Capac Yupanqui (tío del príncipe) como asesor militar y real estratega de las futuras campañas. En esos mismos años los reinos aymaras de la meseta del Collao eran conquistados prácticamente sin lucha después de emprender una astuta política diplomática que los antiguos romanos llamaron "divide et impera".



Puesto en movimiento nuevamente el ejército quechua, la conquista de la regiones llamadas Wuanca y Wuanuco llevaron a los incas a las puertas del reino de Cuismanco en Caxamarca y ahí, por primera vez, los quechuas tuvieron noticias de la existencia de un poder en las tierras costeras que dominaba una amplia región y a millones de personas, el Gran Chimú. Algunas acciones emprendidas por Capac Yupanqui de manera inopinada y sin autorización del inca, ademas de la fuga de los auxiliares chancas a la selva, fueron motivo suficiente para exigir su retorno al Cusco y posterior muerte -también pudo ser un pretexto para acabar con un peligroso rival del príncipe- ordenada por el Inca.

Nombrado por fin líder indiscutible del ejercito imperial, el príncipe Inca Yupanqui desciende del Cusco a la costa a través del reino de los chinchas y ataca los valles costeros de Runahuanac y Huarco (actual Cañete), donde los habitantes presentan una resistencia de casi 4 años, que obliga a los quechuas a solicitar refuerzos en varias oportunidades para finalmente someter a toda la región gracias a una estratagema ideada por el mismo príncipe. Como represalia, por la resistencia de los huarcos, los quechuas ahorcaron a una mayoría de sus habitantes, de allí -según cuentan- el nombre de Huarco significa “lugar del ahorcado”.


Esta obstinada y costosa conquista obligo al estado mayor incaico a replantearse la estrategia a seguir para los siguientes ataques, sobretodo sabiendo que mientras los huarcos tenían una población de aproximadamente 150,000 habitantes, los chimues tenían casi 3,000,000 de habitantes distribuidos en distintos valles.


Felizmente para los cusqueños, después de conquistar el valle de Huarco, llegaron embajadas de los cacique de Lima, Pachacamac y Yauyos, que enviaban presentes para el general y ofrecían su apoyo para atacar los territorios del Gran Chimu. En este punto, el príncipe se reúne con sus estado mayor y los representantes de sus nuevos aliados para estudiar las posibilidades que tenían ante un rival casi tan fuerte como ellos mismos.





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Las Guerras Pírricas - Parte 1

A finales del siglo IV a.C., las ciudades griegas del sur de Italia que integraban la llamada Magna Grecia comenzaron a sentir la presión del nuevo poder que surgía en el centro de la península itálica: Roma.
Tarento, la ciudad más grande y prospera que ejercía una especie de protectorado sobre las demás poblaciones griegas, había firmado en el 303 a.C. un tratado con Roma, por el que se vetaba al ejercito romano rebasar el cabo lacinio (colonna), junto a la ciudad de Crotona.
En el 295, los romanos habían derrotado finalmente a su mas enconados rivales, los samnitas, en la batalla de Sentino y habia asegurado con esto su control sobre el centro de Italia, moviendo ahora sus influencias al sur y norte de la bota itálica.
En el 282, Thurios, ciudad griega cercana a Tarento, pidió ayuda a Roma contra las incursiones de las tribus italianas de la zona de Lucania, que aun eran independientes.
Los romanos respondieron rápidamente al pedido de Thurios y aprovecharon para ocupar la ciudad en contra de las ordenes del senado.
Los tarentinos, consternados por la aparición de un contingente romano en la Magna Grecia se decidieron a actuar. Por eso, cuando una flota romana compuesta de diez barcos apareció el golfo de Tarento, hundieron todos los barcos y exterminaron a todos los tripulantes. A continuación, expulsaron a la guarnición romana que se había establecido en Thurios.
Roma todavía no estaba aun preparada para luchar en el sur de Italia, seguía teniendo problemas con los galos en el norte, así que por el momento intentaron arreglar el asunto por la vía diplomática.
Enviaron delegados a Tarento para concertar una tregua y con demandas moderadas. Los enviados romanos no hablaban bien griego, y los tarentinos se rieron de ellos por ese motivo. Para empeorar las cosas, cuando la delegación romana abandonaba el lugar de la reunión, un borracho de la multitud orino sobre la toga de uno de los enviados romanos.
El enviado romano proclamo amenazadoramente que esa mancha seria lavada con sangre. Volvió a Roma y mostró la toga manchada al senado.Este, lleno de cólera e indignación, declaro la guerra a Tarento en 281 a.C.
"[el romano] se volvió hacia la multitud y mostró su túnica profanada; pero cuando descubrió que la risa de todos se hacía aún mayor y escuchó los gritos de algunos que estaban exultantes y elogiaban el insulto, dijo: "¡Rían mientras puedan, Tarentinos! ¡Ríanse! Por mucho tiempo será el tiempo que tendrán llorar de ahora en adelante ". Cuando algunos se amargaron ante esta amenaza, él agregó: "Y para que te enojes aún más, te decimos esto también a ti, que lavarás esta túnica con tu sangre". Los embajadores romanos, después de haber sido insultados de esta manera por los tarentinos, tanto en privado como en público, y habiendo pronunciado las palabras proféticas que he informado, se alejaron de su ciudad” (Dionisio de Halicarnaso 19.4'2-5'5).
Con el pasar de los días y enterados de los preparativos romanos, los tarentinos empezaron a preocuparse seriamente. No tenían la capacidad de defenderse por si mismos. Poco dispuestos a soportar la dureza de la vida militar, desde hacía mucho tiempo confiaban su defensa a ejércitos de mercenarios procedentes de Grecia. Y a Grecia se dirigieron para solicitar ayuda.
Mientras los romanos combatían a los samnitas durante casi medio siglo, Alejandro Magno, el hijo de Filipo de Macedonia llevaba a cabo una de las más asombrosas hazañas militares de la historia. Con un pequeño pero muy bien entrenado ejército que incluía a la falange macedónica, Alejandro se paseo por toda el Asia menor y el imperio persa, ganando todas las batallas contra todos los enemigos que se le opusieron. Llevó la cultura griega a los desiertos de Asia central, a la frontera con la india, a Egipto, etc. Todo el imperio persa habia quedo bajo su dominio.
Pero en 323 a.C., a la edad de 33 años, Alejandro murió en Babilonia. Solo quedaba para sucederle un hermano deficiente mental y un bebe. Ambos fueron rápidamente eliminados, y sus generales (diadocos) empezaron a disputarse el imperio y tras casi 40 años de lucha, la obra de Alejandro había quedado permanentemente dividida.
Para el año 281 a.C. los nuevos reinos estaban firmemente establecidos, y para el comienzo de la guerra entre Roma y Tarento, estaban demasiado ocupados en pelear unos contra otros, así que no podían prestar ninguna ayuda a los tarentinos. Ademas,estaban demasiado lejos.
Un poco mas cerca estaba Macedonia, pero esta se hallaba muy debilitada, la vieja familia real había desaparecido y generales rivales combatían por su dominio. En el 281 a.C.,Macedonia se encontraba en total anarquía, y tampoco podía ayudar a nadie.
A esta anarquía en Macedonia contribuía activamente el reino de Epiro, situado sobre la frontera occidental de Macedonia.
Epiro era esencialmente un país montañoso e inhóspito, habitado por una coalición de pueblos no-griegos (chaones, molosos, thesprotianos), pero estaban ampliamente helenizados, y hablaban y escribían en griego. La ganadería era su principal fuente de riqueza, con pocos y pequeños cultivos. Vivían mayormente en aldeas, y sus ciudades eran pocas y de pequeño tamaño.
Desde el año 295, gobernaba como rey en Epiro, Pirro.
Orgullosos de su linaje (se creía descendiente de Aquiles y era sobrino nieto de Olimpia, madre de Alejandro), Pirro había demostrado sus dotes militares combatiendo en los ejércitos de Antigono Monoftalmo y Demetrio Poliorcetes, generales de Alejandro Magno.
Era, con diferencia, el mejor general griego de la época. Pirro había contribuido a la anarquía de Macedonia invadiéndola en el 286 para apoyar a Seleuco, Ptolomeo y Lisimaco a expulsar a Demetrio del trono de Macedonia. Lisimaco y Pirro se repartieren el trono macedónico, pero a los siete meses Pirro fue expulsado, ya que los macedonios preferían como rey a Lisimaco, viejo compañero de Alejandro. 


A él fue a quien los tarentinos pidieron ayuda. Epiro se encontraba a solo 80 kilómetros de la costa tarentina, Pirro era el mejor general y después de sus infructuosos intentos por el trono de Macedonia estaba ansioso de luchar.
En 281 a.C. se presentan los embajadores ante el rey de Epiro, rogándole en nombre de todos los griegos italianos que cruzara el mar Jónico para combatir contra los romanos. Sólo le pidieron un general, bajo cuyo mando prometieron que pondrían a 150.000 infantes y 20.000 jinetes, ya que todas las naciones del sur de Italia se unirían bajo su estandarte.
Esta oferta resultó demasiado tentadora para ser rehusada, pues hacía realidad uno de sus tempranos sueños: la conquista de Italia le llevaría posteriormente a la soberanía sobre Sicilia y África. Después, le sería posible regresar a Grecia con las fuerzas combinadas de estos países para derrotar a sus rivales y reinar como señor del mundo. Además, se sentía en deuda con los tarentinos, pues éstos le habían suministrado apoyo naval en la reconquista de la isla de Córcira.
Pirro acepto la propuesta tarentina rápidamente. Quería hacer en occidente lo que Alejandro había hecho en oriente; establecer un imperio.
Y para ello además de sus soldados epirotas, tan buenos guerreros como los macedonios, Pirro consigue la ayuda de tres importantes figuras del mundo helenístico. Solicitó a Antígono II Gónatas (futuro rey de Macedonia) el aporte de naves para trasladar su ejército; a Antíoco I Sóter (rey de la dinastía Seléucida) un préstamo de dinero, pues era el que mejor estaba financieramente; y de Ptolomeo Ceraunos (rey de Macedonia) obtuvo tropas de origen macedonio: 5,000 de infantería, 1,000 de caballería, ademas de 50 elefantes por el plazo de no más de dos años de servicio. Probablemente, este sea uno de las cuestiones por la que Pirro deseaba no perder un instante y moverse a Italia. Pues no esperaría el verano para salir, zarparían ese mismo invierno.
Después de haber completado los preparativos para la expedición, de haber consultado al oráculo de Zeus en Dodona y recibir una respuesta favorable, Pirro que contaba con 38 años, partió para Italia al final del 280 a.C. Fue acompañado por sus dos hijos menores, Heleno y Alejandro, mientras que dejó a su primogénito Ptolomeo de 15 de años como regente en el Epiro. La fuerza expedicionaria ascendió 20,000 infantes, 3,000 jinetes, 2,000 arqueros, 500 honderos y 30 elefantes, según las fuentes. Una gran cantidad de barcos se había reunido para su transporte y los romanos no se atrevieron a acosarles mientras cruzaban ya que la armada romana, sólo poseía dos escuadrones de 20 barcos cada uno y no tenía posibilidades contra la flota griega.
Tal era su impaciencia por llegar a Tarento y comenzar las acciones militares, que levó anclas antes de que finalizara la estación de las tormentas. Apenas había embarcado cuando estalló una violenta tempestad, que dispersó la flota. Su propia vida corrió peligro, y llegó a Tarento con apenas una pequeña porción del ejército. Después de un tiempo, los dispersos navíos empezaron a hacer aparición. Tras reunir las tropas, inició los preparativos para la guerra.
Pirro se dio cuenta rápidamente de que no podía contar en demasía con la ayuda voluntaria de las ciudades de la Magna Grecia. Los tarentinos habían prometido muchas tropas, pero realmente aportaron muy pocos hombres. Pirro trato con dureza a sus aliados, tratando a Tarento como una ciudad conquistada, para utilizarla como base de operaciones y aprovisionamiento. Cerró los teatros y los baños públicos y empezó a entrenar a los ciudadanos tarentinos, consiguiendo un refuerzo de unos 6.000 hoplitas.
En Roma mientras tanto, las noticias sobre la llegada del rey epirota causaron honda preocupación en buena parte de la población, hasta ese momento acostumbrados a luchar en batallas contra galos, etruscos, campanos, samnitas o lucanos no sabían como responderían sus ejércitos enfrente de los, hasta ese momento, considerados mejores soldados del mundo.
Los cónsules electos para ese año: Publio Valerio Levino y Tiberio Coruncanio se ponen al mando de sus respectivos ejércitos consulares. Heredando ambos, los frentes de guerra abiertos. De este modo, Levino será remitido al sur de Italia, para continuar la guerra contra Tarento y los Lucanos. Mientras que Coruncanio se mueve a Etruria para vigilar los movimientos de etruscos y galos.
Cuentan las fuentes que los romanos reforzaron los ejércitos que ya habían levantado cuando “(…) procedieron a alistar soldados y juntar dinero y distribuir guarniciones entre las ciudades aliadas para evitar que se rebelasen de la misma manera; y aprendiendo a tiempo que algunos estaban a punto de cambiar su lealtad, castigaron a los hombres principales en ellos. Un puñado de los de Praeneste fueron llevados a Roma a última hora de la tarde y arrojados al tesoro para su custodia” (Zonaras 8,3).
El ejército de Levino estaba sobre dimensionado para los estándares del ejército consular romano. Tenía 4 legiones romanas y 4 legiones auxiliares de los, entre 30 a 35 mil soldados. Casi el doble de un ejército consular normal.
A finales de aquel mismo año, Pirro marcho con su ejército en busca del ejército romano, buscando una llanura adecuada para desplegar sus falanges y sus elefantes.
Encontró el lugar adecuado en una llanura situada a mitad de camino entre Tarento y Thurios, en Heraclea.
Ahí se iba a producir el primer enfrentamiento militar entre la legión romana y la falange griega.

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