A inicios del siglo XV, la guerra contra los Chancas que habitaban más allá del río Apurímac había terminado con una victoria indiscutible, la batalla de Yawarpampa (Campo de Sangre) había puesto fin al poderoso ataque que los Chancas habían acometido contra la ciudad del Cusco y también había salvado in extremis a los quechuas de una derrota casi segura, y probablemente también de su desaparición como nación.
El triunfo del príncipe Cusi Yupanqui (posteriormente llamado Pachacutec) dejaba a la confederación prácticamente sin rivales en toda la región andina y con un territorio doblemente mas grande que el de su antecesor. Los siguientes movimientos expansionistas tomaron 2 direcciones, por el sur se alcanzaban los limites de la Meseta del Collao dónde se imponían los ricos reinos Aymaras, siempre en constante lucha, por el oeste el hermano del Inca el general Capac Yupanqui emprendía la conquista de lo que quedaba de la confederación chanca y de sus aliados (soras, lucanas, etc) y a continuación ponía sus ojos en la región costera donde utilizando la vía diplomática y la amenaza agregaba al reino de Chincha como nuevos vasallos de la confederación.
En este punto Pachacutec decide tomar un descanso momentáneo para reorganizar los territorios recientemente adquiridos y embellecer la capital, así mismo el inca nombra como nuevo general de sus ejércitos al príncipe Inca Yupanqui, dejando a Capac Yupanqui (tío del príncipe) como asesor militar y real estratega de las futuras campañas. En esos mismos años los reinos aymaras de la meseta del Collao eran conquistados prácticamente sin lucha después de emprender una astuta política diplomática que los antiguos romanos llamaron "divide et impera".
Puesto en movimiento nuevamente el ejército quechua, la conquista de la regiones llamadas Wuanca y Wuanuco llevaron a los incas a las puertas del reino de Cuismanco en Caxamarca y ahí, por primera vez, los quechuas tuvieron noticias de la existencia de un poder en las tierras costeras que dominaba una amplia región y a millones de personas, el Gran Chimú. Algunas acciones emprendidas por Capac Yupanqui de manera inopinada y sin autorización del inca, ademas de la fuga de los auxiliares chancas a la selva, fueron motivo suficiente para exigir su retorno al Cusco y posterior muerte -también pudo ser un pretexto para acabar con un peligroso rival del príncipe- ordenada por el Inca.
Nombrado por fin líder indiscutible del ejercito imperial, el príncipe Inca Yupanqui desciende del Cusco a la costa a través del reino de los chinchas y ataca los valles costeros de Runahuanac y Huarco (actual Cañete), donde los habitantes presentan una resistencia de casi 4 años, que obliga a los quechuas a solicitar refuerzos en varias oportunidades para finalmente someter a toda la región gracias a una estratagema ideada por el mismo príncipe. Como represalia, por la resistencia de los huarcos, los quechuas ahorcaron a una mayoría de sus habitantes, de allí -según cuentan- el nombre de Huarco significa “lugar del ahorcado”.
Esta obstinada y costosa conquista obligo al estado mayor incaico a replantearse la estrategia a seguir para los siguientes ataques, sobretodo sabiendo que mientras los huarcos tenían una población de aproximadamente 150,000 habitantes, los chimues tenían casi 3,000,000 de habitantes distribuidos en distintos valles.
Felizmente para los cusqueños, después de conquistar el valle de Huarco, llegaron embajadas de los cacique de Lima, Pachacamac y Yauyos, que enviaban presentes para el general y ofrecían su apoyo para atacar los territorios del Gran Chimu. En este punto, el príncipe se reúne con sus estado mayor y los representantes de sus nuevos aliados para estudiar las posibilidades que tenían ante un rival casi tan fuerte como ellos mismos.