El ejercito francés antes de la ofensiva alemana de 1940 - Parte 5

Crisis política en las cúpulas Aliadas. 

La Drôle de Guerre, la guerra de broma

La esperada ofensiva alemana no aparece, y los aliados se preguntan qué sucede. Se levantan acaloradas discusiones respecto a los planes del Reich, pero ante una invasión que no se deja ver, empiezan a llegar preocupantes noticias desde Finlandia. El 13 de febrero se firma la paz entre los agotados finlandeses y los victoriosos pero humillados rusos.
La paz de Moscú quitaba a los Aliados su pretexto para desembarcar en Narvik, donde podrían asistir a Noruega en la inminente invasión alemana. No tuvieron ni el cinismo de prescindir del desembarco, ni la resignación de lamentarlo.
Dos divisiones británicas, reservadas para Noruega fueron asignadas a reforzar la B.E.F., pero once batallones siguieron disponibles para toda eventualidad. En Francia, un pequeño cuerpo expedicionario, compuesto de cazadores alpinos y legionarios, continuó sus preparativos en el Jura. Lo único que parecía haber desaparecido con la paz en Finlandia era la urgencia.
Francia e Inglaterra intercambiaron notas, volvieron a considerar el problema y rehicieron sus planes. 
Durante la Conferencia de Munich, Chamberlain, Hitler y Daladier

También rehicieron sus gobiernos. Chamberlain, Daladier, los hombres de Munich, habían conservado sus funciones en el hundimiento de las esperanzas que habían encarnado, dando paso a la guerra a países cuya paz se habían lisonjeado de salvar. Pero no hicieron, ni podían hacer, la mutación personal correspondiente a su cambio de papel. Los ministerios presididos por ellos eran heterogéneos y débiles. Las administraciones que dirigían habían seguido en sus caminos trillados del tiempo de paz. En aquella "Guerra de Broma", no solo se batían los ejércitos, sino también los poderes públicos.

En Francia, a pesar de la lección de 1914, no se ha organizado la movilización industrial. Los obreros especializados han marchado al ejército, igual que todos los demás, y resulta difícil hacerles volver en contra de la resistencia encarnizada de los jefes de cuerpo. Los diputados rurales, cuyos departamentos han proporcionado carne de cañón en la guerra anterior, protestan contra el privilegio de las poblaciones industriales e intentan extenderlo a sus sectores. "El ministro de Armamento es un ingeniero - declara en el Palaise Bourbon uno de los ruralistas - no sabe que es época de la siembra". "Sé - replica el interpelado - que ahora es la época de los obuses".

Los obstáculos que encuentra en su cosecha van de lo cómico a lo trágico. En la fábrica de explosivos de Angulema, ¡4.000 adscritos especiales, sustraídos a los riesgos de los combates, se niegan a fabricar melinita, porque denuncian que produce calvicie!

En el arsenal de Montluçon, un sabotaje produce la inutilización de 120 cañones antitanque. El Partido Comunista, proscrito, refugiado en la clandestinidad, combate a favor de Hitler, denunciando la guerra imperialista y poniendo como ejemplo a la URSS que ha firmado una paz fraternal con el III Reich.

Arrastradas por la gran corriente totalitaria o seducidas por el "socialismo" de las dictaduras, fracciones masivas de la derecha e importantes fracciones de la izquierda son pro hitlerianas.
Mal orientada por una propaganda ejemplarmente mala, la opinión pública vacila. Está satisfecha de que el territorio nacional no haya sido invadido y la sangre no corra, pero comprende menos que nunca el estancamiento de las hostilidades, y de vez en cuando, es atravesada por remolinos de inquietud. Un pesado malestar, precursor de catástrofes, pasa entonces sobre esta nación que no está en guerra ni en paz.

El parte moral de Inglaterra no es mucho mejor. La ley de reclutamiento, tardíamente votada, no se aplica aún más que a los solteros jóvenes, y el cuadro de excepciones por motivo de utilidad pública se extiende hasta los jardineros. Los sindicatos, encabezados por un viejo terco, Sir Walter Citrine, luchan para que el estado de guerra no sirva de pretexto para prolongar la jornada de trabajo. Van a predicar hasta en Francia el maltusianismo de los armamentos.
"Los delegados de las Trade Unions - cuenta Dautry -, me reprocharon con vehemencia que contratara mujeres y que hiciera trabajar a los hombres más de siete horas al día".
En las clases dirigentes, las infiltraciones nazis, los fallos del patriotismo son tan graves como en Francia. La Clivaden Set de Lady Astor es pacifista por ideología de izquierda, pero el Daily Mail de Lord Rothermere había escrito, no mucho antes, que "los sólidos jóvenes nazis de Alemania son nuestro bastión contra el comunismo".
Habiéndose re unificado después Inglaterra bajo las bombas, hoy se tiene la impresión de que el derrotismo fue monopolio de los franceses. La historia imparcial debe decir que no fue así.

Daladier es el primero en caer, el 19 de marzo, a raíz de un consejo secreto sobre los sucesos de Finlandia. Caída a medias, por cierto, pues conserva la cartera de Defensa Nacional, cubriendo aún con su cuerpo al Generalísimo Gamelin. Paul Reynaud, considerado como el símbolo de la guerra a ultranza, como el Churchill francés, asume la presidencia del Consejo, pero su investidura es más que difícil: 268 votos a favor, 165 en contra, 111 abstenciones, con un solo voto de mayoría. Durante tres horas, los ministros se preguntan si deben aceptar una confianza tan regateada: se deciden a ello después de haberse convencido de que no puede ponerse en pie ninguna combinación más sólida. Imagen de la división y de la confusión del país.

Operación Weserübung, invasión de Dinamarca y Noruega.

A todo esto, Noruega ha sido invadida. Abril se lleva a cientos de británicos y franceses a la tumba tras la desastrosa misión en Narvik. Los noruegos, que intentan salvar ante todo a su rey, dejan a los alemanes masacrar a los Aliados.

La primera víctima de mayo de 1940 es Chamberlain. El 7, se abre un debate en la Cámara de los Comunes sobre la derrota de Noruega. La cámara vibra de humillación y de cólera. Keyes, Amery, Duff Cooper, Lloyd George y un diputado casi anónimo que sirve como artillero de cola a bordo de un bombardero de la R.A.F, Arnold Wilson, destrozan al Primer Ministro.

Él, el viejo de Munich, se defiende con un encarnizamiento próximo al paro cardíaco. Pero su apelación a la solidaridad de los tories suena mal en una atmósfera de patria en peligro. Al votar la moción de censura, 30 conservadores se unen a la oposición y 60 se abstienen. La mayoría baja de 200 a 80 votos. Leo Amery había terminado su ardiente discurso con la apostrofe de Cromwell al Parlamento Largo: "Os habéis quedado aquí demasiado tiempo para el bien que habéis hecho. ¡Partid, les digo! En nombre de Diós, marchaos...". Chamberlain obedece ante esta dramática apelación. Sale tropezando con los pies de los ministros, y antes de abandonar la sala, se vuelve para lanzar a la Asamblea una última mirada irritada y amarga. Fuera, se recobra y se encarniza todavía. Imposible como Primer Ministro conservador, intenta sobrevivir como Primer Ministro unionista pidiendo ayuda a los laboristas. Estos rehúsan. Chamberlain trata entonces de designar su sucesor, con el fin de eliminar a Churchill, una vez más. Su favorito es Halifax, pero Halifax es un Lord, al que la Constitución del Reino Unido prohíbe el acceso a los Comunes. Indignado, reconoce que no es posible dirigir la guerra desde la Cámara Alta.
Pese a ser el verdadero culpable del desastre en Narvik, Churchill es la única opción. Un grupo ardiente impulsa al hombre en quien la opinión pública ve cada vez más la energía que necesita Inglaterra. Otro grupo se empeña en prohibirle el acceso a Downing Street. La policía está nerviosa.

Churchill en una visita al frances Reynaud

En París se desarrolla una crisis paralela, más grave aún, porque alcanza a la vez al gobierno y al mando. Paul Reynaud, definitivamente, no quiere más a Gamelin desde la derrota de Noruega. Le anima a ello una atrevida carta que acaba de escribirle el Coronel de Gaulle, pasando por encima de una cascada de jerarquías. "El cuerpo militar, por el conformismo inherente a su naturaleza, no se reformará solo... Su reforma es una obra de hombre de Estado que usted debe comprender. Yo no ambiciono mayor honor que el de servirle en esa obra capital...". Pero Daladier sigue apoyando al generalísimo a quien ha nombrado y en quien todavía creé ver brillar el tranquilo fulgor del genio. En el Consejo del Gabinete del 9 de mayo, rehúsa destituir a Gamelin de su mando.
Reynaud responde declarando dimisionario al ministro. Simplemente, pide a sus colegas que guarden en secreto esa decisión hasta el día siguiente.

El día siguiente, es viernes 10 de mayo de 1940: El Reich alemán esta listo.

Fuente: "La Segunda Guerra Mundial". Raymond Cartier. Ed. Larousse/Paris Match. 1970.

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El ejercito francés antes de la ofensiva alemana de 1940 - Parte 4

¿Hitler o Manstein? 

Si la ofensiva alemana se hubiera desencadenado en esa fecha del 17 de enero de 1940, no habría sido exactamente idéntica a la que se lanzaría cuatro meses más tarde. Pero ya habría diferido mucho de la que Hitler había ordenado para el 7 de noviembre de 1939. Había nacido la idea de la maniobra de Sedán.

Se discute la paternidad de esta "Maniobra de Sedán". Generalmente se admite que fué imaginada por el General Erich Von Manstein, sometida a Hitler y adoptada por éste. El estudio de los documentos y la confrontación de fechas no permiten aceptar esta confrontación.

Sin duda, Manstein tuvo la idea del plan de Sedán. Pero no tuvo la posibilidad de presentársela a Hitler, que conoció el pensamiento del general en un momento en que ya había dictado todas las disposiciones esenciales de la maniobra. Como dirían Keitel y Jodl en el proceso de Nüremberg, "tenía grandes dotes para la estrategia". El mismo Manstein, menos categórico que sus partidarios, admite que el pensamiento del Führer pudo seguir una marcha paralela al suyo, y que no está muy seguro de haber sido su inspirador.

La cuestión ha sido estudiada por el general francés Koeltz, en su libro "Cómo se resolvió nuestro destino". Aún dejando un hermoso papel a Manstein, cuyos talentos militares son indiscutibles, Koetlz establece que el autor efectivo del plan de Sedán es el cabo Adolf Hitler.

El jefe de estado mayor del grupo de ejércitos de Rundstedt durante la campaña de Polonia, Manstein volvió al oeste con las mismas funciones. Su cuartel general estaba en Coblenza, en una vieja plaza donde se respetó el monumento elevado por el prefecto del Rin y Mosela, Lezay Marnesia, para conmemorar el paso del Emperador Napoleón en marcha hacia Moscú.

Nunca había visto a Hitler, y aunque no se hubiera mezclado en la conjuración militar, sus sentimientos respecto al nacionalsocialismo eran los de su casta.

Por lo demás, él tampoco era muy querido por sus colegas. Hacía resonar demasiado su inteligencia y su capacidad.

General Erich Von Manstein
A fines de octubre, llegaron las instrucciones del O.K.H (Oberkommando des Heeres), para realizar la ofensiva dispuesta por el Führer. Se han adaptado a los modestos objetivos previstos en la Instrucción del 9: conquistar la costa belga para operaciones aeronavales contra Inglaterra.

Eso se parece a lo de Schlieffen, por la amplitud del movimiento de giro y de la fuerza del ala derecha, pero no es Schlieffen, puesto que el objetivo es conquista territorial, y no aniquilación del enemigo. Schlieffen, cuya maniobra fue preparada por el Moltke de 1914, preveía llegar al bajo Sena para capturar y envolver al ejército francés. Schlieffen, imitado por Brauchitsch apunta a lo sumo la conquista de los puertos del Mar del Norte. El papel del grupo Rundstendt (Grupo A) en ese esquema es secundario. Con dos ejércitos y una sola división blindada, atacará en dirección al Mosa, pero sólo para cubrir y facilitar la maniobra del Grupo B.

Plan Schlieffen
El 31 de octubre, Manstein reacciona. Hace que Rundstedt firme dos contra propuestas. La primera sugiere abandonar la ofensiva: en lugar de atacar, el ejército alemán se haría atacar. Exasperando a Inglaterra con bombardeos aéreos y luego aplastaría al enemigo salido de sus fortificaciones. La segunda contra propuesta se aplica al caso en que se mantenga la ofensiva: Manstein pide el refuerzo del Grupo A a expensas del Grupo B. Tres ejércitos deben bastar a este para las tareas que tiene asignadas.

Con otros tres ejércitos, el Grupo A podrá salir de su simple papel de flanqueador. Dice Manstein: "Si el enemigo cometiera el error improbable de empeñar todas sus fuerzas en Bélgica, el Grupo A podría lanzar uno de sus ejércitos en dirección al Somme". Contraatacaría en el flanco del contraataque, en vez de limitarse a contenerlo.

Todavía no es la maniobra de Sedán, la perforación fulgurante sobre el Mosa y la explotación relámpago hasta el mar. Por lo demás, Manstein no se hace ilusiones. Reglamentariamente, su memorándum está dirigido a Brauchitsch, de quien no espera comprensión ni cooperación. En efecto, no le llega ninguna respuesta. Rundstedt, a quien Manstein lanza a atacar a Brauchitsch, obtiene penosamente, tras una tempestuosa discusión, que agregue a su grupo de ejércitos otra división blindada, tomada de las reservas del O.K.H. Pero no cambia nada en su misión.

El 12 de noviembre, golpe de escena. Llega al estado mayor del Grupo A, la siguiente nota:

"El Führer ha ordenado lo siguiente:

Se constituirá una tercera agrupación rápida en el ala Sur del XII Ejército. Se utilizará en la zona sin bosque que se extiende a ambos lados de Arlon-Tintigny-Florenville. Comprenderá el 19no Cuerpo de Ejército, los 2do y 10mo Panzer, una división motorizada, la Leibstandarte AH y el regimiento Gross Deutschland"

La misión designada a esa agrupación es la siguiente:

"En Sedán o al sudeste de Sedán, conquistar por sorpresa la orilla Oeste del Mosa, para crear condiciones favorables para la continuación de las operaciones".

Una vez más, no es todavía la maniobra de Sedán. Pero ya tiene algo de ella. El 19ª Cuerpo de Ejército, es Guderian, el más experto, el más emprendedor de los conductores de grandes unidades de blindadas. Su asignación al Grupo A es un paso decisivo para trasladar el centro de gravedad a las Ardenas. Por primera vez, la idea de una ofensiva sorpresa y de su punto de aplicación, Sedán, aparecen en una orden de operaciones. Lo que falta todavía es la explotación, el desbordamiento de los blindados por las llanuras del Norte de Francia, el raid de caballería mecanizada que desarticulará al ejército francés en unos días...

Heinz Guderian
Para Manstein, la cuestión que se plantea es saber dónde ha encontrado su inspiración el Führer. No la atribuye a su memorándum del 31 de octubre, que sabe que no ha franqueado la barrera del O.K.H. Pero el jéfe del XVI Ejército, General Busch, ha sido recibido por Hitler unos días antes, y es posible que le haya comunicado las ideas que surgen en Coblenza. Es posible también, admite Manstein, que Hitler haya encontrado solo la idea. "Er besass einen Blick für taktische Möglichkeit und brütete viel über den Karten...". No, acá va la traducción:

"Tenía ojo para las posibilidades tácticas y estudiaba mucho sobre los mapas"

Condescendencia del profesional Manstein sobre el aficionado cabo Hitler.

En realidad, Busch no tuvo nada que ver con la decisión del 12 de noviembre. Es sabido por los testimonios de Keitel y Jodl, que Hitler, ante el plan del O.K.H., se hizo la misma reflexión que Manstein: "Se han calzado las botas de Schlieffen...". Volviendo sobre el problema, enredando en los mapas, trató de liberarse del hechizo que el gran estratega de Guillermo II hacia pesar sobre el pensamiento militar alemán.

La designación de Guderian a Rundstedt es su primera reacción contra la preponderancia del ala derecha. Además, y para el caso de que la sorpresa de Sedán produjera grandes resultados, hizo estudiar la transferencia, en el curso de las operaciones, de todas las divisiones blindadas del Grupo B al Grupo A. La idea de una brecha en el dispositivo francés, le da vueltas en el ánimo.

Por su lado, Manstein multiplica los memorándum: 21 y 30 de noviembre, 6 y 18 de diciembre, 12 de enero. Las perspectivas de perforar por el centro le parecen cada vez más seductoras. En relación con una estrategia fundada en el envolvimiento por alas, renueva el famoso esquema de la batalla de Cannas, que al cabo de veintitrés siglos, sigue convirtiendo a los generales alemanes discípulos de Aníbal.

Por ello mismo, tiene un elemento sorpresa. Otro elemento de sorpresa, táctico este, es la naturaleza de las Ardenas, falsamente representada como impermeable a los tanques. Hitler estudió sobre el mapa cuando observó que los grandes claros de Arlon, de Tintigny, de Florenville, permiten alcanzar el Mosa sin encontrar el obstáculo de las altas arboledas.

Manstein, por su lado, trabaja la maniobra, y sin poder sospechar que los franco-británicos se harán envolver estúpidamente en Bélgica, ve cada vez más clara la posibilidad de alcanzar las bocas del Somme de un golpe directo.

Lo que no es cierto es que inspirara a Hitler. Todavía no lo había visto, y según los testimonios de los oficiales del O.K.H., Jodl, Warlimont y Lossberg, ningún memorándum suyo alcanzó nunca la mesa del Führer.

Por lo demás, se acaba su tiempo en el Estado Mayor, El 9 de febrero es nombrado jefe de cuerpo de un nuevo ejército, y se va a Pomerania para organizarlo.

Partido Manstein, prosigue la elaboración del plan Sedán. Con fecha el 13 de febrero, Jodl anota en su diario que el Führer vuelve a plantear la cuestión del centro de gravedad, haciendo observar que se dedican demasiados medios blindados a zonas secundarias: "Les harán falta al XVI o al XVII ejército. Hay que dirigirlos hacia Sedán. El enemigo no espera allí nuestro esfuerzo principal". De acuerdo con esas instrucciones el O.K.H. revisa otra vez su dispositivo. Asigna al Grupo A tres nuevas Panzerdivisionen, las 1ª, 5ª y 9ª. Bock, que tenía nueve de las diez en el plan original, no conserva más que tres. Rundstedt, que no tenia más que una, ahora tiene siete, cinco de ellas en frente mismo de Sedán. Además, el IV Ejército (Von Kluge) se ha retirado a Bock para ponerse a sus órdenes. "Llegamos - anota Jodl - a tener al Sur de Lieja tres veces más fuerzas que al Norte".

En ese momento, el 17 de febrero, es cuando Manstein ve por fin a Hitler. Es invitado a la nueva Cancillería con los nuevos jefes de cuerpo, Geyr Von Schweppenburg, Schmidt, Reinhardt, Glumme, más Rommel, y naturalmente Jodl y Keitel.

Después de comer, Hitler retiene a Manstein, y llevándole a una sala vecina. le pregunta sobre su opinión sobre el modo de hacer la ofensiva contra Francia. "Manstein - relata el dorado diario de Jodl - dijo que la decisión no está al Oeste del Mosa, sino en el mismo Mosa, en la región de Sedán-Charleville. Pero hay que tener allí grandes fuerzas blindadas, o sino... nada. Todo lo que se deje atrás no llegará a tiempo al campo de batalla".

Relatando la entrevista en su libro "Verlorene Siege", Manstein dirá: "No sé si Hitler conocía o no nuestro plan, pero debo decir que entró en nuestras ideas con asombrosa rapidez...". Era fácil, ya que desde hacía meses vivía con idénticas ideas, y acababa de dar dos días antes las órdenes para realizarlas.

El plan de Sedán estaba maduro. Faltaba afinar la realización. Las dificultades son enormes. Hay muchos obstáculos para atravesar las Ardenas. Los caminos son raros, estrechos y tortuosos. Las divisiones blindadas y motorizadas representan columnas enormes. Hay que escalonar las tropas, superponer varias unidades en el mismo itinerario, fijar intervalos de paso rigurosos, pasar todo lo que no sea esencial a los caminos del bosque.

El menor error, la menor resistencia, el menor bombardeo aéreo pueden crear inmensos atascos en medio de los bosques, tras de los cuales sólo llegarán al Mosa elementos dispersos.

Cabe preguntarse si no es una perversión del espíritu elegir una pista de jabalíes para atacar al ejército francés, mientras que las llanuras abiertas y firmes de Brabante parecen creadas para los combates de tanques.

En un Kriegspiel del 15 de marzo, Von Bock estalla: "¡Pasan a 15 Km de la Línea Maginot! ¿Y se piensan que los franceses se van a contentar con mirarlos? ¡Amontonan los medios blindados en los desastrosos caminos de las Ardenas, y se olvidan de que se ha inventado la aviación! ¡Se imaginan que cruzarán el Mosa en un día y que correrán hasta el mar con un flanco expuesto de 300 Km! ¿Qué harán si se encuentran arrinconados entre la frontera y el borde del río; o si los franceses no entran en Bélgica; o si los dejan pasar el Mosa como Pedro por su casa para después aplastarlos en un contraataque?... Créanme, están delirando."

Una muy interesante observación... Aunque, Bock, desplazado del papel principal, puede ser sospechado de resentimiento. Pero el propio jefe del Grupo A, Rundstedt, está muy inquieto: "El pequeño Gamelin es hábil, no lo olviden...".

Ese excelente soldado clásico que es Halder pide que por lo menos se detengan en el Mosa para permitir a la infantería que alcance a los medios blindados y montar "einen rangierten Gesamtangriff", un ataque general por oleadas. Jodl, general doméstico y ferviente admirador de Hitler, aunque seducido por la sencillez genial de la maniobra, tiene empeño en librarse de responsabilidades. "Entrego al Führer un informe en que subrayo que el ataque a Sedán es un camino secreto en que uno puede quedar sorprendido por el Dios de la Guerra..." (se lavó las manos de una manera notable).

El único de los realizadores que muestra una confianza imperturbable es Guderian. En el Kriegspiel del 15 de marzo, expone cómo cruzará el Mosa en cinco días.

"¿Y que hará después?", le pregunta Hitler. "A menos que haya una contraorden, seguiré al día siguiente hacia el oeste. Lo único que pido al mando es que me digan qué dirección he de tomar: Amiens o París..."

No hay nada más que decir. Hitler organiza personalmente los golpes resonantes, que cayendo al norte del campo de batalla, desviarán hacia allí la atención del enemigo. La 7ª División de Flieger no será lanzada sobre los pasos del Mosa y del Sambre, como había de serlo según los planes que Reinberger perdiera en Mechelen: caerá sobre Holanda, sobre el canal Alberto y sobre las fortificaciones de Lieja.

Fall Gelb (Plan Amarillo)
Simples capitanes franquean las puertas de bronce de la nueva Cancillería y estudian con el Führer cómo caerán sobre el puente de Vroenhoven y cómo serán depositados en planeadores sobre las estructuras del fuerte de Eben Emael, mientras que, con el mayor misterio posible, en el cómplice bosque de las Ardenas, la masa de los Panzer se deslice hacia Sedán.

Ya está ahí la primavera. En el frente de Lorena, donde brotan las yemas tras largas nieves del invierno, la actividad militar ha disminuido todavía más.

La tradición alemana es abrir las ofensivas aún un poco entrado el año: 21 de febrero de 1916 en Verdún, 21 de marzo de 1918 en el Somme.

En el Cuartel General francés, se deduce que el ataque no tendrá lugar. Alemania no quiere asumir el riesgo de romperse en la roca del ejército francés. Aquella "Guerra de Broma" se convierte cada vez más en una paz sobre armada...

Maurice Gamelin
Esta observación produce una decepción. Todos los testimonios son unánimes: Gamelin desea el ataque, con la firme convicción de que en aquel punto de la guerra, la defensiva aventaja a la ofensiva, y que detendrá en seco la inundación alemana en su frente continuo. "Daría - dice el dinosaurio Gamelin - mil millones por ser atacado". Con inquietud piensa en tener que pasar toda la primavera y todo el verano de 1940 con un inmenso ejército inmóvil, devorado por el aburrimiento.

La verdad no sospechada es que Hitler acaba de hacer una elección que da un aplazamiento de dos meses a las esperanzas francesas. Tras de vacilar y cambiar de opinión en varias ocasiones, al fin ha decidido, el 3 de marzo, hacer pasar el ejercicio Weser (Weserübung) antes del Fall Gelb (Plan Amarillo). En otras palabras, la conquista de Noruega antes de la ejecución sumaria de Francia. La guerra va a dar un rodeo por el Circulo Polar antes de volver a su cita en Sedán.

Los alemanes alistaban ya "La Muleta del Torero"

Fuente: "La Segunda Guerra Mundial". Raymond Cartier. Ed. Larousse/Paris Match. 1970.
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El ejercito francés antes de la ofensiva alemana de 1940 - Parte 3

Mechelen-sur-Meuse: un aterrizaje forzoso detiene la ofensiva de Hitler.

El avión alemán siniestrado
Bruma y suelo helado. 10 de enero glacial. Las aguas del Mosa están congeladas. Los soldados belgas de un puesto fronterizo, cerca de Mechelen, se calientan en una barraca de madera. El ruido de un avión a vuelo bajo les hace salir precipitadamente. El avión cae tras una fila de arboles, que le arrancan ambas alas. El motor ha ido a parar a unos arbustos. Un hombre de largo capote gris contempla aturdido los restos del aparato.
Tras los arbustos se eleva una columna de humo. Otro hombre de capote gris quema papeles. Los soldados corren, tiran al aire, atan al hombre y apagan el fuego de los documentos. Estos conservan aún el mordisco de las llamas. En el barracón adonde le llevan, el hombre detenido, el comandante del ejército activo Reinberger, se los arranca de las manos al Capitán Rodrigue y los arroja a la estufa. Rodrigue alcanza a rescatarlos quemándose las manos. El alemán le quita la pistola al oficial belga y se la lleva a la sien. Desarmado inmediatamente, se golpea la cabeza contra el tabique diciendo que está deshonrado y que le dejen suicidarse. El otro alemán, Hoenmans, comandante de reserva, se calla, flemático.


La historia es la siguiente: quebrando todas las consignas, el comandante Reinberger, de la 7ma División Fallschirmjäger, ha utilizado el avión de enlace (un Bf 108 Taifun) pilotado por Hoenmans para volver a Köln, luego de cumplir una misión en Munster. El avión se ha extraviado y, falto de gasolina, ha aterrizado donde ha podido. Los documentos ultra secretos que llevaba Reinberger ahora están en las manos en las que no debían caer.

Al día siguiente, en Vincennes, el agregado militar francés, llegado de Bruselas, entrega al General Gamelin una nota del General van Overstraeten, consejero militar del rey. En una docena de hojas resume la parte salvada de los documentos de Mechelen. Allí se habla de una gran ofensiva alemana. Alcanza a Holanda, que será invadida. Alcanza las Ardenas belgas, a través de las cuales se trazan varios itinerarios. Alcanza los pasos del Mosa y del Sambre, que deben ser ocupados, mediante un desembarco aéreo por la 7ma Div. Fallschirmjäger. Falta el día D, pero los belgas tienen la convicción de que es inminente. De repente se encuentra planteado todo el problema de la intervención franco-británica en Bélgica.

Su principio ha sido admitido el 24 de octubre por el alto mando francés. En esa fecha, sólo se trataba aún de llegar hasta el Escalda, para ejercer una acción de retardo sobre las columnas alemanas que se dirigieran a atacar las fortificaciones de la frontera francesa.

Después, se amplían las intenciones. El ejército belga se reforzaba. Estaban en curso serios trabajos de fortificación. Aumentaba la esperanza de ver a los belgas oponiendo al invasor una resistencia algo más que simbólica. Entonces, ¿Porqué no proyectar algo más que una acción de retardo? ¿Porqué no entrar en Bélgica con intención de establecerse? Las ventajas eran múltiples.



  • Morales: socorriendo a los belgas, los franceses y los ingleses ponían fin a la tradición del abandono de las pequeñas potencias, que habían inaugurado con Checoslovaquia y continuando con Polonia.
  • Económicas: se salvaban preciosas regiones industriales en Bélgica y en el norte de Francia.
  • Estratégicas: se alejaba de Inglaterra la amenaza aeronaval, y acercándose al Ruhr, se daba un paso importante hacia el arsenal del enemigo. 
Por añadidura, el aporte de las veinte divisiones belgas anulaba la inferioridad numérica con que combatían los aliados.

Pero los inconvenientes no son despreciables. La entrada en Bélgica hace salir al ejército franco-inglés de las fortificaciones del campo de batalla preparado en que se trabaja desde el otoño. En las llanura belgas, favorables a los Panzer, se expone a lo que anatematizan los sagrados reglamentos franceses: una batalla de choque.
Ciertamente, se responde que no se trata de esta "herejía". Se trata únicamente de desplazar hacia adelante la batalla defensiva para recibir el ataque fuera del territorio nacional. Inmediatamente empiezan los planteos: ¿Habrá tiempo de atrincherarse, de poner obstáculos antitanque, de situar la artillería, de establecer los planes de fuego? Los jefes de las grandes unidades interesadas calculan necesaria una tardanza de ocho a quince días para montar una organización defensiva que presente alguna solidez. ¿Se puede contar con ello?

La respuesta depende de dos factores: la posición elegida y el tipo de cooperación que los belgas den a los Aliados. La posición más cercana es la del Escalda. La maniobra para llegar allí es relativamente segura y corta. El enemigo está lejos y basta hacer girar entorno a Maulde el ala izquierda del dispositivo.

Esa solución es débil. Abandona al enemigo Bruselas y la mayor parte de Bélgica. Además, el Escalda es un mal obstáculo. Las chalanas son tan numerosas, que aún hundidas formarían en todas partes pasos practicables para la infantería.

Defensas del Canal Alberto
Las ventajas y los inconvenientes de la otra solución extrema, el canal Alberto, son inversas. Se llega de un salto a la proximidad de la frontera alemana. Sólo se sacrifica un mínimo de Bélgica. Se dispone del mejor foso antitanque de Europa: una superficie de agua amplia y profunda, taludes cortados a pico, fortificaciones permanentes apoyadas en los campos atrincherados de Amberes y Lieja. En cambio, las tropas aliadas tendrán que recorrer cinco veces más camino que las tropas alemanas para alcanzar el canal.

Despliegue de los ejercitos aliados al momento de iniciarse el ataque alemán
Entre esos dos extremos, ha madurado una solución intermedia más acorde al pensamiento del generalato francés. Esbozada el 5 de noviembre, se ha precisado el 14 en la Instrucción Personal y Secreta Nro 8, dirigída por Gamelin y Georges. Las tropas aliadas irían a establecerse en una línea Amberes-Lovaina-Wavre-Namur: allí recogerían los restos del ejército belga en retirada, después de haber dado un combate de retardo en el canal Alberto. La posición puede ser guarnecida en dos días por las divisiones motorizadas y en cuatro por las de a pie.
Para apoyar a los belgas y retrasar la irrupción de los alemanes, se enviaría adelante al cuerpo de caballería, 2 D.L.M, del General Prioux. Hay razonable derecho de esperar con esto una semana de dilación, o sea, el tiempo necesario para una mínima organización del terreno (a lo francés).

Las ventajas son indiscutibles: se guarda Bruselas, y el frente se abrevia en 70 Km respecto a la hipótesis "Escalda". El inconveniente principal es la debilidad de los obstáculos naturales. El afluente del Escalda, el Dyle, que deberán defender los ingléses, es un mediocre río que se subdivide en numerosos brazos... Y que está cruzado por no menos de 120 puentes...
Desde Wavre, donde se acaba, hasta Namur, las extensiones apenas onduladas del Hesbaye, del "Hoyo del Gembloux", no están interrumpidas por nada que pueda sujetar al suelo la osamenta gala de una resistencia. Es cierto con que se cuenta que los belgas excavarán un foso antitanque continuo y una barrera de rejas metálicas llamadas "elementos de Cointet". Pero los belgas, rehúsan dar la menor información sobre el emplazamiento y grado de adelanto de sus trabajos. A partir de ahí, la neutralidad les impone el deber de esconderlo todo a sus virtuales aliados, una situación de no creer.

El problema holandés se inserta sobre el problema belga. Hay que prever que no se repetirá el milagro de 1914 y que Holanda quedará englobada en la ofensiva alemana. La Instrucción del 14 de noviembre prevé que se irá en su auxilio, que se tratará, si es posible, de enlazar su ejército con las tropas belgas en el canal Albert o en el Escalda. Después se elabora un plan.

Se ocuparán las islas holandesas de Beveland y Walcheren. Se saldrá de Amberes, y por Breda o Tilburg, se intentará enlazar el reducto nacional, el triángulo Amsterdam-La Haya-Rotterdam, con las posiciones generales de la coalición. Todo un ejército francés, el VII, mandado por el ardiente Giraud, se encargará de esa misión.

Así, cuando se produzca el acontecimiento que espera y desea (el ataque aleman), el mando francés no tendrá más que un lujo de elección entre las maniobras defensivas. Hipótesis "canal Alberto", si las cosas se presentan bien. Hipótesis "Escalda", si las cosas van peor. Hipótesis "Dyle", que es la más probable y nefasta. Y por último, sobreañadida a las otras tres, la marcha a Holanda, Hipótesis "Breda".

La consecuencia común de esas diferentes hipótesis es lanzar de entrada al combate la totalidad de las fuerzas móviles, la masa de maniobra del ejército francés. El VII ejército era el único de reserva: se le expide a Holanda...
El cuerpo de caballería, totalmente mecanizado, era el elemento por excelencia para responder a una perforación de los medios acorazados alemanes: ¡se le quita una D.L.M para Holanda, y se envían las otras dos a Tongeren y a Hannut, para retrasar el ataque a la posición Amberes-Namur...
Lo mismo pasa con las divisiones de infantería motorizada: seis de las siete están comprometidas desde el primer día.
La estrategia francesa, abandonando la iniciativa al enemigo, está fundada en la respuesta... Y lo que su jefe le quita desde el primer día son los medios de respuesta.

Se han elevado numerosas objeciones. La mayor parte de los jefes de las grandes unidades son hostiles a la idea de una entrada en Bélgica. "Cuando nos expusieron la maniobra Dyle - dirá La Laurencie, jéfe del 3er C.E - no tuvimos todos más que una sola idea: Ojalá no tengamos que realizarla nunca..."

A pesar del interés que tiene para ellos la conservación de las costas del Mar del Norte, los ingleses son aún más hostiles: "A menos que cambie la actitud de los belgas - dice su Comité de jefes de Estado Mayor - pensamos que el ataque alemán debe ser recibido en las posiciones preparadas de la frontera francesa".

Y ante tanto alboroto, la actitud de los belgas no se modifica. ¡En septiembre de 1939, temiendo un ataque contra el Ruhr a través de su país, habían situado contra Francia los dos tercios de sus fuerzas! Poco a poco, invierten la proporción, pero temblando de que una imprudencia no proporcione a Alemania un pretexto para atacarles. ¡La frontera francesa está cubierta con barricadas! Se declina todo contacto de estados mayores.
Si el ejército francés entra en Bélgica, lo hará a ciegas, en las peores condiciones de esa batalla de encuentro que su mando tanto teme.
En cuanto a la esperanza, acariciada varias veces, de ser llamado preventivamente por los belgas, adelantándose así a la irrupción alemana, los más optimistas han renunciado a ella.

Y en pleno invierno, el aterrizaje forzoso de Mechelen-sur-Meuse la hace reverdecer.

Los documentos capturados no dejan lugar a dudas. La violación de la neutralidad belga es premeditada por el mando alemán. Los belgas tienen motivos para llamar a los franceses e ingleses. Lo piensan, puesto que piden a París y a Londres garantías de que Bélgica y su Congo quedarán restaurados en su integridad al fin de las hostilidades.

Los ingleses se muestran reticentes... la especulación, es siempre la especulación. Si cae Bélgica, quedará libre el Congo, las tropas imperiales podrían hacer una escapada.
Los franceses, al contrario, apremian. "Cada hora perdida - dice Gamelin al gobierno belga - puede estar cargada de consecuencias". Impresionante declaración para una tortuga burocrática. Cuenta que tiene "una desilusión que le abruma el corazón", cuando su adjunto, Georges, le telefonea que ha reflexionado y se pregunta "si no valdría más aconsejarle a los belgas que no nos llamen". La iniciativa, acaba de morir, si alguna vez nació.

Se ha dado la alerta. Las tropas se agolpan en la frontera. El invierno ataca. Niebla, nieve, frío riguroso. Sufren los hombres, los animales, los motores. Pero los belgas han retirado sus barreras de los caminos y vuelven al Este sus tropas de vigilancia. En la noche del 13 al 14 de enero, su agregado militar, General Delvoie, se presenta en el fuerte de Vincennes con un mensaje del Rey: "Prevengan al generalísimo de que el ataque es casi seguro hoy, domingo 14 de enero...". Gamelin responde que no espera más que una señal, pero que hay que darse prisa, porque no le es posible dejar a las tropas expuestas a la intemperie.

A todo esto, Hitler espumaba de rabia. "Asistía yo - cuenta Keitel - a la mayor tempestad que he visto en mi vida". La ofensiva en que rehusaba creer una parte del Estado Mayor francés, había sido efectivamente ordenada, no para el 14, como creyeron los belgas, sino para el 17 de enero. Hitler había aceptado el inconveniente de los días cortos a cambio de un frío que solidificaba el suelo y helaba los ríos, aumentando sus probabilidades de sorprender al enemigo. Y no va que le cuentan que dos estúpidos aviadores habían aterrizado en Bélgica con planes que revelaban toda la fiesta. El Führer se acordó de la madre, la hermana, etc de varios de los allí presentes. Pasó la sombra de las ejecuciones capitales. Las familias de Reinberger y de Hoenmans fueron detenidas y acreedoras de un viaje con todo pagado a las instalaciones de la Gestapo.
El general de los muchachos en pena, Hellmuth Felmy, jéfe de la 2da Flota Aérea, fué destituido. El mismo Göring tembló sobre su obeso ser.

Luego, con más calma, Hitler examinó la situación. ¿Había que mantener la ofensiva? ¿Había que aplazarla? Todo dependía de la cuestión de saber si los dos oficiales capturados, habían destruido los papeles que portaban.

Llega de Bruselas el agregado aéreo alemán, General Von Wenningen. Los belgas le habían autorizado a ver a los aviadores de Mechelen. También habían escondido un micrófono en la sala de la gendarmería de Etterbach, donde tenía lugar la entrevista. Oyeron a Reinberger dar su palabra de oficial de que todos los documentos de que era portador estaban destruidos. Wenningen llevó al Führer ese perjurio.

Pero llegó otra noticia: el espionaje alemán señalaba que las divisiones motorizadas francesas 9ª y 25ª se habían apersonado en la frontera, "mit laufenden Motoren", y que los belgas quitaban las barricadas de sus rutas (Wenningen no sabía donde meterse). El secreto estaba roto.
Otra vez la conmoción entre Hitler, Göring, Keitel, los del frente, más allá, y la sala de planes que era un griterío. Pero bueno, pasado el momento de las palabrotas, se llegó a la conclusión unánime de que acelerando la ofensiva, se podían esperar grandes resultados.

Hitler consultó a los meteorólogos. Confesaron que el buen tiempo que prometían faltaba a la cita. Había empezado a nevar en abundancia. Hitler volvió a inclinarse ante el cielo. La ofensiva quedaba aplazada "sine die".

También fué la nieve la que acabó con la decisión belga. El 15, el jéfe del estado mayor Van den Bergen declaró al agregado militar francés que así se hacía poco probable una ofensiva; en consecuencia, volvía a poner las barreras de las rutas, y mandaba a su casa a las tropas francesas que ya habian cruzado sus fronteras. Mientras que devolvía a los gendarmes la orden de detener incluso por la fuerza a las tropas franco-británicas que quisieran hacer una entrada a Bélgica inesperadamente. El mismo día, el Rey hacia saber que no podía asumir la responsabilidad de abrir preventivamente el territorio de su país.

El rey Leopoldo seria un firme defensor de la neutralidad belga

Fuente: "La Segunda Guerra Mundial". Raymond Cartier. Ed. Larousse/Paris Match. 1970.
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El ejercito francés antes de la ofensiva alemana de 1940 - Parte 2

La mayor inferioridad del ejército francés se encuentra en el cerebro de sus generales. El breviario del mando, la "Instrucción sobre el empleo táctico de las grandes unidades", dice expresamente que la guerra futura será la continuación de la guerra precedente. "El cuerpo de doctrina fijado después de la victoria por los jefes eminentes, debe seguir siendo la carta de empleo táctico de nuestras grandes unidades". Dice la edición de 1937. Los tanques, en especial, no deben causar engaño: "...el arma antitanque surge ante ellos como en la última guerra, las ametralladoras ante la infantería".

Si el enemigo trata de imponer una guerra de movimiento, se cuenta con que no será capaz, por el campo de batalla fortificado y por las barreras de fuego continuo que se le piensa oponer. Por eso hay que ver cierta lógica en la negativa del mando francés a insistir en las enseñanzas de la campaña de Polonia. "¿Para qué turbar el espíritu de los ejecutantes produciendo dudas sobre la excelencia de los principios que se le piden que aplique?". Notable nivel de retardo intelectual entre el generalato.

Las unidades blindadas galas eran por bastante,
superiores a sus rivales germanas, exceptuando en la velocidad.
Sin embargo, no faltan ideas. Ya en 1921, el que se llamó "el padre francés de los tanques", el General Estienne, trazaba una previsión correcta y precisa de la guerra acorazada tal como veinte años después la harían los alemanes.

Hacia 1939, unos innovadores hicieron salir al tanque del marco exclusivo de la infantería y tras innumerables tanteos, desarrollaron la división ligera mecanizada, la cual, como hija de la caballería, siguió siendo un instrumento de exploración y de toma de contacto más que de combate. Los tres ejemplares que existen en 1940 serán de lo mejor que tenga el ejército francés.

El más ardiente debate tuvo lugar en torno al cuerpo acorazado. El Coronel de Gaulle lo exigió en 1935, en su libro "Hacia el ejército profesional". Preconizaba 6 divisiones acorazadas, cada una con 500 tanques, capaces de ir a hacer la guerra inmediatamente al enemigo en caso de violación de los tratados. El 15 de marzo de 1935, Paul Reynaud presentó la tesis gaullista en la tribuna de la Cámara. Pero los representantes de la nación creían en el piadoso deber de ignorar las cuestiones militares (como en la Argentina Kirchnerista) y encomendarse ciegamente a la competencia del estado mayor. Daladier, intérprete de éste, no tuvo dificultad en hacer rechazar el cuerpo acorazado. Lo único sorprendente fue la importancia de la minoría, los 124 votos que obtuvo.

Un joven Charles DeGaulle trato de sacar adelante sus ideas
acerca de la guerra moderna
Las reacciones de los adversarios del "artefacto" blindado habían sido de un vigor épico. El viejo compañero de batalla del hombre, el caballo, había visto alinearse a su lado a una nube de hipófilos que oponían el carburante nacional, la avena, al carburante exótico, la gasolina. Se demostró, utilizando una experiencia desgraciada, que las grandes unidades mecanizadas pedidas por los visionarios eran de imposible manejo, con sus millares de vehículos formando columnas de 100 km de largo por los caminos.

Refutando a de Gaulle, un antiguo profesor de la Escuela de Guerra, el General Chauvineau (dinosaurio del Cretácico), consiguió que la más alta autoridad militar francesa, el Mariscal Petain (dinosaurio del Jurásico), le prologara su libro, con la frase: "¿Todavía es posible una invasión?", en que respondía: "No. Judío errante obligado a marchar sin detención, el tanque no puede ser un enemigo temible. El frente contínuo, no es un accidente pasajero del que uno se puede librar como de una mala costumbre." Y saludaba como "mejor prenda de la paz", la posibilidad, para Francia, de detener "con seguridad" a todo enemigo que quisiera violar sus fronteras. ¡¡¡Impreso en Francia, en abril de 1939!!!

Los atestados de discusiones en el Consejo Superior de la Guerra sobre la creación de una división acorazada (29 de abril de 1936 - 15 de diciembre de 1937, 2 de diciembre de 1938) iluminan el temor que esa innovación inspiraba a un alto mando conservador: la de quedar aislado de la dirección de la batalla por una formación que ya no se adaptaría al fraccionamiento de las grandes unidades. "¿Qué pasaría - preguntaba el General Dufieux -, si la acción de vuestra división acorazada se extendiera a un frente superior al de un cuerpo de ejército?". Con meticulosa prudencia, el reglamento sobre el empleo de los tanques codificaba su rango de servidores, especificando que formaban "parte integrante del dispositivo de la infantería", que no eran más que un "medio suplementario" puesto temporalmente a la disposición de ésta, que era indispensable un enlace "estrecho y permanente", y que el mejor modo de asegurarlo era la "subordinación de las unidades de tanques a los jefes de infantería..."

Las poderosas unidades galas fueron pésimamente
utilizadas en el transcurso de la Batalla de Francia
Tales eran los principios de un combate metódico y bien sentado, cuya dirección se ejercía cómodamente a distancia, desde puestos de mando situados "en el mango del abanico", o sea, fuera de la zona de guerra (cualquier semejanza con el mando militar en Puerto Argentino, es mera coincidencia). Tales eran los principios que destruían innovadores aturdidos que llegaban a hacer subir a los generales en vehículos blindados de mando, e incluso en aviones, para ver el campo de batalla, como Napoleón en Arcoli. El título dado por de Gaulle a su libro aumentó las repugnancias. Los viejos jefes se vieron relegados al mando del ejércitos de las milicias, mientras que nuevos jefes caracolearían por ahí a la cabeza del ejército motorizado. ¡Con todas sus fuerzas, se aferraron a sus batallones de tanques, instrumentos poderosos y dóciles de una guerra "sensata"!

A pesar de todo, tras el aplastamiento de Polonia, el mando francés juzga indispensable hacer algo (hacer las maletas como el mariscal polaco Rydz Smigly, quien huyera a Rumanía sin armas pero con importantes ganancias, mientras Polonia no había terminado de ruborizarse!!!, modo sarcasmo off).

El 16 de enero de 1940 ordena la creación de dos divisiones acorazadas. El 20 de marzo se crea una tercera. En pocas semanas, esas unidades mecánicas pesadas, discutidas durante años por las momias del estado mayor, salen de la nada y se alinean al lado de las D.L.M, para constituir algo parecido al cuerpo de batalla acorazado que reclamaban los "heréticos" de antes de la guerra. Las divisiones acorazadas francesas no son instrumento de decisión y de exploración estratégica, como las Panzerdivisionen de Guderian: las francesas sólo son útiles de contraataque destinado a restablecer la continuidad de frentes.

Nacido el día antes, el ejército alemán crece rápidamente. En el Cuartel General francés, el oficial encargado de mantener al día el orden de batalla enemigo, Capitán Glain, es acusado de padecer "alucinaciones", a fuerza de enumerar cuerpos de tropa nuevos, y sin embargo, sus evaluaciones son notablemente exactas, puesto que, el 10 de abril de 1940, señala en el frente oeste 137 divisiones alemanas, siendo la cifra real 136 y 1/2. Por el lado francés, en cambio, las creaciones del invierno se reducen a poca cosa: las D.C.R, una D.L.M suplementaria, 2 D.I, 2 D.I.N.A, 2 divisiones polacas (que aún lloraban la paliza de septiembre).

El Reich recurre a una reserva de efectivos aún abundantes, mientras que en Francia se ha llamado ya a todo el material humano. El refuerzo más considerable que recibe Gamelin es el refuerzo británico. Desde 4 divisiones en septiembre, la B.E.F (British Expeditionary Force) llega en mayo a 11 divisiones y a un total de 394.195 hombres. Es más de lo que Sir John French llevó a Joffre en 1914, pero mucho menos de lo que Sir Douglas Haig puso a disposición de Foch en 1918. El esfuerzo militar entre los aliados sigue siendo muy desigual: Francia moviliza a 1 habitante de cada 8; Inglaterra, 1 de cada 40.

El BEF, nunca fue lo suficientemente fuerte para apoyar eficientemente
a sus aliados galos, aunque era poco lo que podian hacer.
La B.E.F ocupa un sector al oeste de Lila, entre Maulde y Halluin. El cuartel general está en Arras. La cuestión del mando único, tan espinosa durante la 1ra Guerra Mundial, se arregló sin dificultad, gracias a que el General-Vizconde Gort aceptó espontáneamente ponerse a las órdenes de Gamelin.

Gort, el optimismo personificado, no deja de enviar a Londres informes satisfactorios, pero sus dos lugartenientes Sir John Dill y Alan Brooke, tienen una mirada más crítica.

En el diario secreto que éste lleva para la Sra. Brooke, no deja de anotar las señales de flojedad del ejército francés. Ejemplo: "Invitado al IX Cuerpo por Corap, me choca el espectáculo de las tropas que hacen desfilar delante de mi. Hombres sin afeitar, despeinados, con el uniforme y el correaje mal puesto, vehículos sucios y una completa falta de espíritu militar. A la orden de: ¡Vista izquierda!, apenas algún hombre, acá y allá, se toma la molestia de obedecer...". En cambio, le abruman las comidas que le ofrecen en los cuarteles generales franceses. "31 de octubre. Almuerzo con ostras, langostas, pollos, pate de foi gras, faisanes, quesos, helados, frutas, licores, etc. Esas comilonas me estropean el estómago y me perturban considerablemente el trabajo...".

El Mando

Ultima y gravisima razón de inferioridad francesa: la organización del mando. NO EXISTE en Francia nada análogo a la centralización que el O.K.W (Oberkommando der Wehrmacht) y que el carácter de Hitler dan a Alemania.

La URSS, cuando entre en guerra gozará de una concentración análoga de poderes en manos del Generalísimo Stalin. Inglaterra y EE.UU tendrán jefes de guerra omnipotentes, una gracias a la personalidad dominante de Winston Churchill, y otra gracias a la Constitución de Estados Unidos, que hace del presidente el jefe supremo de las FFAA. Sólo Francia escapará a esta regla lógica de salud pública.

Existe un Ministerio de Defensa Nacional: no es casi más que el viejo Ministerio de la Guerra con otro nombre. Existe un Jefe de Gobierno, Eduard Daladier: la idea de que, como Hitler y Roosevelt, pudiera ejercer personalmente el mando supremo está en antinomia con las ideas francesas. Existe un General Gamelin: habrá de ser un doctor en causística militar para entender sus atribuciones. Jefe de Estado Mayor de la Defensa Nacional, debería de tener a sus órdenes las tres ramas de las FFAA, ¡Pero NO ES ASÍ!:

La Marina y el Aire son independientes, y empeñados a seguir siéndolo.

Comandante en Jefe de las Fuerzas Terrestres, podría como Joffre en 1914, ser el único jefe en el frente principal, el Nordeste, pero no es así:

El Comandante en jefe del Nordeste es el General Georges.

Entonces, Georges, debería ser el dueño en su teatro de operaciones, y tampoco es así: Gamelin se ha reservado todos los cambios de oficiales generales, y mantiene con los subordinados de Georges unas relaciones directas incompatibles con los principios de la jerarquía.

El comandante general del ejercito francés, Maurice Gamelin.
El Ejército Francés tiene dos jefes supremos, lo que equivale a decir que no tiene ninguno.

La confusión se extiende a los Estados Mayores. Desde enero de 1940, el de Georges y el de Gamelin se han divorciado, quedándose uno en La-Ferté-sous-Jouarre, y el otro diseminándose alrededor de Meaux. El propio Gamelin se ha establecido en el fuerte de Vincennes, a las puertas de París, del lado del peligro, es decir, del Gobierno, del Parlamento y de los salones políticos. Residencia lúgubre: las casamatas del viejo fuerte exhalan salitre y hastío. Los fosos han visto pasar a los fusilados de todos los regímenes, desde el duque de Enghien hasta Mata Hari. Pero el fuerte de Vincennes no tiene estación de radio, ni siquiera un palomar, en una época en que las buenas cabezas militares francesas creen en las palomas mensajeras. La propuesta de utilizar un teletipo, hace que, al oficial que lo sugiere se le pregunte si confunde las ordenes militares con los resultados de las carreras, increíble... En el mes de mayo se medirá, lo que es el aislamiento, la ignorancia, la impotencia de aquel hombre que el pueblo francés cree que manda sus ejércitos.

Gamelin: muchos de los que le trataron sospecharon que bajo sus modales un poco suntuosos, conocía la verdad. Que tenía conciencia de la aplastante superioridad alemana y que, juzgando imposible todo viraje, se refugiaba en el fatalismo diluyendo sus responsabilidades. Pero, más vencido que Bazaine no teniendo ya nada que salvar, rechazará esa interpretación, indulgente en definitiva: "Lo confieso: creía en la victoria".

Discutiendo su carácter, se le reconocía inteligencia. Por su parte, él renuncia. Por desgracia, sólo era posible creer en la victoria si no era por insuficiencia de información o debilidad de juicio.

Fuente: "La Segunda Guerra Mundial". Raymond Cartier. Ed. Larousse/Paris Match. 1970.
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El ejercito francés antes de la ofensiva alemana de 1940

Despliegue de las fuerzas enfrentadas en mayo de 1940
Polonia ha caído hace unos meses atrás. El alto mando francés y otros confiados aliados británicos se aprestan a la "Guerra de Broma" en la Linea Maginot. Los ejércitos francos se ablandan en sus posiciones bajo la lluvia y luego la nieve. La Wehrmacht había dado en Polonia una exhibición de sus procedimientos de combate. Lección preciosa... ¡Lección perdida!

Desde octubre, el 2do Bureau del Cuartel General Francés, emprendió espontáneamente un estudio crítico de la campaña polaca. Prisionero del conformismo militar francés, cuidadoso de no chocar con las anacrónicas ideas de los grandes jefes, no se elevó a la sencillez y a la energía de las conclusiones formuladas en el otro bando por análogos estudios: fallo completo de la defensa lineal, preponderancia de la velocidad sobre la potencia de fuego, etc.

Sin embargo, enumeró con exactitud todas las características de la nueva guerra alemana. Mostró que la victoria de Polonia era labor casi exclusiva de las divisiones acorazadas cooperando con la aviación. Hizo notar que, en realidad, no había uno, sino dos ejércitos alemanes: un ejército infantería-artillería, y un ejército tanques-aviación, cada cual operando con su velocidad propia y en independencia mutua. Entrando en el detalle, el 2do Bureau desmontó la maniobra de las Panzerdivisionen: la 3ra, que forzó el cerrojo de Mlawa, dando un viraje para limpiar las orillas del Narew, antes de enderezarse para tomar Varsovia por el revés; y la 5ª, saliendo de Lvov, a 300 km de su punto de partida, y luego, con un giro de 120º, doblando también hacia Varsovia. Los efectos del bombardeo en picado sobre la moral de la tropa, el uso de paracaidistas, la paralización de los movimientos militares por inundaciones de fugitivos que sumergían los caminos, nada esencial falta en ese notable documento.

La lentitud de marcha del papeleo militar hará que llegue a algunos estados mayores durante la batalla de mayo, a tiempo de que puedan comprobar que estaba bien fundado. No tendrá otra utilidad.

A estas enseñanzas de la campaña de Polonia, verdaderas lecciones prácticas, el mando francés se niega a darles importancia. Se desanima discretamente a los oficiales que han emprendido su estudio. El 3er Bureau, autoridad decisiva, declara que: "no se podría tomar lo ocurrido en Polonia como base de instrucción del Ejército Francés durante el invierno. Las condiciones son demasiado diferentes. En Polonia, Alemania tenía que "pelear" con un ejército primitivo, mediocremente mandado y equipado, obligado a guarecer frentes desproporcionados en un terreno desprovisto de toda organización defensiva. En Francia, tiene por delante a un ejército moderno, mandado por un discípulo de Joffre, soberbiamente equipado, instalado en un campo de batalla tabicado en compartimientos, y apoyado en el sistema de fortificaciones más poderoso que se haya construido jamás, la línea Maginot."

Parte de las mejores divisiones galas se hallaban
defendiendo la Linea Maginot
El esfuerzo militar francés es sensiblemente equivalente al de 1914. Francia ha movilizado más de 5 millones de hombres, la octava parte de su población total, proporción enorme e incluso excesiva si se toman en cuenta las necesidades de mano de obra para la industria de armamentos. Mientras tanto, el déficit de nacimientos y las "promociones vacías", producido por la hecatombe de la 1ra Guerra Mundial, influyen gravemente en la demografía francesa. Una distribución establecida el 1 de marzo de 1940 muestra que los efectivos globales del ejército son inferiores en 415.000 hombres a lo que eran el 1 de mayo de 1917, al cabo de tres años de guerra y de un millón y medio de muertos y heridos. 


Al comienzo de las hostilidades, Francia ha puesto en pie 108 divisiones en sectores fortificados. Cada división comprende en principio de un grupo de reconocimiento divisionario (G.R.D.I), 3 regimientos de infantería (R.I) y 2 regimientos de artillería divisionaria (R.A.D). 65 divisiones se llaman de activo: 21 divisiones de infantería ordinaria (D.I), o motorizadas (D.I.M); 12 divisiones de infantería norteafricanas (D.I.N.A), 4 divisiones de infantería colonial (D.I.C). 2 divisiones ligeras mecanizadas (D.L.M), 5 divisiones de caballería (D.C) y 21 divisiones o sectores de fortaleza (D.I.F). Las demás son divisiones de formación, a razón de 6 en África del Norte y 37 en la metrópoli. Estas últimas se subdividen a su vez en dos categorías: 19 divisiones serie A, constituidas en torno de núcleos activos, y 18 divisiones de serie B, en que el ejército activo sólo está representado por los jefes de cuerpo.

Brigadas de caballería francesa

Brigada nativa del ejercito francés

Una severa instrucción y una disciplina rigurosa serian necesarias para dar a estas grandes unidades una coherencia a prueba de fuego.

Aparte de la divisiones y los cuerpos de ejército, las unidades y servicios que completan el ejército francés movilizado son positivamente innumerables. Francia presenta al combate:

40 batallones de tanques (más 8 compañías de transporte de tanques), 19 batallones de ametralladores, 78 batallones y 5 regimientos de infantería fuera de división. 56 regimientos de artillería (101 baterias de posición y 78 baterias móviles de artillería de fortaleza). 188 compañías de autotransporte, 32 compañías hipomóviles (más 27 compañías con mulas!). 4 regimientos de dragones, 8 batallones de zapadores, 7 batallones de camineros, 12 secciones de electricistas, 22 equipos pontoneros, 17 unidades de puentes pesados, 9 compañías de navegación, 16 batallones de zapadores de ferrocarriles, 8 compañías de monte cuarteleros, 10 compañías de cazadores forestales, 2 compañías de teleféricos, 33 grupos de transmisiones, 14 panaderías de campaña y por último 60 compañías completas de empleados administrativos de oficina.

Artillería francesa de 75"
En peso, el armamento de este ejército supera al del ejército alemán. La artillería es mucho más numerosa, y, en conjunto, mucho más poderosa, pero consiste casi por completo de piezas de 1918, con una doctrina de empleo que responde a la antigua guerra de posiciones. El material antiaéreo es insuficiente. El material antitanque (C.C.C) cuenta dos tipos de piezas, un buen cañón del 25 y un cañón del 47. El armamento de la infantería es satisfactorio, con un fusil anticuado, un excelente fusil ametrallador, una buena ametralladora pesada de la guerra anterior, y dos tipos de mortero adecuados. Sin embargo, la infantería francesa carece del arma de combate a corta distancia... la pistola ametralladora, y del arma típica de la defensa: la mina terrestre antipersonal, que, sin embargo, es casi tan fácil de fabricar como los platos de metal.




Sobre todo en materia de tanques, es donde la comparación resulta interesante. Pero el oficial del estado mayor que la establece (recién a comienzos de 1940), no tiene motivo para sentir inquietud especial si se toma en consideranción la potencia de estos medios blindados. Categoría por categoría los tanques franceses son más pesados, mejor blindados y mejor armados que los alemanes para esa época.

Las autoametralladores de 7 t y 12 t (los R-35, R-40, H-35, H-39) superan a los Pzkw I y II. Las autoametralladoras de 15 t, los D-1 de 16 t, los Somua de 20 a 22 t son más comparables a los Pzkw III. En la categoría más pesada, las 20 t de los Pzkw IV alemanes, con blindaje de 40 mm, son muy inferiores a las 30-33 t y al blindaje de 60 a 70 mm de los B-1, B-1 bis y B-1 ter. Las únicas ventajas de los medios blindados alemanes son una velocidad un poco superior y un radio de acción sensiblemente mayor.

En número, la comparación se mantiene. Las discusiones sobre este tema, después de la derrota francesa, han quedado zanjadas por documentos irrecusables. Nunca el ejército alemán puso en línea los 8.000 tanques de que se habla en el proceso de Riom, ni aún los 5.920 de un cálculo posterior.

Un documento del estado mayor alemán, que no se estableció a efectos de esta causa, enumera de manera detallada los efectivos y los tipos de vehículos que entraron en combate el 10 de mayo de 1940:

4.574 en total, incluidos los de transmisión y de mando, y de ellos sólo 278 Pzkw IV. Prescindiendo de las reliquias de la 1ra Guerra Mundial, los franceses ponen en línea 2.475 tanques, de los cuales 279 B de 35 t, más 240 autoametralladoras de combate, más unos 600 medios blindados ingleses. Tuvieron así superioridad numérica, al mismo tiempo que de blindaje y peso. Otros elementos producirían la derrota.

Caza estadounidense P39, al servicio de Francia

Cazas franceses
La comparación es mucho más desventajosa en el dominio aéreo. La aviación francesa sube desde el bajo nivel en que estaba en 1938. pero está lejos de haber alcanzado a la Luftwaffe de Hitler. Por lo demás... ¿Podrá alcanzarla? "Es difícil en un país de 40 millones de habitantes, tener a la vez un gran ejército, una gran marina, y una gran aviación", dice el iluminado Eduard Daladier. La potencia industrial habla. De 1937 a 1939, Alemania ha producido 470.000 tnl de aluminio. Francia, 140.000; Alemania ha producido 65 millones de tnl de acero; Francia, 20. La única manera de compensar esta diferencia hubiera sido coordinar en tiempo de paz los programas de armamento francés e inglés y recurrir al apoyo de EEUU.

No se hizo nada en cuanto a lo primero; y en tanto a lo segundo, cuando el Ministro del Aire francés quiso hacer encargos a la industria estadounidense, pasó de la sorpresa a la decepción: débil capacidad de las fábricas, lentitud de fabricación, obstaculos administrativos. Finalmente: El Congreso de los EE.UU, ignorante de la realidad, vota un embargo sobre las armas para Francia, congelando los 100 cazas Curtis P-39 y 215 bombarderos Glen Martin, encargados y terminados. Los franceses no se lo pueden creer. EEUU exhorta a Francia y a Inglaterra para que combatan al nazismo, y luego se repliega a su neutralidad para rehusarles toda ayuda.
Ford, el abuelo Bush, Kennedy Sr, y otros tantos inversionistas americanos ya han dejado unos buenos miles dólares en el III Reich ¿porqué venderle armas a los franceses? es "ilógico".

Cuando se suman las fuerzas aéreas franco-británicas, se descubre, sin embargo, que su inferioridad global es menor de lo que luego se creerá por lo que dicen los soldados, que juran no haber visto nunca en el cielo un solo avión amigo. Inglaterra y Francia disponen al comienzo de la batalla de mayo, de 3.450 aviones modernos, de los cuales 1.730 son franceses, contra unos 4.500 aparatos de la Luftwaffe. Pero la suma es una operación falaz. La mayor parte de los cazas británicos, y en especial los más modernos de la época, los Spitfire, están reservados para la defensa del Reino Unido y no intervendrán en la defensa del continente.

Bombarderos franceses
Por el lado francés, las formaciones de bombarderos son extremadamente débiles, y en especial, el bombardeo en picado, en el que el mando no cree, solo existe como muestra. Por lo demás, se observará con estupor que una parte importante de los medios aéreos franceses no se ha utilizado, y que el número de aviones disponibles era mayor el 24 de junio, fecha del armisticio, que en el 10 de mayo.

Fuente: "La Segunda Guerra Mundial". Raymond Cartier. Ed. Larousse/Paris Match. 1970.
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