El deportista mejor pagado de la historia 💰🏆

Hace unos años, más precisamente en el 2016, Forbes lanzó una lista de los atletas mejor pagados durante los últimos 12 meses y, según la cual, Cristiano Ronaldo, en ese entonces estrella del Real Madrid e ícono del fútbol, ​​era el deportista mejor pagado del mundo, con ganancias de $ 88 millones durante ese año. Y según la misma Forbes, los 100 mejores deportistas ganaron la increíble cantidad de $ 3.15 mil millones en un período de 12 meses. 


Forbes también clasificó a los 20 atletas mejor pagados de todos los tiempos, nombrando a la ex superestrella de los Chicago Bulls, Michael Jordan, como el atleta mejor pagado de la historia. Jordan había ganado un estimado de $ 1.7 mil millones a lo largo de su vida. El número 2 en la lista era la leyenda del golf Tiger Woods con $ 1.67 mil millones, y Arnold Palmer es el tercero en la lista con $ 1.35 mil millones.

Sin embargo, varios historiadores entre ellos Peter Struck, de la Universidad de Pennsylvania, afirman que el atleta mejor pagado de todos los tiempos ni siquiera compitió en este milenio o el milenio pasado. Según el Dr. Struck, un corredor de carros de la antigua Roma llamado Cayo Appuleio Diocles, acumuló una fortuna de 35,863,120 sestercios, el equivalente a $ 15 mil millones.

Las carreras de carros se remontan al menos al siglo VI a. C. y fue el deporte más popular en Roma. El centro principal de las carreras de carros era el Circo Maximo, un enorme estadio ovalado que podía albergar a más de 200.000 espectadores. Los aurigas solían ser esclavos o de entornos pobres, pero si tenían éxito, pronto podrían ganar suficiente dinero para comprar su libertad y, en algunos casos, podrían volverse muy ricos.

Había cuatro compañías de carreras romanas o establos (facciones). Estas facciones eran conocidas por los colores que usaban sus pilotos: el Equipo Azul, el Equipo Rojo, el Equipo Blanco y el Equipo Verde, colores inspirados en las cuatro estaciones. Cada equipo tenía hasta 3 carros en una carrera y a menudo colaboraban entre sí contra los otros equipos. Al igual que en los deportes modernos, a los corredores de carros se les permitió hacer una transferencia a un equipo diferente.

El número habitual de caballos enganchados a un carro era cuatro, pero también había carros de dos caballos, tres caballos, seis caballos y siete caballos. Sin embargo, los corredores de carro que participaron en carreras de carro de seis y siete caballos ganaban mucho más dinero que el resto de ellos.

Aparentemente, Cayo Appuleio Diocles, quien fue el auriga más prolífico en la antigua Roma, a menudo participó en carreras de carros de seis y siete caballos. Como Peter Struck escribió para Lapham's Quarterly, sus colegas aurigas y admiradores erigieron en Roma una inscripción monumental en el año 146, que lo aclamó plenamente en su retiro, a la edad de “42 años, 7 meses y 23 días”, como “el campeón de todos los aurigas”.

El antiguo atleta superestrella nació en Lusitania (actual Portugal) en el 104 d. C. Comenzó a competir a la temprana edad de 18 años y pronto llegó a Roma, donde su carrera de 24 años, que le trajo riqueza, fama y reconocimiento en todo el Imperio, estaba a punto de comenzar.

Comenzó a conducir para el Equipo Blanco y cuando tenía 24 años se transfirió al Equipo Verde. Solo tres años después fue transferido nuevamente, esta vez al Equipo Rojo menos popular y permaneció allí por el resto de su carrera. Lo más probable es que se transfiriera al Equipo Rojo por gloria y dinero.

El profesor Robert B. Kebric escribió en “The Career of Diocles, Roman Charioteer”, que Diocles fue selectivo en su elección de equipos y literalmente “fue por el oro”. Rompió los récords de muchos de varios predecesores famosos al ganar 1462 de sus 4257 carreras, pero ni siquiera estuvo cerca de las 3559 victorias de Pompeyo Musclosus, o las 2048 de Flavius ​​Scorpus, ambos pilotos para el Equipo Verde.

Como escribió el profesor Struck, “Su total de ingresos ascendió a cinco veces las ganancias de los gobernadores provinciales mejor pagados durante un período similar, suficiente para proporcionar grano a toda la ciudad de Roma durante un año, o para pagar a todos los soldados ordinarios de la ejército romano en el apogeo de su alcance imperial durante un quinto de año”.

La carrera de carros era un deporte peligroso y muchos aurigas murieron bastante jóvenes, pero este no fue el caso de Cayo Appuleio Diocles, que aparentemente tuvo la suerte de morir en paz en la pequeña ciudad italiana de Praeneste después del 146 d. C.


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La explosión del Krakatoa 💥

La erupción de Krakatoa, o Krakatau, en agosto de 1883 fue una de las erupciones volcánicas más mortales de la historia moderna. Se estima que murieron más de 36.000 personas. Muchos como resultado de las lesiones térmicas de las explosiones y otros más fueron víctimas de los tsunamis que siguieron al colapso del volcán en la caldera debajo del nivel del mar. La erupción también afectó el clima y provocó la caída de las temperaturas en todo el mundo. 


La isla de Krakatau se encuentra en el estrecho de Sunda entre Java y Sumatra. Es parte del arco de la isla indonesia. La actividad volcánica se debe a la subducción de la placa tectónica indo-australiana a medida que se mueve hacia el norte hacia el continente asiático. La isla tenía nueve kilómetros de largo y cinco de ancho. Antes de la erupción histórica, habían tres picos volcánicos unidos: Perboewatan, el más septentrional y más activo; Danan en el medio; y el más grande, Rakata, formando el extremo sur de la isla. Krakatau y las dos islas cercanas, Lang y Verlatan, son restos de una gran erupción anterior que dejó una caldera submarina entre ellas.

En los años anteriores a la erupción de 1883, la actividad sísmica alrededor del volcán era intensa, con algunos terremotos en lugares distantes como Australia.

En mayo de 1883, el capitán de un buque de guerra alemán, informó haber visto nubes de cenizas sobre Krakatau. Estimó que tenían más de 6 millas (9.6 km) de altura. Durante los siguientes dos meses, embarcaciones comerciales y barcos turísticos fletados frecuentaron el estrecho e informaron ruidos atronadores y nubes incandescentes. La comunidad científica envió expertos para estudiar la isla y encontraron inquietantes signos de actividad volcánica. Las personas en las islas cercanas celebraron festivales para celebrar los fuegos artificiales naturales que iluminaban el cielo nocturno. Estas celebración se detendría trágicamente el 27 de agosto.

A las 12:53 pm del domingo 26, la explosión inicial envió una nube de gas y escombros a aproximadamente 15 millas (24 km) en el aire sobre Perboewatan. Se informó de la caída de ceniza pesada desde barcos que se encontraban a más de 20 kilómetros de distancia del volcán, con pedazos de piedra pómez caliente de hasta diez centímetros de diámetro, que caían sobre sus cubiertas. Se cree que los restos de la actividad eruptiva anterior deben haber tapado el cuello del cono, permitiendo que se acumule presión en la cámara de magma. En la mañana del 27, el volcán entró en la catastrófica etapa final de su erupción, cuatro explosiones tremendas, escuchadas tan lejos como Perth, Australia, a unas 2.800 millas (4.500 km) de distancia, sumergieron a Perboewatan y Danan en la caldera debajo del mar. Se cree que el estruendo de la mayor de las erupciones es el sonido más alto registrado en la historia, alcanzando niveles de hasta 180 dB (SPL) a una distancia de 160 kilómetros.

La explosión inicial rompió la cámara de magma y permitió que el agua de mar entrara en contacto con la lava caliente. El resultado se conoce como un evento freatomagmático. El agua hirvió rápidamente, creando un colchón de vapor sobrecalentado que transportó los flujos piroclásticos hasta 40 km (25 millas) a velocidades superiores a 100 km/h. A la erupción se le ha asignado una calificación de 6 en el Índice de Explosión Volcánica y se estima que tuvo una fuerza explosiva de 200 megatones de TNT. (Para fines de comparación, la bomba que devastó Hiroshima tenía una fuerza de 20 kilotones, casi diez mil veces menos explosiva que la erupción de Krakatoa. La erupción de Krakatoa fue aproximadamente diez veces más explosiva que la explosión del Monte St. Helen de 1980 con un VEI de 5) 


El tefra (fragmentos de roca volcánica) y los gases volcánicos calientes mataron a muchas de las víctimas en Java occidental y Sumatra, pero miles más fueron muertos por el devastador tsunami. La pared de agua, de casi 40 metros de altura, fue creada por el colapso del volcán en el mar. Abrumo por completo las pequeñas islas cercanas. Los habitantes de las ciudades costeras de Java y Sumatra huyeron hacia tierras más altas. Ciento sesenta y cinco pueblos costeros fueron destruidos. El barco de vapor Berouw fue llevado casi una milla tierra adentro en Sumatra. Otro barco, el Loudon, había sido anclado cerca. El capitán del barco, Lindemann, logró girar la proa para enfrentar la ola, y el barco pudo cruzar la cresta. Mirando hacia atrás, la tripulación y los pasajeros vieron que no quedaba nada de la bonita ciudad donde habían estado anclados. Tras estas explosiones, sólo un tercio de la isla permaneció en su lugar. El resto había sido lanzado a la atmósfera y al mar.

Las explosiones arrojaron aproximadamente 11 millas cúbicas (45 km cúbicos) de escombros a la atmósfera, oscureciendo los cielos hasta a 442 km del volcán. En las inmediaciones, el amanecer no regresó durante tres días. Barógrafos en todo el mundo documentaron que las ondas de choque en la atmósfera dieron vueltas alrededor del planeta al menos siete veces. En 13 días, una capa de dióxido de azufre y otros gases comenzaron a filtrar la cantidad de luz solar capaz de llegar a la Tierra. Los efectos atmosféricos produjeron espectaculares puestas de sol en toda Europa y Estados Unidos. Las temperaturas globales promedio fueron de hasta 1.2 grados más frescas durante los próximos cinco años. Tres años después, observadores de todo el mundo describían los brillantes colores que podían verse durante el crepúsculo y el alba, ocasionados por la refracción de los rayos solares en las partículas en suspensión.

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La guerra hispano americana, el 2 de Mayo 💥

Contrario a lo que se explica en los libros escolares; las fuerzas independentistas sudamericanas no derrotaron al ejército español propiamente dicho; sino a una reducida guarnición europea, reforzada por una importante cantidad de americanos leales a la corona, que con esfuerzo pudo dejar el reino de España mientras se desangraba en las guerras napoleónicas: en 1805 la aun poderosa escuadra española era echada a pique por Lord Nelson en Trafalgar; mientras que tres años después, su territorio era invadido por Napoleón y Wellington para iniciar una confusa campaña de guerra de guerrillas que se prolongaría hasta 1814. Este contexto fue el propicio para que los pueblos sudamericanos se pongan en pie de guerra y con mayor o menor éxito, logren su independencia de España. 


Décadas después, cuando España se sentía recuperada de los eventos previos, se lanzó a la reconquista de sus antiguas colonias (según las naciones afectadas) o al menos busco un reconocimiento de su autoridad, empezando por las repúblicas “rebeldes” sudamericanas; así que estaba a la espera de un motivo para una demostración de fuerza; mientras tanto, en 1862 zarpa de Cádiz una expedición científica la cual tenía como itinerario los puertos de Río de Janeiro, Buenos Aires, Valparaíso, Callao, Guayaquil, Panamá, Acapulco y San Francisco. Pese al carácter pacífico de la expedición, está fue tomada como una provocación por parte de las naciones sudamericanas, sin embargo pese a estas sospechas todo marchó con normalidad durante la primera mitad de la travesía.

La flota que acompañaba a la expedición, bajo el mando de Luis Hernández-Pinzón Álvarez, estaba conformada por las siguientes unidades navales: 

• Fragata “Triunfo” de 3200 tl y construida en 1862
• Fragata “Resolución” de 3200 tl y construida en 1861
• Corbeta “Vencedora” de 778  tl y construida en 1861
• Goleta “Covadonga” de 630 tl y construida en 1859

El 10 de julio de 1863 la flota llegó al puerto del Callao, en costas peruanas, un incidente entre obreros con sus patrones en una hacienda, acabó con un trabajador español muerto. Las noticias llegaron a España y fueron el pretexto que esperaban: las exigencias diplomáticas no se hicieron esperar, en ese momento la expedición se hallaba en California y ahí se embarca el diplomático Eusebio Salazar y Mazarredo, para diciembre de ese mismo año la flota llegaba nuevamente al Callao. En marzo de 1864 llegaron las instrucciones desde Madrid donde se daba principal importancia al hecho de preservar la paz y se nombra a Salazar y Mazarredo "Comisario especial y extraordinario de la reina", título que era inaceptable para el gobierno peruano por estar asociado a la época colonial. 


En este punto existe un fuerte debate acerca del comportamiento de Salazar y Mazarredo, el cual es acusado de falsificar las órdenes de la corona y entregarle a Pinzón información tergiversada, empujándolo prácticamente a tomar medidas que encenderían el conflicto. En abril la flota española ocupó militarmente las islas de Chincha, cuando la noticia llegó a España, el gobierno desautorizó a Salazar, pero ante el hecho consumado de la toma de las islas, y la eventual ruptura de las hostilidades, se decidió reforzar la escuadra con el envío de las fragatas de “Blanca”, “Berenguela” y “Villa de Madrid”. Dada la evidente superioridad militar española, hecho que se consumaría con la llegada de la modernisima fragata “Numancia” en mayo de 1865 bajo el mando de Casto Méndez Núñez, se logró un acuerdo diplomático, si bien este fue desentendido por la nueva administración peruana tras el golpe de estado realizado por parte de Mariano Ignacio Prado.  


Pese a las buenas relaciones que Chile tenía con España tras ser reconocido por esta en 1844, el gobierno chileno y su pueblo se solidarizaron completamente con el Perú. Prueba de esto fue el envío desde Chile de armamento y pólvora hacia el Perú, así como el cese de la venta de carbón a buques españoles. El 17 de septiembre de 1865 José Manuel Pareja (nacido en Perú), sucesor de Pinzón, ancló frente a Valparaíso con su buque insignia “Villa de Madrid” y junto a la “Resolución”, la “Berenguela”, la “Blanca” y la “Vencedora”. Siguiendo las instrucciones recibidas desde España, reiteró las acusaciones de Madrid y presionó al gobierno chileno para que levantara las restricciones impuestas a su escuadra, lo que le es negado, esto y los ataques efectuados por la ciudadanía chilena y su prensa contra los representantes españoles, además del apoyo con implementos de guerra para Perú provocaron que España le declara la guerra a Chile en septiembre de 1865, mientras que el nuevo gobierno peruano lo hizo en diciembre. Al año siguiente, aunque de manera nominal, Ecuador y Bolivia también se unieron al ejército de defensa.  


Se desarrollaron cuatro acciones bélicas importantes; los combates navales de Papudo, dónde los chilenos capturan la goleta “Covadonga”, y Abtao, que no fue más que una escaramuza; La ampliación del conflicto, que ahora abarcaba a casi todos los países sudamericanos del Pacífico y la pérdida de la “Covadonga” acrecentaron el sentimiento de culpa del vicealmirante Pareja que lo llevaría prontamente a suicidarse, siendo sucedido por Casto Méndez Núñez. El bombardeo de Valparaíso en donde la escuadra española arrasa el puerto a pesar de hallarse indefenso. Sin embargo, antes de esto ocurrió un hecho interesante: los diplomáticos chilenos trataron de convencer a Castro Méndez Núñez, almirante español, de no bombardear el puerto, y a cambio realizar un duelo entre barcos españoles y aliados en igualdad de condiciones. Lógicamente, Méndez se negó; incluso ante la amenaza de inhibirlo por la fuerza por parte de los representantes británico y norteamericano que eran observadores del conflicto. Méndez Núñez responde con una célebre frase: “La Corona, España y yo, preferimos vivir en honra y sin barcos, que con barcos sin honor”. A pesar de todo, británicos y norteamericanos no intervinieron y permitieron que la escuadra española arrase con el puerto, aunque luego de tomar la gentileza de espera a la evacuación de la ciudad por parte de la población civil. Sobre este bombardeo el propio Méndez Núñez expresó su disconformidad al Gobierno de Madrid: “todo el mundo civilizado reprobará nuestra conducta”. 


Espoleado por los reproches vertidos, desde todos lados, en cuanto al ataque contra Valparaíso, la flota española puso rumbo a El Callao, el puerto mejor defendido de Sudamérica y su siguiente objetivo.

El 25 de abril de 1866 por la mañana se anunció en Lima la llegada de la Escuadra Española, y que está había anclado en el lado norte de la isla de San Lorenzo, se componía de los siguientes buques de guerra: 

• La fragata blindada “Numancia” con 40 cañones
• La fragata “Villa de Madrid” con 50 cañones
• La fragata “Almanza” con 54 cañones
• La fragata “Resolución” con 42 cañones
• La fragata “Blanca” con 42 cañones
• La fragata “Berenguela” con 40 cañones
• La corbeta “Vencedora” con 3 cañones

Ademas de los buques auxiliares:

• El buque aviso “Consuelo” con 2 cañones
• El transporte “Marqués de la Victoria” con 2 cañones
• El vapor mercante “Maule”, apresado en Chile, con 2 cañones
• El vapor mercante “Matías Cousiño” con 2 cañones
• Los transportes a vela “Mataura”, “María” y “Lotta and Mary”

En total: 279 cañones, la mayor parte de 68 lb. Sin embargo, para el combate, debemos restar las piezas de artillería de los buques de transporte y mercantes, así como los cañones inutilizados en algunos buques durante el Combate de Abtao, con lo que la cantidad de piezas de artillería operativas sería de 252, de estas hay que considerar que los buques españoles solo podían disparar de lado por lo que el poder de fuego real se reduciría a la mitad (126)

El 26 de abril, Méndez Núñez anunciaba al cuerpo diplomático que el puerto del Callao quedaba bloqueado y señaló el plazo de 6 días para el retiro de los buques neutrales. A diferencia de lo ocurrido en Valparaíso aquí los representantes extranjeros no opusieron  argumentos ante el almirante español. Quizás por estar el Callao, a diferencia del puerto chileno, bien artillado o quizás porque ya conocían del carácter de Méndez Núñez. 


En lo que correspondía a las defensas del puerto, el gobierno del derrocado presidente Pezet había adquirido importante material bélico, aprovechando el largo periodo de negociaciones diplomáticas de los años anteriores, entre los que resaltaban los cañones Armstrong de 300 lb. y los Blackely de 500 lb. además de los pocos barcos de la flota peruana que se habían quedado en el Callao, algunos de los cuales habían sido reconvertidos inclusive en monitores blindados siguiendo el ejemplo de los estadounidenses (CSS Virginia y USS Monitor)

Desde que fue declarada la guerra a España, el gobierno había dispuesto la fortificación del Callao, y no pudiendo hacer uso de las antiguas fortalezas virreinales por estar en ese sitio los almacenes de Aduana, fue preciso improvisar algunas baterías en la playa, al Sur y Norte de la población. Está labor fue encomendada a los ingenieros Ernesto Malinowski (Polonia), José Cornelio Borda (Colombia) y Felipe Santiago Arancibia.

Pero pese a sus esfuerzos, los trabajos para concluir las defensas no se habían terminado, e inclusive varias de las piezas de artillería no habían podido ser montadas aún. Construidas con el apuro que demandaban las circunstancias, habían quedado sin colocarse 2 cañones Armstrong y 1 de los Blackely, 2 días antes del bombardeo se ofrecieron ciudadanos estadounidenses para colocarlos y formar los terraplenes, parapetos y polvorín subterráneo dentro de 24 horas si se ponían a su disposición 3,000 trabajadores. Se anunció al pueblo esta necesidad por carteles fijados en las principales esquinas de la capital: a la hora designada acudieron al Callao más de 10,000 hombres. 


De esta manera las defensas del Callao quedaron conformadas de esta manera:

Defensas Norte, al mando del coronel José Joaquín Inclán:

• Independencia, con 6 cañones de 32 lb, mandada por el teniente coronel D. Mariano Delgado de la Flor.

• Fuerte Ayacucho, erigido sobre el antiguo fuerte colonial San Miguel, fuerte auxiliar del Real Felipe. Tenía 2 cañones Blakely de 500 lb, al mando del teniente coronel Andres A. Cáceres.

• Pichincha, con 5 cañones de 32 lb al mando del teniente coronel Don Melchor Delgado

• Torre Junín, contaba con 2 cañones Armstrong de 300 lb sobre una torre giratoria, llamada “tamborete” en el parte oficial, al mando del sargento mayor D. Tomas Iglesias. 


Defensas Sur, al mando del coronel Manuel G. de la Cotera:

• El Cañón de Pueblo, conformado por un cañón Blakely de 500 lb colocado a última hora, al mando del capitán de fragata Hercilio Cabieses. Estaba ubicado frente al antiguo arsenal, al norte del castillo del Real Felipe.
• Provisional, conformado por 5 cañones de 32 lb al mando del capitán de corbeta José Sánchez Lagomarsino. Estaba ubicado al oeste del Real Felipe.
• Chacabuco, conformado por 5 cañones de 32 lb al mando del teniente coronel Miguel Rodríguez. Estaba ubicado al sur de la batería Provisional.
• Fuerte Santa Rosa, tenía 2 cañones Blakely de 500 lb, un cañón de 68 y 7 cañones de 32 lb, al mando del capitán de fragata Guillermo Torres. Estaba ubicado en la zona de Chucuito. Era el antiguo fuerte de San Rafael, construido en el siglo XVIII como un auxiliar del Real Felipe, destruido durante la Guerra del Pacífico.
• Maipú, tenía 6 cañones de 32 lb al mando del coronel Ruperto Delfín. Estaba ubicado al sur del fuerte Santa Rosa.
• Torre de la Merced, tenía 2 Armstrong de 300 lb en una torre giratoria blindada. Estaba ubicada al sur de la batería Maipú, en La Punta.
• Abtao, tenía 6 cañones de 32 lb al mando del teniente coronel Benito del Valle. Estaba ubicado al sur de la Torre de la Merced.
• Zepita, tenía 6 cañones de 32 lb al mando del coronel José Antonio Morón. Estaba ubicado en La Punta, pero sus cañones apuntaban hacia la Mar Brava, al sur del Callao, mientras el resto de cañones apuntaban dentro de la bahía, hacia la isla San Lorenzo.

La flota de guerra peruana estaba representada por los siguientes buques:

• El monitor “Loa” con 2 cañones
• El monitor “Victoria” con un cañón
• El vapor “Tumbes” con 2 cañones
• El vapor “Sachaca” con 6 cañones (no participaría)
• El vapor “Colon” con 2 cañones (no participaría)

En total: 65 cañones (descontando los 8 de los últimos 2 vapores) y debería también considerarse que los 6 cañones de la batería Zepita no entrarían en acción el día del combate, dándonos un total de 59. 


La población civil del Callao mientras tanto había sido evacuada hasta la ciudad de Lima, dónde las familias más acomodadas dieron alojamiento a mujeres, ancianos y niños.

La colonia extranjera de Lima y Callao, conformada por italianos, franceses, ingleses, alemanes y estadounidenses, muchos de ellos jefes de casas de comercio o personas acaudaladas, organizaron compañías de bomberos, la víspera del día señalado para el bombardeo, si en caso Méndez Núñez cumplía su palabra y dejaba en cenizas el puerto peruano.

El Secretario de la Guerra, coronel José Gálvez escogió la Torre de la Merced para observar los movimientos del enemigo, a impartir sus ordenes. 


💥 EL COMBATE 💥

El día 2 de mayo, a las 10 horas, la flota española levo anclas y se puso en movimiento rumbo al Callao. 


A las once y quince de la mañana, la escuadra española, tendida en una línea en forma de “V”, se acercó desafiante al puerto. A la derecha, al sur del puerto, estaba la Numancia, seguida por las fragatas Blanca y Resolución. El sector de la izquierda o del norte, estaba formado por las fragatas Villa de Madrid, Berenguela y Almanza. La corbeta Vencedora era el punto de intersección de la pirámide. Los barcos más pequeños se situaron atrás. Era, en conjunto, la escuadra más formidable que había navegado las aguas del Pacífico americano hasta ese momento.

Desde una perspectiva técnica esta formación pudo haber sido mejorada, según diversos autores, si el ataque hubiera sido tomando a las baterías del sur entre dos fuegos incluyendo por retaguardia, se hubiera bombardeado a la población para finalmente lanzarse sobre las defensas del norte. Pero, por una cuestión de honor militar la intención del almirante español era atacar las baterías de frente.

El pueblo del Callao lucía embanderado y había sido abandonada por todos aquellos que no eran combatientes. El general Buendía había agrupado varios batallones para impedir un posible desembarco español. Entre el Callao y Bellavista se concentraban los bomberos limeños y chalacos. Cerca de allí, los bomberos italianos, franceses, ingleses y alemanes portaban sus respectivas banderas nacionales.

A las 11:50 la Numancia comenzó el bombardeo, siguiéndola a continuación la Blanca y la Resolución. Al tercer disparo del buque insignia español, los cañones de 300 de la torre de La Merced respondieron al ataque. Esto es debido a la actitud de José Gálvez, ministro de la Guerra, quien no permitió a los artilleros disparar hasta que no lo hicieran los españoles. Al preguntarle el porqué, respondió: “Justifiquemos nuestra causa”. Este hecho hizo perder a las defensas del sur la iniciativa estratégica. Ningún disparo peruano hizo blanco. Por lo que hubo que reapuntar los cañones. Esta pérdida de tiempo (los grandes cañones tenían una cadencia de fuego de entre ¡veinte y veinticuatro minuto! osea entre 2 a 3 disparos por hora) se podría haber evitado si la artillería peruana hubiera comenzado a disparar mientras los buques españoles tomaban posiciones. Esto no pasó así en el frente norte, donde las baterías peruanas sí aprovecharon esos momentos críticos para abrir fuego. 


Al poco de comenzar el combate el Cañón del Pueblo de 500, tras realizar su primer disparo se descarriló de su afuste por el retroceso, quedando inservible durante todo el combate.

A las 12:10 el vapor peruano Tumbes comenzó a salir del muelle con la intención de impactar su torpedo de botalón contra un buque español. Los disparos de la Numancia y la Almanza le hicieron retroceder y guarecerse de nuevo en el puerto.

A las 12:30 la Berenguela llegó a su posición, abrió fuego contra las defensas del norte y fue respondida desde las baterías peruanas.

Algo más tarde de las 12:30 un disparo probablemente procedente del monitor Loa fue a parar a la barandilla del puente de la Numancia, donde se encontraban el Comandante del buque, y Méndez Núñez, Comandante de la Escuadra. La bala produjo ocho heridas de cierta gravedad a Méndez Núñez. A pesar de la insistencia de los oficiales, el Comandante se negó a retirarse al área médica, hasta que finalmente se desplomó por la pérdida de sangre. Antes de que se lo llevaran del puente ordenó que no se arriara su pabellón de mando para no desanimar a las tripulaciones. 


Entre las 12:45 y las 13:00, la Villa de Madrid llegó a su destino y paró las máquinas para colocarse en posición de combate. Mientras maniobraba, un certero disparo procedente de la Torre Junín cayó sobre ella, destrozando su tubo de conducción de vapor, matando a 13 hombres e hiriendo a 22. La bala dejó inmovilizada a la fragata. La Almanza comenzó a maniobrar para socorrer a la Villa de Madrid, pero al ver que la más ágil Vencedora ya iba en su ayuda, continuó con el combate. Mientras era remolcada fuera del combate, la fragata llegó a efectuar 200 disparos (unas 8 andanadas por cañón)

Pasadas las 12:45 la Torre “Junín” cesó de hacer fuego, según los peruanos, por la obstrucción de uno de los cañones de 300. Corregido este problema continuó su acción contra los buques españoles.

A las 13:00 una granada, probablemente disparada desde la Blanca, cayó sobre los saquetes de pólvora de uno de los cañones de la Torre de La Merced. Al estallar hizo saltar por los aires la torre, pereciendo 41 hombres, entre ellos el ministro de Guerra José Gálvez. Otra versión señala que la impericia de los hombres encargados de esta batería provocó el accidente, fatídico para los peruanos. Esto además dejó fuera de combate a las 2 piezas de 300 ubicadas en esta torre. 

Después de la explosión, la Resolución se separó de la 1ª División y se dirigió hacia el muelle para apoyar a la 3ª División. Tras bombardear la población, con cohetes incendiarios, y a los barcos peruanos durante un largo espacio de tiempo, regresaría a su posición original para cañonear el Fuerte Santa Rosa.

Sobre las 13:00 la Berenguela que luchaba en solitario contra las defensas del norte, recibió una bala de 500 libras, proveniente del Fuerte Ayacucho, que impactó bajo la línea de flotación abriendo un boquete de 4,25 metros de largo por 1,2 metros de ancho. Poco después, un nuevo disparo del Ayacucho atravesó el costado del barco, provocando un incendio en el departamento contiguo al pañol de la pólvora. Mientras se intentaba taponar la vía de agua con colchones y otros materiales, se trasladaron todos los cañones a babor, se desaguaron los aljibes de estribor y se pusieron en funcionamiento todas las bombas. Al tiempo, se trataba de extinguir el incendio. Finalmente, se logró contener el agua y apagar el fuego. El buque, ladeado, se retiró del combate. Con dos fragatas imposibilitadas de seguir combatiendo, la 2ª División de la Escuadra había sido rechazada por las defensas peruanas.

A las 13:30 la Vencedora regresó de nuevo al combate tras poner a salvo a la Villa de Madrid. Tras colocarse en su posición continuó con el bombardeo sobre las defensas del norte, los buques peruanos y la población.

A las 14:30 una enorme granada explotó en la batería de la Almanza, provocando la inflamación de los guardacartuchos. El incendio se propagó por el sollado hasta llegar al antepañol de la pólvora. El Comandante de la fragata, tras recibir tres partes en los que se solicitaba anegar el pañol para que la pólvora no explotara, exclamó: “Yo hoy no mojo la pólvora, volaremos antes”.

Mientras el buque seguía disparando sus cañones, el Comandante ordenó izar la señal de “fuego a bordo” y separarse de la cercana Numancia, para evitar así que le afectara la posible explosión de su barco. Una vez que se consiguió sofocar el fuego, la Almanza volvió a su posición original, reanudando el cañoneo a las 15:00 sobre el Fuerte Santa Rosa, la flota peruana y la población. 


A las 14:30 una bala procedente del Fuerte Santa Rosa cayó sobre la Blanca, destrozando el almacén de agua y causando la muerte a 8 hombres. Al poco la munición se agotó, por lo que el Comandante decidió retirarse del frente. Tras dirigirse hacia la Berenguela y comprobar que no precisaba ayuda, volvió hacia el frente, colocándose entre el Fuerte Santa Rosa y la población. A las 15:30 se agotaron definitivamente todas las balas y los cohetes incendiarios. Entonces, el buque se colocó entre la 1ª y la 3ª División para prestarles auxilio en caso de necesitar ayuda.

A las 15:40 la Vencedora trató de disparar cohetes incendiarios sobre el puerto y la población, pero al reventar el disparador, tuvo que volver a usar los cañones.

A las 16:00 únicamente tres cañones del Fuerte Santa Rosa responden desde tierra al fuego español (según fuentes españolas los únicos que lo hacían), según informes peruanos 1 de los Blackely se había descarrilado. Así mismo, a estas alturas del combate todas las piezas de 32 habían dejado de hacer fuego por estar los buques españoles fuera de su alcance. 


A las 16:45 la escuadra española decide dar por finalizado el combate. A las 17:00 se da la orden de finalizar el bombardeo. A las 17:30 la Almanza detiene el cañoneo. Todas las naves se dirigieron al fondeadero.

Sobre las 17:50, cuando la escuadra ya estaba cercana a la isla de San Lorenzo, los tres cañones del Fuerte Santa Rosa que aún respondían al fuego español, efectuaron sus últimos disparos. Según el parte dado por Méndez Núñez estos se realizaron sin bala. 

El último disparo lo efectuó el monitor peruano Victoria. A las 18:00 la Escuadra llegó al fondeadero.

🔰 RESULTADO 🔰

Según el Parte de Combate de la Escuadra las bajas españolas fueron de 43 muertos, 83 heridos y 68 contusos.

Por el lado peruano, es mucho más difícil tener una cifra exacta. Pero ya en aquel entonces se hablaba de 200 a 300 el número de bajas, entre muertos y heridos.

De las unidades navales españolas la Berenguela y la Villa de Madrid tuvieron que retirarse tempranamente del combate por haber sufrido daños de consideración, la Almanza al haber sido uno de los buques que demostró mayor arrojo y combatividad durante el ataque había sufrido también importantes daños, además del riesgo de volar en pedazos, pero aún así se mantuvo en primera línea hasta agotar municiones. La Numancia después de disparar 1005 proyectiles y recibir 52 impactos, de los cuales solo 1 perforó su blindaje estaba en óptimas condiciones así como los otros 3 buques españoles que también habían recibido daños menores.

Por el lado peruano, ninguno de los buques recibió daños de consideración. Inclusive el actuar de los monitores peruanos llamo mucho la atención de la prensa internacional (sobretodo estadounidense)

En cuanto a las baterías peruanas, el mayor daño evidentemente fue el de la torre La Merced, que explotó por completo. Según la versión difundida por el almirante Méndez Núñez y los protagonistas españoles, la casi totalidad de las baterías del puerto fueron silenciadas al punto de que al momento de retirarse, solo tres cañones del Fuerte Santa Rosa continuaban disparando. Según los peruanos, a excepción de lo ocurrido en La Merced, ningún cañón quedó fuera de combate por fuego enemigo sino por el desmontaje o descarrilamiento de los cañones o por la obstrucción de los mismos. En este punto es notoria la falta de entrenamiento por parte de los artilleros peruanos, y la improvisación a la hora de hacer la instalación de las piezas de artillería. Como señalaron los mandos del ejército peruano en sus informes.

“Los accidentes ocurridos en los cañones de mayor calibre, no son por cierto ocasionados por los proyectiles enemigos que estuvieron muy lejos de tocarlos; no habiéndose podido prever sin un serio ensayo, los defectos de las cureñas de los Blackely, no era extrañarse, sobre-vinieran tales acaecimientos” - Manuel G. de la Cotera

La apresurada construcción de las fortificaciones e instalación de las piezas de artillería, provocó que no hubiese tiempo para realizar prácticas de tiro o al menos entrenar a la tropa en el manejo de las mismas. Claro ejemplo de esto es el caso del Cañón del Pueblo, un poderoso Blackely de 500, que fue instalado en menos de 24 por los mismos ciudadanos pero que quedó inutilizado al primer disparo.

De la misma manera, como vimos, los cañones de 32 lb (la mayoría de piezas artilleras peruanas) dejaron de hacer fuego por estar los buques españoles fuera de su alcance.

Así mismo, la población del Callao no sufrió los daños que aseguraba Méndez Núñez sufriría, como indica el diplomático norteamericano T.H. Nelson, a bordo también del USS Powhatan, en una carta privada de fecha 3 de mayo dirigida al Dr. Robert Trumbull en Valparaíso, señala:

“El fuerte [Santa Rosa] contestó sus fuegos con brío hasta que a los 20 minutos los buques se retiraron, hasta quedar a tiro lejano, en cuya situación continuaron el duelo hasta las cuatro y 45 minutos de la tarde, hora en que pusieron término al combate. En el acto bajé a tierra y después de felicitar cordialmente al presidente Prado por su distinguido triunfo, acompañé al General Flove a ofrecer los servicios de los cirujanos a los heridos. Luego visité todas las baterías y me sorprendí al ver el poco daño que se les había hecho... Los daños causados en el Callao son escasamente apreciables. Las baterías ocuparon tan continuamente a la escuadra que no hubo tiempo para bombardear la ciudad. Es posible estimar el daño causado a los buques, por los trozos de madera varados en la playa es evidente que sufrieron daños seriamente.”

Es reseñable el hecho de que Nelson se equivoque a la hora de afirmar que la escuadra española no tuviera tiempo de bombardear la ciudad. La Resolución, la Vencedora y la Berenguela así lo hicieron, aunque al fallar los cohetes incendiarios, el resultado no fue el esperado.

El Almirante George Pearson en una carta al ministro de su país en Chile Hugh Judson Kilpatrick coincide en lo expuesto por Nelson atribuyendo la victoria a las baterías de tierra pero reconociendo en todo momento el valor y coraje desplegado por los marinos españoles.

Historiadores españoles contemporáneos a los hechos como Pedro De Novo y Colson destacan la valentía de la marina española, en condiciones inferiores de combate. Dice que la escuadra española, compuesta de naves de madera a excepción de la Numancia, no contaba con un solo cañón de gran calibre para enfrentar a los doce(?) cañones Armstrong, “de monstruoso y extraordinario alcance”, del Perú, que podían atravesar una nave blindada con planchas de 19 centímetros (la Numancia tenía planchas de apenas 13 centímetros). Y, sin embargo, las bajas de la escuadra española fueron, según él, una décima parte de las peruanas.

Según De Novo y Colson, el retiro de la escuadra española antes de apagar totalmente los fuegos enemigos permitió que en el Perú se jactasen por la victoria porque habían hecho retirar maltrechos a los buques. El autor justifica que los españoles no repitieran el ataque para confirmar su victoria.

Según él, había una gran razón: la escasez de municiones de la escuadra tras el combate. Pero, luego, él mismo se contradice y afirma que “aún cuando la escuadra hubiese dispuesto de suficientes municiones, un segundo combate habría revestido peligros tan grandes como el primero, agujereados sus cascos, hambrientas y desfallecidas sus tripulaciones, invadidas por el terrible escorbuto, sin víveres casi, sin pertrechos, disponíanse para atravesar 3,000 leguas de océano, navegación que por sí sola constituía una larga campaña”. Concluye que los peruanos no pudieron negar el valor desplegado por la escuadra española ni los españoles pudieron dejar de reconocer la bravura que mostraron los defensores del Callao.

De está manera, el 10 de mayo, después de enterrar a sus muertos, curar a sus heridos y reparar sus navíos en la Isla San Lorenzo, los españoles dividieron su escuadra. Por una parte, las fragatas Numancia y Berenguela, la corbeta Vencedora y los transportes Marqués de la Victoria, Uncle Sam y Matauara se dirigieron hacia las Filipinas para avituallarse y desde allí continuar su viaje hacia Cádiz (en este viaje la Numancia lograría ser el primer buque blindado en dar la vuelta al mundo). El resto de la escuadra, es decir, las fragatas Resolución, Blanca, Villa de Madrid y la Almansa, bajo el mando de Méndez Nuñez, navegaron hacia el Atlántico sur. Estos buques permanecieron en aguas sudamericanas, atracados en Río de Janeiro y Montevideo, en espera de una nueva expedición de castigo al Pacífico o en previsión de un ataque por parte de la escuadra chileno-peruana. Poco después, el gobierno de Madrid envió a las fragatas de hélice Concepción y Navas de Tolosa para reforzar esta flota.

📛 REPERCUSIÓN INTERNACIONAL 📛

Las noticias del combate llegaron pocos días después a los países aliados con Perú, donde fue celebrado con distintos actos. En Chile, el resultado se conoció el 10 de mayo, suscitando gran júbilo popular. Los repiques de campanas, banquetes y misas abundaron, el 12 fue embanderada la capital chilena y tuvo lugar un tedeum en la catedral con asistencia del presidente José Joaquín Pérez y sus ministros y siendo el invitado principal el plenipotenciario peruano Felipe Pardo y Aliaga. También hubo manifestaciones oficiales y populares en La Paz (Bolivia). El gobierno de este país, presidido por Mariano Melgarejo, declaró el 17 de mayo fiesta nacional y acuñó una medalla con la inscripción: «A los vencedores de Abtao y el Callao». En Ecuador, el gobierno de Jerónimo Carrión, dispuso celebraciones por tres días consecutivos y la Sociedad Republicana organizó un desfile con los pabellones de las cuatro naciones aliadas por las principales calles de Quito.

A principios de junio, comenzaron a llegar las noticias a España, donde fueron celebradas con grandes festejos: orquestas, espectáculos pirotécnicos y obras de teatro, cuyos beneficios fueron a parar a las viudas y huérfanos de los muertos en combate. Por Real Decreto de 10 de junio, Méndez Núñez recibió el cargo de Jefe de Escuadra y por Reales Decretos de 20 de junio, todos los oficiales que comandaron un buque de la Escuadra del Pacífico fueron ascendidos y todos los hombres que estuvieron embarcados recibieron el doble de paga. Méndez Núñez también fue recompensado con la Gran Cruz de Real y Distinguida Orden de Carlos III, por Real Decreto de 26 de junio.

A una semana del combate, el 9 de mayo, Méndez Núñez dirigió al decano del cuerpo diplomático en Lima una misiva vanagloriándose de haber castigado con sus fuerzas navales al Gobierno Peruano con el “bombardeo del Callao”, y agregaba que “si el gobierno de la república ejecuta o tolera tropelías contra los súbditos españoles en ella residentes, las fuerzas navales de Su Majestad Católica vendrán otra vez a esta agua para vengarlas”.

Mariano Ignacio Prado, jefe supremo del Perú y presidente provisional, ingresó triunfalmente a Lima el 13 de mayo. Lo hizo en medio de ovaciones por la victoria en el Combate del 2 de Mayo. El hecho fue consignado en la edición del 1 de junio del diario “The New York Times”, en Estados Unidos. 


📌 CONCLUSIONES 📌

En el Perú la contienda tuvo serias consecuencias económicas. Los gastos para la compra de armamento y barcos de guerra fueron muy elevados, lo que, unido a la ocupación de las islas Chincha (productoras de guano, la principal fuente de ingresos del país), llevaron a la solicitud por parte del gobierno de diversos préstamos. Esta situación se alargó en el tiempo, ya que la deuda en 1872 era diez veces mayor que en 1868.

En España la crisis económica se dejó sentir con fuerza. Esto, unido a la pérdida de las cosechas de 1866 tras unas graves inundaciones, provocó una grave crisis política. La reina Isabel II ya no confiaba en O'Donnell, y la sublevación del cuartel de San Gil sirvió de excusa para obligarle a presentar la dimisión. Así, el 10 de julio de 1866 Ramón María Narváez fue nombrado nuevo Presidente del Consejo de Ministros. O'Donnell, principal impulsor de las expediciones al exterior, era apartado definitivamente del poder. Poco después, el nuevo ministro de Marina anunció ante las Cortes que la expedición en el Pacífico había terminado.

Finalmente España firmaría formalmente la paz con los países sudamericanos, en los siguientes años, con Perú el 14 de agosto de 1879. El 21 de agosto de 1879 con Bolivia, el 12 de junio de 1883 con Chile y el 28 de enero de 1885 con Ecuador.

💢 PREGUNTAS QUE QUEDAN 💢

Los resultados del Combate del 2 de mayo o de El Callao fueron y siguen siendo motivo de debate entre americanos y europeos, por muchos años ambos bandos reclamaron ser los vencedores en esta gesta. Pero no basta con demostrar quien lanzó el último disparo quien tenía más cañones disparando al final o quién estuvo en condiciones de continuar el combate al día siguiente, como señalan las 2 partes. Existen factores que debemos considerar a la hora de tratar de responder la interrogante. ¿Quién venció en este conflicto? 

¿España buscaba únicamente realizar una acción intimidatoria al enviar una "Expedición Científica" en modernos buques de guerra? Por supuesto, la intimidación naval era algo bastante común entre las potencias de la época, por lo que la pregunta es válida.

¿El gobierno en Madrid no creyó posible una reacción de parte de alguna de las naciones sudamericanas? En teoría ninguna nación sudamericana, a excepción de Brasil, contaba con el poder naval suficiente para enfrentarse en un caso hipotético a los buques de la expedición, pero al final como vemos no solo se opuso a España un país sino 4 al mismo tiempo, lo cual represento un problema muy serio para la logística de la flota.

¿La escuadra española contaba con un plan operativo o estratégico a la hora de partir de Cádiz? Al parecer no, porque se nota que improvisaron sus acciones, que resultaron bastante absurdas y contraproducente para los propios españoles (captura de las islas de Chincha, presentación de Mazarredo como "Comisario Real", intimidación al gobierno chileno) y pese a que la opinión oficial de Madrid era mantener la paz se consiguió todo lo contrario.

De haber preparado una buena operación militar, hubieran rendido los puertos indefensos como Valparaíso sin problemas, como por ejemplo, amenazando con destruir el patrimonio portuario de las élites criollas que gobernaban las repúblicas insurrectas. Con ello podrían establecer acuerdos comerciales abusivos, como lo hicieron los británicos, o cualquier otra exigencia que no implicara algo inaceptable para la élite criolla. Pero no, torpeza e improvisación.

Podrían añadirse más, pero sería extendernos demasiado.


📖 FUENTES CONSULTADAS:

Historia del Perú. Jorge Basadre.
Historia Marítima Española. Francisco Javier Oubiña Oubiña.
Enciclopedia General del Mar.
https://es.wikipedia.org.
http://armada.mde.es/ArmadaPortal/page/Portal/ArmadaEspannola/conocenos_historia.
grandesbatallas.es
Melillamedioambiente.com
Rosa Garibaldi, historiadora y diplomática peruana.
Marina de Guerra del Perú.
José Orrego Penagos (http://blog.pucp.edu.pe)
www.todoababor.es/historia/mojamos-la-polvora-senor-comandante

🌐 Diversos foros como:
todoababor.es
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Las Guerras Macedonicas - Parte 2 ⚔

Comienza la Guerra Social
Filipo V, era hijo de Demetrio II, que falleció cuando el futuro monarca tenía diez años (229 a. C.). Tras la muerte de Demetrio, el tío de Filipo ―Antígono III Dosón― administró el reino hasta su muerte (221 a. C.) Tras este fallecimiento, Filipo se convirtió ―a la edad de diecisiete años― en el monarca de uno de los reinos más grandes del Mediterráneo.
Poco después de los hechos narrados anteriormente Dorimaco y sus amigos llegaron a ocupar las más altas instancias del poder en Etolia, movieron así estos a una serie de operaciones bélicas y, sin preocuparse de ofender a diestra y siniestra, atacaron a los acarnanios intentando tomar la ciudad de Thyreum por sorpresa (fracasando) y aprobaron la realización de una incursión por las tierras de Megalópolis, en el Peloponeso, también fue capturado un barco macedonio siendo llevado a Naupactos en donde su tripulación fue esclavizada y, entre otras acciones más, atacaron las costas de Epiro con el apoyo de la flota de Cefalonia. Dorimaco y sus “secuaces” consiguieron el respaldo de toda Etolia en su empresa y recabaron la ayuda del ilirio Scerdilaidas, quien había recalado con una flota (navíos ligeros del tipo lembis) en Naupactos, quien les proporciono de esta manera los medios para cruzar el estrecho y pasar con un ejército al Peloponeso.

El primer ataque a gran escala de los etolios contra los mesenios llevo a los invasores a atravesar inopinadamente el territorio de la Liga Aquea camino de su objetivo, esta irrupción, no exenta de rapiñas y saqueos por parte de los auxiliares más indisciplinados de los etolios, llevo por fin a la ruptura abierta de las hostilidades entre ambas naciones. Sin perder más tiempo los aqueos pusieron en marcha la movilización de sus recursos y convocaron a sus aliados, consiguieron así el apoyo incondicional del joven Filipo V y con él todos los aliados de Macedonia: epirotas, tesalios, beocios, fócidos, acarnanios, etc., en el Peloponeso los mesenios evitaron comprometerse más de lo debido contentándose en defender sus fronteras y los espartanos que en un principio se inclinaron por los aqueos, pues estaban comprometidos por un tratado, aunque también sin entusiasmo. Entre tanto, los etolios, que se habían retirado ya a Elis tras atacar Mesenia, intentaron regresar a Etolia atravesando el golfo de Corinto, a lo que tuvieron que renunciar ya que el ejército aqueo, movilizado y unido a las tropas macedonias que ocupaban Corinto, amenazaba con atacarles por la espalda. Los etolios, cerrado el paso del estrecho, decidieron emprender el camino de casa por tierra, cruzando el Peloponeso y saliendo de él por el istmo de Corinto. Sorprendidos los aqueos con este arriesgado movimiento, unido a su más que deficiente mando militar, no solo no pudieron evitar la marcha del ejercito enemigo si no que fueron derrotados por estos en la batalla de Cafias después de esto, los etolios, ya sin oposición, saquearon las tierras Sición y Filus antes de desaparecer por Corinto (220 a. C.)

Poco después el joven rey Filipo V llego a la zona e inmediatamente se puso manos a la obra.

Por aquellos días se suscitó en la región un nuevo conflicto que vino a unirse a la creciente confusión en que se vivía. En Esparta, envuelta en conflictos continuos desde que Antígono les impusiera la república pocos años atrás, los éforos se debatían entre decidirse por la alianza con los etolios o con los macedonios, dos de los éforos estaban por la alianza con Filipo, los otros tres con los etolios. Los acontecimientos se precipitaron cuando Filipo V llego a Corinto, se produjo un tumulto, organizado por los éforos favorables a los etolios, y sus opositores fueron muertos. Inmediatamente se envió una delegación al rey macedonio para justificar la matanza realizada, el rey, con tan solo 17 años, recibió de sus consejeros opiniones dispares acerca de que se debía hacer con los espartanos lo mismo que había hecho Alejandro con los tebanos, al final prevaleció la opinión más sensata, dejar las cosas como estaban y tan solo exhortarles a mantener la alianza con Macedonia y los aqueos. Tras esto Filipo se reunió en Corinto con delegaciones de toda Grecia, allí se tomó la decisión de hacer la guerra a los etolios hasta hacerles devolver todo lo que estos habían conquistado desde la muerte de Demetrio el Etolio, padre de Filipo.

El joven Filipo ataca Etolia

Una vez decidida en Corinto la guerra contra los etolios Filipo regreso a Macedonia para realizar los preparativos pertinentes, en Etolia mientras tanto, elegido estratego el belicista Scopas, se decidió por emprender una rápida ofensiva aprovechando estos primeros compases del conflicto, mientras el propio rey macedonio se encontraba atareado en el norte reuniendo sus tropas.

Aprovecho mientras tanto Filipo su estancia en Macedonia para entrevistarse con el rey Scerdilaidas, éste, en principio alineado con los etolios, se había sentido engañado por ellos cuando no recibió los despojos conseguidos en los saqueos de las posesiones aqueas, así pues, no rechazo la oportunidad de unirse a los macedonios y, a cambio de una subvención anual, desplegó una flota de 30 navíos para hacer la guerra por mar.

Terminaba por entonces Filipo V el reclutamiento y preparación de sus fuerzas, con 10.000 falangistas macedonios, 800 jinetes y 5.000 auxiliares empezaría las operaciones, un ejército al que pronto se uniría un buen número de tropas aliadas. Emprendió ahora la marcha hacia el Epiro, en donde se le unieron los epirotas así como 300 honderos enviados por la Liga Aquea y otros 300 llegados de Creta, en ese momento reunió aproximadamente 25 o 30.000 hombres, un ejército sin rival por aquel entonces, de haber emprendido un ataque directo contra Etolia se dice que la habría abatido sin remisión, sin embargo los epirotas le suplicaron combatir primero para liberar la región de Ambracia, la conquista de ésta permitiría más tarde a los epirotas atacar con garantías la capital, Ambracia. Filipo V accedió a los deseos de sus aliados y sometió a la posición enemiga a un férreo asedio, a los 40 días, viendo los defensores que su causa estaba perdida entregaron la fortaleza a cambio de garantizar su propia retirada entregando la fortaleza a los epirotas. Se decidió Filipo ahora a cruzar hasta la otra orilla del Golfo, llegando así a Acarnania, en donde se le sumaron nuevos y leales aliados (2.000 infantes y 200 jinetes) emprendiendo luego un fuerte ataque contra la ciudad de Phytia que tomo a los dos días pactando de nuevo con su guarnición su libre retirada a cambio de la entrega de la ciudad, a los pocos días dio en los alrededores con una fuerza etolia de 500 hombres que se dirigía a Phytia a reforzar sus defensas, todos fueron muertos. Después de esto marcho contra Stratus a la que saqueo sus tierras, por aquellos días llegaron a su campamento embajadores aqueos solicitándole su intervención en el Peloponeso en donde llevaban los aqueos una desigual lucha contra sus muchos enemigos, Filipo, si bien no contesto en ese momento, vario sus planes y se dirigió hacia el sur, tomo Metrópolis (abandonada por sus defensores, que se refugiaron en la ciudadela) incendiándola y, atravesando el rió Arqueloo frente a Canope (no sin oposición de la caballería etolia) saqueo todas las tierras de ese lado del río y se dirigió luego aguas abajo encontrándose con la fortaleza de Itome, abandonada por sus defensores, la destruyo. Siguio su marcha hasta Oeniadae que también fue abandonada por los etolios (la ciudad no disponía de murallas), tras la conquista de esta ciudad reculo el rey macedonio y ataco las tierras de la Calidonia, conquistando al asalto la fortaleza de Elaea y saqueando a continuación las tierras de Calydon. Vuelto a Oeniadae decidió levantar en esta unas murallas a modo de defensa, apreciaba su situación estratégica y deseaba mantenerla en sus manos en lo sucesivo.

Movimientos de Filipo V durante su primera campaña contra la Liga Etolia 

Llegaron en ese momento noticias de Macedonia, los dárdanos, aprovechando la ausencia del rey, atacaron la frontera norte del reino, con presteza procedió Filipo a retirarse de Etolia por donde había venido para llegar cuanto antes a su país. Ocurriría aquí un hecho trascendental. En Acarnania se encontró con Demetrio de Faros quien, expulsado por los romanos de su reino, pidió ser acogido por el rey macedonio. Los aqueos recibieron entonces de Filipo la promesa de que acudiría al Peloponeso en cuanto solucionase el problema que le llamaba a su reino. 

Filipo V por primera vez en el Peloponeso 

La poderosa falange macedonia, en tiempos de Filipo V aun era el modelo de combate mas utilizado en el Mediterráneo, aunque durante la Guerra Social el monarca macedonio dio prioridad al uso de su infantería ligera y sus mercenarios. 

Mientras Filipo atacaba a la Liga Etolia, en el Peloponeso el acoso a los aqueos se hacía insostenible para estos, los eleos, comandados por el general etolio Eurípides, saqueaban el territorio que se extiende entre Dyme y Tritaea causando grandes daños y derrotando a una pequeña fuerza de defensa aquea cerca de Dyme. A resultas de estas incursiones cayo en poder de los etolios la fortaleza de Ticho, en una estratégica posición que además les proporciono un cierto prestigio. Las ciudades aqueas afectadas por estos ataques dirigieron a Arato peticiones de ayuda militar a las que éste no supo o pudo dar respuesta, en aquel entonces el estado aqueo no disponía de muchas tropas y la recluta de mercenarios parecía inviable en tanto todavía se estaban pagando las deudas contraídas con los soldados que participaron en la guerra de Cleómenes. Así pues, las ciudades se vieron obligadas a reclutar por sus propios medios mercenarios renunciando a su vez a continuar pagando a los aqueos su parte de los gastos comunes de la liga.

Tampoco se mantenía inactivo Licurgo de Esparta, que realizo un avance sobre las tierras de Megalópolis arrebatándoles parte de su territorio, casi al mismo tiempo y de nuevo el etolio Eurípides, entraba en Arcadia por el territorio de Telpusia arrebatando a los aqueos la ciudad de Gorgos.

Los aqueos, vista su incapacidad para hacer frente a sus enemigos, acudieron en demanda de ayuda al rey Filipo que a la sazón se encontraba en ese momento operando contra los etolios cerca de Acarnania, Filipo no pudo responder a su petición de apoyo pues como vimos anteriormente se vio obligado a regresar a Macedonia, sin embargo no cayó en saco roto la demanda y pronto, ese mismo invierno, aunque ya en el 219 a. C. marcho el rey al Peloponeso acompañado tan solo por una pequeña fuerza de apoyo de unos 4.500 infantes y 400 jinetes de su guardia.

La llegada de Filipo a Corinto fue en verdad inesperada, el propio Eurípides, estratego etolio al servicio de los eleos, se encontraba de nuevo avanzando por Arcadia sin sospechar el rival al que tendría que enfrentarse. Disponía el atacante en ese momento de unos 3.500 infantes de todo tipo y unos 100 jinetes destinados a una operación de saqueo del territorio de Sición y alrededores, a la altura de Estínfalo, mientras cruzaba Arcadia, se apercibió de la presencia del ejército macedonio que se encontraba solo a diez estadios de su posición, sin pensárselo dos veces se dio a la fuga seguido tan solo de la caballería y dejando allí a sus infantes, estos, que hicieron un alto mientras los oficiales se preguntaban qué hacer, se encontraron por fin con que por las laderas de un monte cercano se acercaban en formación unidades armadas de visibles escudos de bronce, al principio pensaron que eran aqueos de Megalópolis, pero cuando se replegaban en buen orden dispuestos a resistir se dieron cuenta de que eran en realidad miembros de la infantería macedonia, al instante tiraron sus armas y huyeron sin pudor ante un enemigo al que tenían verdadero pánico, durante la persecución cayeron 1.200 hombres y el resto fueron tomados prisioneros y enviados a Corinto. Después de esta victoria Filipo se encontró en Cafiae con el ejército aqueo mandado por Arato aumentando así sus tropas hasta cerca de los 10.000 hombres, marchando seguidamente, pese a las inclemencias meteorológicas -recordemos que estaba en pleno invierno y la nieve cubría las cimas de las montañas por donde las tropas marchaban- contra la ciudad de Psofis a la cual capturaron tras un rápido asedio. Tras esto los eleos abandonaron la ciudad de Lausion y la de Stratos (esta última en el territorio de la ciudad de Thelpusa, quien pudo recobrar así el enclave) Lausion fue de esta forma también conquistada y de nuevo entregada a los aqueos. De allí marcho Filipo a Olimpia desde donde se dedicó por un tiempo a saquear las tierras de Elis consiguiendo abundantísimo botín y presas de gran valor como el propio estratego de los eleos, Anfídamas. 

La infantería etolia, la mejor de la Helade en ese momento, no era rival para la temida infantería macedonia. Punto aparte lo representaba su caballería, considerada por todos como la mejor en toda el área del Egeo. 

El ataque que llevaba a cabo Filipo contra la Elide empujo a Etolia a enviar en ayuda de sus aliados a un refuerzo de 600 hombres al mando de Filidas, este, tras llegar a Elis y ser informado de que el macedonio marchaba ahora hacia el sur contra la Trifilia o Figalea, recogió en la ciudad a 500 mercenarios, 1000 ciudadanos y una fuerza de mercenarios tarentinos y se dirigió hacia la zona con la esperanza de desbaratar los planes de Filipo. Una vez en la zona, pudo distribuir a sus tropas entre las diferentes posiciones clave y esperar el ataque del macedonio. Filipo marcho primero contra Alifera a la que asalto con éxito a la primera embestida. Tras su victoria toda Trifilia se aterrorizo y comenzaron a entregar sus ciudades a los macedonios, el propio Filidas abandono sus posiciones y se retiró a Lepreum (capital de Trifilia) no sin antes saquear el territorio que se le había encomendado defender. En Figalea, la facción contraria a la alianza con los etolios empujo al pueblo a la sublevación y la guarnición, compuesta en gran medida por los bandidos que se dedicaban a hacer correrías en Mesenia tuvo que abandonar la ciudad que seguidamente se entregó a los macedonios. Poco después Filipo avanzo contra la propia Lepreum en donde se encontraban concentradas todas las fuerzas enemigas ( 1.000 eleos, 1.000 etolios, 500 mercenarios y 200 espartanos aliados) la autoridades de la ciudad que ya antes habían solicitado sin éxito a Filidas su retirada, fomentaron el levantamiento de la población en masa, lo que unido al próximo ataque del ejército macedonio llevo a Filidas a evacuar la ciudad que fue entregada de inmediato a Filipo por sus habitantes. Filidas se refugió en otra ciudad cercana (Samicum) que fue rápidamente rodeada por Filipo quien por fin les permitió abandonar Trifilia a cambio de la entrega de la misma. De esta manera toda la región se pasó a los macedonios tras tan solo seis días de campaña. Los macedonios se retiraron a Megalópolis mientras los espartanos evacuaban amedrentados Ateneum, de allí, y pasando por Tegea, Filipo se retiró a invernar a Argos. Finalizaba así exitosamente su primera campaña en el Peloponeso.

Al finalizar el invierno, Filipo puso de nuevo en armas al ejército para atacar Elis, comenzó por la fortaleza de Ticho, que conquisto, para luego someter el rico territorio enemigo a una concienzuda devastación sin oposición por parte de sus enemigos. Mientras todo esto se llevaba a cabo, dentro de su corte se llevaba adelante una conjura palaciega comandada por el consejero más influyente del joven Filipo, Apeles, la conspiración, que se desarrolló por un largo espacio de tiempo, llevo a este personaje a la traición celoso del aumento de influencia que entre los consejeros del rey tenía el aqueo Arato de Sición.

Tras concluir la campaña, Filipo se retiró nuevamente a Argos en donde inverno y preparo la campaña del año venidero.

Al llegar la primavera del año 218 el rey reunió a sus tropas en Corinto, también acudió la flota macedonia y allí mismo se mantuvo mientras entrenaba a la aguerrida falange en el uso del remo, pues había decidido emprender ese año la guerra naval contra sus enemigos. Elis mientras tanto había recibido refuerzos desde Etolia (500 cretenses) más cierto número de mercenarios que alisto por su cuenta, también la juventud de este pueblo fue movilizada pues se esperaba que el rey macedonio atacase la ciudad de Cillene.

Filipo decide atacar el corazón de la Liga Etolia 

Una vez preparada la flota y alistadas las tropas necesarias (6.000 macedonios y 1.200 mercenarios) el rey se hizo a la mar y llego a Patras, allí tomo medidas para defender las fronteras aqueas y después de advertir las considerables fuerzas reunidas por los eleos, decidió crear una fuerza de choque que establecida en Dyme sirviese para disuadir a los enemigos de emprender alguna razia fronteriza. Estableció en esta ciudad un contingente formado por parte de sus cretenses, algunos de sus jinetes celtas, mercenarios de los propios aqueos y de sus 2.000 infantes. Poco después partió con la flota en dirección a Pronni, en donde había acordado que se le reunirían navíos de los mesenios, epirotas, ilirios de Scerdilaidas y acarnanios. Tras llegar frente a Cefalonia y reunirse con los aliados, desistió de emprender el sitio de Pronni debido a la dificultad que presentaba operar en el difícil territorio en donde estaba asentada, por ello se decidió a seguir costeando la isla y tras llegar a Pale desembarco y saco los navíos del mar.

Era esta ciudad la principal base naval de los etolios en la isla, desde ella enviaban a los barcos cefalonios contra las costas del Peloponeso y Acarnania, su interés estratégico era pues importante, Filipo además pensaba en utilizar este emplazamiento para operar más adelante contra las costas del enemigo. Sin embargo, el asalto de la relativamente pequeña posición fue muy difícil de llevarse a cabo, tan solo por un pequeño sector se pudieron arrimar las baterías para bombardear y evitar las salidas de los defensores, en la ciudad entretanto llegaban los refuerzos por él esperados, el apoyo del ilirio Scerdilaidas llego en este momento, 15 navíos tan solo, menos de lo acordado, pero parece ser que se habían desatado algunos disturbios en su país y no podía desprenderse de más unidades. También al lugar llegaron convocados los contingentes aliados del Epiro y Acarnania.

Cuando por fin Filipo dispuso todo para el asalto se procedió al mismo con resolución, las minas perforaron la tierra hasta las murallas y cuando finalmente cayeron la infantería macedonia ataco por la brecha abierta. En este momento Polibio relata que el rey macedonio, era traicionado por su principal consejero, éste maniobro para que el ataque final fracasase, la derrota, en lo que parecía ya una fácil empresa, abatió al rey macedonio que decidió darse por vencido y abandonar el asedio. Llegaban ahora noticias de otros frentes, para distraer al macedonio de su empresa los etolios habían irrumpido por Tesalia, y Licurgo desde Esparta por la Mesenia. Embajadores de Mesenia llegaban ahora ante Filipo para rogarle su intervención, si Filipo aceptaba ya no podría continuar la campaña, finalmente decidió golpear a su principal enemigo, abandonaría Cefalonia y pasaría a Acarnania para atacar el corazón de las posesiones de los etolios, para defender Mesenia escribió a Eperato, estratego aqueo del año en curso, para que enviase tropas de refuerzo a aquella nación. Filipo, una vez abandonado el asedio de Pale, puso rumbo a el golfo de Ambracia, desembarcando en Limnaea en donde dio descanso a sus tropas, enseguida se le unió allí Aristofantes, estratego de los acarnanios, con la totalidad de sus tropas, estaban deseosos los acarnanios de combatir a los etolios, con los que tenían innumerables querellas, estaban tan entusiasmados los de este pueblo con la oportunidad de venganza que se les ofrecía que se dice que incluso ancianos se alistaron en las filas del ejército para combatir junto a los macedonios contra los etolios.

En esos momentos lo que menos esperaban los etolios era el ataque del rey macedonio, por ello, Dorimaco con la mitad del ejercito operaba en Tesalia, muy lejos de la zona, la invasión había sido pues toda una sorpresa. El ataque se centraría sobre Termo, corazón de las posesiones etolias, el lugar en donde se reunía la asamblea de los etolios. El avance del ejercito coaligado fue fulgurante, pronto llego a las cercanías de Termo conquistando la pequeña ciudad de Metapan en donde estableció 500 hombres de guarnición para de esta forma cubrirse a la hora de la retirada, prosiguió el avance hasta los alrededores de la propia capital etolia en donde se hizo un botín inmenso, pues para los etolios era prácticamente imposible que ningún enemigo pudiera adentrarse hasta este territorio, áspero y defendible como pocos, tenido por ello como ciudadela de toda Etolia, no en vano ningún invasor había conseguido adentrarse con éxito hasta el lugar.


El avance hasta la ciudad se hizo finalmente sin oposición, las tropas de Filipo se desparramaron por el territorio de Termo, ciudad que fue meticulosamente desvalijada. El rey permitió que las tropas se cebasen en el prestigioso complejo religioso del lugar, el templo de Apolo fue incendiado y sus paredes demolidas, más de dos mil estatuas derribadas, excepto las que representaban a los dioses, todo ello en venganza por los daños cometidos por los propios etolios anteriormente en Dodona y Dio.

Después de estos hechos, el ejército macedonio procedió a retirarse por la misma ruta por la que había venido, pero esta vez los etolios no se estarían quietos, ya disponían de cerca de 3.000 hombres al mando de Alejandro Triconiense, este, a medida que la columna en retirada llegaba a los desfiladeros dio la orden de atacar la retaguardia, después de la confusión inicial, Filipo consiguió acabar con la amenaza al emboscar a una unidad de Ilirios cuando estos se dedicaban a acosar despreocupadamente su retaguardia, tras cruzar entonces sin contratiempos los pasos montañosos el rey dirigió a sus hombres hasta las muralla de Stratos, sin embargo, dentro de la ciudad se encontraba ya un fuerte refuerzo etolio de 4.500 hombres, por lo que Filipo renuncio al ataque y se retiró en dirección a Limnaea. Todavía intentaron los etolios de Stratos acosar la retaguardia macedonia, pero de nuevo Filipo supo contrarrestar la amenaza con éxito, por lo que la retirada se pudo finalizar sin mayores pérdidas. Aguardaba la flota al rey en la ciudad, así que embarcando rápidamente puso rumbo a la isla de Leucade, de allí y costeando la Etolia y sin dejar de hacer algún desembarco puntual en sus costas llego a Corinto. Quedaba ahora por dar respuesta a las provocaciones de Licurgo, quien desde Esparta no cesaba de incordiar a sus vecinos más inmediatos. El rey de los macedonios vivía en ese momento los mejores momentos de su reinado.

El joven Filipo ataca Esparta

Filipo paso en solo siete días de encontrarse en el corazón de Etolia a atacar el territorio espartano, estos, aterrados, no se atrevieron a oponerse a su paso, el primer día Filipo acampa en los alrededores de Amiclas, a pocos kilómetros de Esparta, saqueando a placer la rica campiña. De allí se desplaza hacia el sur contentándose con devastar a su paso todo el territorio posible, de esta forma arrasa toda la península que acaba en el Promontorio de Tenaro, de allí y siguiendo la costa ataca todo el territorio hasta Boeae. Por aquellos días, un fuerte contingente mesenio de más de 2.000 hombres que había llegado tarde a su cita con el ejército macedonio en Tegea, decidió entrar por su cuenta en territorio espartano para reunirse con Filipo, entraron despreocupadamente en territorio espartano, y fueron sorprendidos por la tropa de Licurgo quien decidió arremeter violentamente contra ellos, los mesenios fueron aplastados y dispersados, ahora ya con más moral los espartanos intentaron cortar el paso de los macedonios quienes marchando por Amiclas debían pasar por unos desfiladeros a la altura de Esparta, Filipo no cayó en la trampa que Licurgo le había tendido, se abrió paso por las armas y derroto a los espartanos que a duras penas pudieron refugiarse en la capital, los macedonios pasaban ahora tranquilamente los desfiladeros con todo el producto de los saqueos realizados, una vez en Arcadia vendieron el botín en Tegea y llegados a Corinto desmovilizaron el ejército. 

El ataque macedonio contra el territorio espartano fue una muestra más del talento militar del joven monarca macedonio. 

En esos días, descansando en esta ciudad, el rey recibió embajadores de Rodas y Quíos, estados neutrales que, posiblemente por sugerencia de los etolios, solicitaban el final de la guerra. Filipo contestó con evasivas, dando a entender que estaba interesado en un acuerdo. Es obvio que veía la posibilidad de obtener ventajas de las campañas del año que estaba terminando.

El joven rey no permanecería inactivo, pues marcho rápidamente a la Fócide en donde debía tratar asuntos de importancia, siempre que, eso sí, la conjura interna que le amenazaba y que estaba en su punto más álgido se lo permitiera.

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