La aventura del L59, "El Afrika Schiff" ✠

Describir al alemán Paul Emil von Lettow-Vorbeck como una espina en el costado del Imperio Británico sería subestimarlo.

A partir de 1914, el teniente coronel prusiano de 44 años lideró una banda de 1.800 soldados alemanes y 12.000 askaris en una audaz campaña guerrillera de cuatro años contra los Aliados en África Oriental: hoy en día Burundi, Ruanda y Tanzania. 

Como un maestro de la emboscada, el sabotaje y las tácticas de golpe y fuga, von Lettow-Vorbeck, también conocido como Der Löwe von Afrika o el “León de África”, nunca perdió una batalla y superó constantemente a las 300.000 tropas británicas, indias, sudafricanas, belgas y portuguesas encargadas de destruirlo.

Operando en las profundidades de la selva, la brigada de von Lettow-Vorbeck, conocida como Schutztruppe (fuerza de protección), pasó gran parte de la guerra viviendo de la tierra. Pero para 1917, necesitaban desesperadamente reabastecimiento. Para Berlín, descubrir cómo mantener esta fuerza, que mantenía a cientos de miles de tropas aliadas atrapadas en un remoto rincón del mundo, era vital para el esfuerzo de guerra alemán. Pero suministrarles equipo nuevo y municiones era todo un desafío. El control británico de los océanos Atlántico e Índico descartó el envío de material por mar. Y ningún avión tenía el alcance para llegar a la región, que estaba a más de 4.000 millas de territorio amigo. 

Debio ser en ese momento que alguien en la Oficina Imperial Colonial en Berlín se preguntó ¿Y si usamos un dirigible? 
Ruta seguida por el dirigible L-59 en sus viajes de ida y retorno. Se detallan también aquellos tramos que se efectuaron de día y noche.

▪️ UN ZEPELÍN AL RESCATE

Los dirigibles alemanas habían estado montando bombardeos en ciudades francesas desde los primeros días de la guerra. Y a partir de 1915, realizaban ataques de largo alcance contra la propia Inglaterra. ¿Podría un dirigible especialmente equipado operar desde el sur de Europa para entregar suministros a un lugar tan distante? Nunca nadie había volado una distancia tan grande, pero en teoría se podía hacer (y por eso tenía que intentarse).

El fabricante alemán Luftschiffbau Zeppelin ofreció una de sus máquinas más nuevas, la L 59, para la operación de reabastecimiento de von Lettow-Vorbeck, una misión que Berlín denominó en código China-Sache o “China Show”.

▪️ BOLETO DE IDA

El dirigible de 226 metros de largo elegido para el vuelo tenía una velocidad máxima de 64 mph y capacidad para una tripulación de 21 personas. Una radio inalámbrica a bordo, que extraía energía de los cinco motores de 240 hp de la aeronave, aseguraba que la nave estuviese en constante contacto con Alemania durante su viaje. 
Fotografía del dirigible alemán famoso por intentar una misión de reabastecimiento a larga distancia a la colonia alemana de África Oriental.

La operación de por sí era arriesgada. Para obtener la autonomía suficiente se instalaron depósitos de gas y agua adicionales. Sin embargo, todos sabían que el viaje era una travesía sin retorno. Después de completar el viaje estimado de cuatro días a la zona de aterrizaje establecida en un piso de piedra caliza en Mahenge, en la actual Tanzania, el dirigible y su tripulación quedarían definitivamente en África: no existían instalaciones para volver a inflar un dirigible de hidrógeno para el viaje a casa.

Entonces, además de las 15 toneladas de carga programadas para la entrega, el L 59 en sí tendría que ser canibalizado para beneficiar al Schutztruppe. Se decidió que todos sus componentes serían reciclados y utilizados por los hombres de von Lettow-Vorbeck. El dosel de lona del dirigible podría convertirse en carpas, su forro interno de tela se cortaría para usarse como vendas, las pasarelas de cuero servirían para hacer botas e incluso el marco de aluminio del Zeppelin se volvería a montar torres de radio.

▪️ EL DESPEGUE

El 4 de noviembre de 1917, el L 59, denominado “Das Afrika Schiff” o “El Barco de África”, partió de un aeródromo al oeste de Berlín hacia el campo de aviación en Yambol en el sureste de Bulgaria, a una distancia de casi 1.200 millas. El viaje tomó 29 horas.

Una vez ahí, el L 59 fue cargado con cajas de ametralladoras y rifles, municiones, alimentos, suministros médicos y suficientes medallas de la Cruz de Hierro para condecorar a los veteranos de la campaña de África Oriental. También fue en Yambol que el comandante de la misión, el Kapitänleutnant Ludwig Bockholt, subió a bordo.

Después de esperar varios días por un clima de vuelo favorable, el L 59 estuvo listo para despegar. Era el 21 de noviembre.

La nave inicialmente se dirigió hacia el sur hasta el Mar de Mármara, y luego atravesó la costa occidental de Turquía antes de dirigirse hacia el Mediterráneo hacia la isla de Creta. Al amanecer del 22 de noviembre, L 59 había llegado a la costa del oeste de Egipto. Habían transcurrido 24 horas desde el despegue; la aeronave todavía estaba a 2.800 millas de su destino.

Desafortunadamente para la tripulación, el viaje estaba a punto de ponerse feo.

▪️ BERLÍN, TENEMOS UN PROBLEMA

Sin el conocimiento del cuartel general, la inteligencia británica había descifrado el código naval alemán y conocía todo sobre L 59 y su atrevida misión. Se ordenó a los escuadrones de aviones patrulla del Royal Flying Corps estacionados en África que buscaran y destruyeran la aeronave alemana.

Pero los aviones enemigos eran el menor de los problemas de la tripulación. En algún lugar del centro de Egipto, uno de los cinco motores del dirigible se detuvo. La pérdida de potencia hizo que la radio de la aeronave fuera incapaz de transmitir, aunque todavía se podían recibir señales.

El calor abrasador del sol del norte de África se mezcló con las noches heladas creando violentas turbulencias. Durante la primera noche en el continente, el aire frío comprimió el hidrógeno y causó que el L 59 perdiera altitud. Al amanecer, la embarcación estaba rozando el suelo del desierto.

A medida que avanzaba el día, las temperaturas se dispararon y el L 59 volvió a ganar altitud. Pronto, el agotamiento físico, el estrés y la falta de oxígeno a gran altitud causaron estragos en la tripulación; muchos sufrieron dolores de cabeza y otros informaron alucinaciones. A pesar ésto, Bockholt ordenó que la nave siguiera adelante.

▪️ RETIRADA

Cuando la nave pasó por el punto intermedio del viaje, justo al oeste de Jartum, en Sudán, el operador inalámbrico recibió un mensaje de la base: el L 59 debía abortar la misión y regresar a Bulgaria de inmediato. A pesar de la insistencia de la tripulación de que terminen el trabajo, Bockholt ordenó obedientemente que la nave regresara.

Sin que los hombres de la L 59 lo supieran, von Lettow-Vorbeck había señalado a Berlín que la zona de aterrizaje en Mahenge estaba bajo fuego de la artillería británica y que el Schutztruppe no iba a poder darles la cobertura adecuada desde tierra. Posteriormente se supo que todo había sido una invención de los servicios secretos aliados, que de esta forma consiguieron engañar a los alemanes y frustraron el éxito de la operación.

En 48 horas, el L 59 consiguió aterrizar nuevamente en Yambol. En total, la aeronave había recorrido 4.200 millas sin escala en menos de 95 horas y todavía tenía combustible por otros dos días y medio. Aunque la misión fue en última instancia un fracaso, el vuelo en sí había batido récords de distancia y resistencia.

Pesé a no poder recibir suministros desde su patria, von Lettow-Vorbeck marchó con su ejército hacia el sur hasta la Mozambique portuguesa, nación que se había unido recientemente a la guerra contra Alemania, donde capturó fácilmente la ciudad de Ngomano. Ahí, los alemanes capturaron suficientes pertrechos para mantener al Schutztruppe abastecido en el futuro previsible. 
Fotografía de la tripulación del dirigible L-59.

▪️ FINAL

Durante el año siguiente, el pequeño ejército de von Lettow-Vorbeck atacó ciudades de Rhodesia y Mozambique, evadiendo ejércitos aliados en el camino. El Schutztruppe continuó luchando hasta finalmente rendirse en Zambia a la semana siguiente al Armisticio de 1918.

En cuanto al L 59, continuó volando misiones de bombardeo y reconocimiento en el sur de Europa y el Mediterráneo durante los próximos meses. Fue vista por última vez el 7 de abril de 1918 por un submarino alemán en superficie. Unos minutos después de pasar sobre el UB-53, en un curso hacia el oeste, el capitán del submarino observó cómo explotaba inexplicablemente la enorme aeronave. Los 21 miembros de la tripulación se perdieron, incluido Ludwig Bockholt. El L 59 estaba en camino a la base naval británica en Malta con una carga completa de bombas cuando fue destruida.
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Eleanor Roosevelt y la francotirador soviética 💢

Lyudmila Pavlichenko llegó a Washington a fines de 1942. Como poco más que una curiosidad para la prensa estadounidense, parada junto a su traductor con su uniforme del ejército soviético. Ella no hablaba inglés, pero su misión era obvia. Había venido en nombre del Alto Mando Soviético para obtener el apoyo estadounidense para la apertura de un “Segundo Frente” en Europa. Stalin solicitaba con urgencia que sus Aliados occidentales invadieran el continente, para obligar a los alemanes a dividir sus fuerzas y aliviar algo de la enorme presión ejercida sobre el Ejercito Rojo. 
Lyudmila Mijáilivna Pavlichenko (1916-1974)
Lyudmila visitó al presidente Roosevelt, convirtiéndose en la primera ciudadana soviética en ser bienvenida en la Casa Blanca. Después, Eleanor Roosevelt le pidió a la oficial nacida en Ucrania que la acompañara en una gira por el país y le contara a los estadounidenses sus experiencias como mujer en combate. Pavlichenko solo tenía 25 años, pero había sido herida cuatro veces en batalla. También era la francotiradora más exitosa y temida de la historia, con 309 muertes confirmadas en su haber, la mayoría soldados alemanes. Ella aceptó la oferta de la primera dama.

En el transcurso de sus presentaciones ante los periodistas, ella respondía amablemente las preguntas. En una oportunidad, uno le pregunto si las mujeres rusas podían usar maquillaje en el frente. Pavlichenko hizo una pausa; quizás recordó los combates librados hace pocos meses durante el Asedio de Sebastopol, donde las fuerzas soviéticas sufrieron bajas considerables y se vieron obligadas a rendirse después de ocho meses de lucha. Y finalmente contesto: “No hay ninguna regla en contra de eso, pero ¿quién tiene tiempo para pensar en el brillo de su nariz cuando se está librando una batalla?”

El New York Times la llamó la “chica francotiradora”, y otros periódicos observaron que "no usaba colorete ni maquillaje de ningún tipo", y que “su uniforme verde oliva no tiene mucho estilo”.

En Nueva York, fue recibida por el alcalde Fiorello LaGuardia y un representante del Sindicato Internacional de Trabajadores de la Piel y el Cuero, quien le regaló, como lo informó un periódico, un "abrigo de mapache de pieles bellamente mezcladas, que sería resplandeciente en un ambiente de ópera”. El periódico lamentaba que tal prenda “iría a las guerras en las sangrientas estepas de Rusia cuando Lyudmila Pavlichenko regrese a su tierra natal”.

Pero a medida que avanzaba la gira, Lyudmila comenzó a erizarse ante las preguntas. Una periodista critico la larga longitud de la falda de su uniforme, lo que implicaba que la hacía ver gorda. Pronto, la francotirador soviética tuvo suficiente de los disparos de la prensa. “Llevo mi uniforme con honor", dijo a la revista Time. “Tiene la Orden de Lenin en él. Ha sido cubierto de sangre en la batalla. Es evidente que con las mujeres estadounidenses lo importante es si usan ropa interior de seda debajo de sus uniformes. Acerca de lo que representa el uniforme, todavía tienen que aprender.”

Aún así, Malvina Lindsey, columnista de “The Gentler Sex” para el Washington Post, se preguntó por qué Pavlichenko no podía hacer un mayor esfuerzo con respecto a su estilo. “¿No es parte de la filosofía militar que un guerrero eficiente se enorgullece de su apariencia?”, Escribió Lindsey. “¿No se representa siempre a Juana de Arco con una armadura hermosa y brillante?”.

Lentamente, Pavlichenko encontró su voz, dejando a la gente fascinada con las historias de su juventud, el efecto devastador de la invasión alemana en su tierra natal y su carrera en el combate. En discursos en todo Estados Unidos y, a menudo, antes de miles, la francotirador abogo por un mayor compromiso de Estados Unidos en la lucha contra los nazis en Europa.

A otro periodista le reiteró lo que había visto en batalla y cómo la afectó en la línea del frente. “Todo alemán que siga vivo matará a mujeres, niños y ancianos”, dijo. “Los alemanes muertos son inofensivos. Por lo tanto, si mato a un alemán, estoy salvando vidas”.

Su tiempo con Eleanor Roosevelt la envalentonó, y cuando llegaron a Chicago en su camino hacia la costa oeste, decidió dejar de lado las “preguntas tontas” de los corresponsales de prensa sobre “si me pinto las uñas y me rizo el cabello”. Tal vez cansada por la supuesta indiferencia de los estadounidenses respecto al sacrificio del pueblo soviético, se paró frente a la multitud que había acudido a oírla, reprendiendo a los hombres para sostener el segundo frente. “Caballeros”, dijo, “tengo 25 años y ya he matado a 309 invasores fascistas. ¿No creen, caballeros, que se han estado escondiendo a mis espaldas durante demasiado tiempo?” Sus palabras debieron tocar a las personas ahí reunidas porque de inmediato surgió un creciente rugido de apoyo.

Lyudmila recibió obsequios de dignatarios y admiradores donde quiera que fuera, principalmente rifles y pistolas. El cantante de folk estadounidense Woody Guthrie escribió una canción, “Miss Pavlichenko”, sobre ella en 1942. “Ahora estoy considerada un poco como a una curiosidad”, dijo, “un tema para titulares de prensa y anécdotas. En la Unión Soviética, soy considerada un ciudadano, un luchador, un soldado de mi país”.

En su camino de regreso a Rusia, Pavlichenko se detuvo brevemente en Gran Bretaña, donde continuó presionando por la apertura de un segundo frente. De vuelta a casa, fue ascendida a mayor, recibió el título de Héroe de la Unión Soviética, la distinción más alta de su país, y fue conmemorada en un sello soviético. A pesar de sus llamamientos para un segundo frente europeo, ella y Stalin tendrían que esperar casi dos años. Para entonces, los soviéticos le habían dado vuelta a la situación y estaban en ventaja sobre los alemanes, cuando las fuerzas aliadas asaltaron las playas de Normandía en junio de 1944.

En 1957, 15 años después de que Eleanor Roosevelt acompañara a la joven francotirador soviética por Estados Unidos, la ex primera dama estaba de visita por Moscú. Debido a la Guerra Fría, la escolta soviética intento restringir la agenda de la señora Roosevelt y observó cada movimiento. Ella insistió hasta que le concedieron su deseo: una visita con su vieja amiga Lyudmila. Roosevelt la encontró viviendo en un apartamento de dos habitaciones en la ciudad, y las dos conversaron amigablemente y “con formalidad fría” por un momento antes de que Pavlichenko inventara una excusa para llevar a su invitada al dormitorio y cerrar la puerta. Fuera de la vista del escolta, Pavlichenko abrazó a su visitante, “medio riendo, medio llorando, diciéndole lo feliz que estaba de verla”. En susurros, las dos viejas amigas recordaron su viaje juntas, y los muchos amigos. Se habían conocido en la más improbable de las giras de verano en Estados Unidos 15 años antes.

Autor: Gilbert King (The Smithsonian MAG)

🌐 Fuentes:

“Girl Sniper Calm Over Killing Nazis”, New York Times, 29 de agosto de 1942.
“Girl Sniper recibe 3 regalos en Gran Bretaña”, New York Times, 23 de noviembre de 1942.
“Estudiantes rusos invitados Roosevelt”, New York Times, 28 de agosto de 1942.
“Chica francotiradora soviética citada por matar a 257 enemigos”, New York Times, 1 de junio de 1942.
“Guerrilla Heroes Arrive for Rally”, Washington Post, 28 de agosto de 1942.
Historia sin título de Scott Hart, Washington Post, 29 de agosto de 1942.
“No debemos llorar sino luchar, dice la mujer francotirador soviética” Christian Science Monitor, 21 de octubre de 1942.
“Un paso adelante para for Amazonas”, The Gentler Sex por Malvina Lindsay, Washington Post, 19 de septiembre de 1942. “Sin barra de color en el ejército rojo: niña francotiradora”, Defensora de Chicago, 5 de diciembre de 1942.
“Sólo los alemanes muertos son inofensivos, la mujer soviética declara”, Constitución de Atlanta , 29 de agosto de 1942.
“La heroína rusa obtiene un abrigo de piel”, New York Times , 17 de septiembre de 1942.
“Sra. Roosevelt, el francotirador ruso y yo”, por EM Tenney, American Heritage, abril de 1992, volumen 43, número 2.

📖 Bibliografia:

Henry Sakaida, “Heroínas de la Unión Soviética”, Osprey Publishing, 2003.
Andy Gougan, “Through the Crosshairs: A History of Snipers”, Carroll & Graf Publishers, 2004.
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Maximiliano I de México, "El Güerito" 👑

A diferencia de otros “villanos” de la historia mexicana, como Iturbide, Santa Anna o Díaz, la posteridad ha sido benévola con este hombre bueno y banal, aunque también iluso y vacilante. Quizá porque, a pesar de que asentó su breve reinado sobre las bayonetas francesas, no parece haber albergado malas intenciones hacia su nuevo país, del cual se enamoro “a primera vista”. Acostumbraba vestirse con trajes típicos, “es más mexicano que los mexicanos”, decían algunos e introdujo o mantuvo leyes favorables para sus súbditos, sobretodo los indígenas. Pero pese a sus buenas intenciones, fue demasiado liberal para los conservadores y un invasor usurpador para los liberales radicales.
Para sus críticos fue un fingido, un hombre manipulable, indeciso e hipócrita, así como un despilfarrador y oportunista.
Para los que seguimos su biografía, a través de diferentes autores, es un personaje fascinante que pertenece al bando "de los villanos, pero de los queridos", como diría el escritor Héctor Zagal.

Maximiliano I de México, autor: Franz Xaver Winterhalter

Maximiliano nació el 6 de julio de 1832 en el Palacio Schönbrunn de Viena, capital del Imperio Austríaco. Su padre fue el archiduque Franz Karl, el segundo hijo sobreviviente del Emperador Francisco II, y su madre era la princesa Sofía de Baviera. Inteligente, ambiciosa y de carácter fuerte, ella tenía poco en común con su esposo, pero a pesar de sus diferentes personalidades, el matrimonio fue fructífero, cuatro hijos, incluido Maximiliano, alcanzarían la edad adulta.

Los rumores en la corte declaraban que Maximiliano era el producto de una aventura extra marital entre su madre y su primo Napoleón II, duque de Reichstadt.

Siguiendo las tradiciones heredadas de la corte española durante el gobierno de los Habsburgo, la educación de Maximiliano fue bastante buena para la época. Las disciplinas eran diversas, desde historia, geografía, derecho y teología, hasta idiomas, estudios militares, esgrima y diplomacia. Además de su alemán nativo, aprendió a hablar húngaro, eslovaco, inglés, francés e italiano. Desde una edad temprana, intentó superar a su hermano mayor Francisco José en todo, intentando demostrar a todos que él era el mejor calificado de los dos y, por lo tanto, merecía más que el segundo lugar.

A diferencia de su hermano, era alegre, altamente carismático y capaz de cautivar a los que lo rodeaban haciéndose muy popular en la Corte de Viena. Pero también era ingenuo, poco astuto y sobretodo falto de malicia.

En 1857 se casó con la princesa Charlotte de Bélgica, hija del rey belga Leopoldo I, y aunque diferentes en muchos aspectos, los dos parecían complementarse y estaban completamente dedicados el uno al otro.

El 3 de octubre de 1863, una delegación mexicana llegó a la ciudad portuaria austriaca de Trieste para ofrecer oficialmente la corona imperial de México al archiduque Fernando de 31 años de edad, vástago de la rama austríaca de la familia real de los Habsburgo y hermano del emperador austriaco, Francisco José I.

Durante 300 años, la rama española de la familia y sus sucesores, en virtud de su sede en Madrid, gobernaron el México colonial y gran parte del hemisferio occidental.

Después de que México obtuvo la independencia en 1821, cayó en un estado constante de casi anarquía; Hubo 75 sucesiones del gobierno para cuando comenzó la Guerra Civil estadounidense. Los mexicanos conservadores y los expatriados ricos anhelaban la estabilidad que podría proporcionar una monarquía europea, y algunos de ellos recordaron con nostalgia el gobierno de los Habsburgo.

Como explica la antropóloga Gloria M. Delgado de Cantú en su libro “Historia de México, legado histórico y pasado reciente”:
“Los monárquicos mexicanos consideraron a Maximiliano como la persona ideal para salvaguardar sus intereses: era un príncipe católico, joven, casado con una hija del Rey Leopoldo de Bélgica, nación también católica y de gran influencia en la política internacional; por ello, confiaban en que los Archiduques restituyeran al clero mexicano los privilegios que el liberalismo juarista les había quitado”. 
En 1863, el ofrecimiento a Maximiliano de Habsburgo de la Corona Mexicana. Autor: Cesare-Dell’Acqua-Gemälde

Al principio Maximiliano no aceptó, pero buscó satisfacer su inquieto deseo de aventura con una expedición botánica a los bosques tropicales de Brasil. Su hermano desde Viena hizo todo lo posible para desanimarlo mientras su esposa lo instaba a hacerlo. El archiduque vaciló por un tiempo, pero estaba mucho más en línea con el pensamiento de su esposa que con su hermano.


El archiduque de mentalidad liberal sintió que podía mejorar a México. Pero había un motivo más importante, no había nada para él en casa: su hermano era solo dos años mayor y le esperaba un largo reinado (de hecho, gobernó hasta su muerte durante la Primera Guerra Mundial).

Aun así, Maximiliano nunca habría tomado la decisión de ocupar el trono mexicano si no fuera por otro emperador, Napoleón III de Francia. Desde que el famoso tío de Napoleón III vendió Luisiana a los Estados Unidos en 1803, Francia no tenía una participación importante en el hemisferio occidental. Con el advenimiento de la Guerra Civil de Estados Unidos, el monarca francés sintió la oportunidad de cambiar eso, con Maximiliano como su títere. Además, esperaba con esto estrechar lazos con Austria de la que se había enemistado a causa de su apoyo a los italianos.

A principios de 1862, cuando Estados Unidos convulsionaba durante el primer año de su Guerra Civil, Francia comenzó a colocar tropas en México a fin de obligar al país a realizar pagos de una deuda impaga a varios países europeos. Pero el gobierno mexicano era demasiado pobre para hacer todos los pagos al mismo tiempo. La Guerra de Reforma (1858-1861), librada entre liberales y conservadores, había dejado además de desangrado, completamente ahogado en deudas al país. Inicialmente, los gobiernos de España y Gran Bretaña se unieron a los franceses, pero se retiraron una vez que se dieron cuenta de que Napoleón estaba planeando establecer una monarquía títere. Como resultado, Maximiliano no tendría poder sin la única presencia del ejército francés.

Napoleón había esperado que Maximiliano se instalara un año antes, pero no pudo capturar la ciudad de México hasta junio de 1863. Los mexicanos inclusive derrotarían a las tropas francesas en la célebre Batalla de Puebla. Además, la aceptación de la corona por parte del archiduque en octubre de 63 estuvo condicionada a "un voto de todo el país", que fue rápidamente logrado mediante la recopilación de firmas bajo el brillo de las bayonetas francesas.

Aun así, Napoleón sabía cuán prolongada se estaba volviendo la guerra estadounidense y razonó que el presidente Abraham Lincoln estaría demasiado concentrado en reprimir a la Confederación para oponerse a él. La Doctrina Monroe sería temporalmente impotente, mientras que el futuro ofrecía posibilidades de hacerla permanentemente ineficaz.

Aunque Juárez fue expulsado de la ciudad de México, permaneció en el país oponiéndose a Maximiliano durante toda la Guerra Civil estadounidense. Juárez rápidamente se puso del lado de Lincoln. Al principio de la guerra, le otorgó a los Estados Unidos el derecho de desembarcar tropas en la costa oeste de México, donde podrían marchar rápidamente hacia el territorio de Arizona si fuera necesario enfrentar una posible expedición confederada hacia el oeste. Con autoridad dudosa, el agente del gobierno confederado en México, John Pickett, respondió ofreciendo ayuda a México en la reocupación de los territorios perdidos en la Guerra de México, incluidos los actuales estados de California, Arizona y Nuevo México, si Juárez cancelaba su trato con Lincoln

Aunque Juárez declinó, Washington se dio cuenta de que los confederados podían hacer una oferta similar a Maximiliano, convirtiendo la crisis mexicana en un asunto de interés. Como un visitante del castillo del archiduque en Trieste escribió al ministro confederado en París:

“Maximiliano expresó el mayor interés posible en la causa confederada. Dijo que lo consideraba idéntico al del nuevo Imperio Mexicano... que estaba particularmente deseoso de que sus sentimientos sobre este tema fueran conocidos por el Presidente Confederado”.

La presencia de una monarquía apoyada por un ejército francés al sur de la frontera alarmó a Washington y a los estados del lejano oeste. En enero de 1864, el senador James McDougall de California propuso una resolución del Congreso declarando que la intervención francesa en México era "un acto hostil a la República de los Estados Unidos". Solicito exhortar a los franceses a retirarse antes del 15 de marzo y amenazarlos con la guerra si no lo hacían. Pero Lincoln solo quería una guerra a la vez y prefirió desviar por el momento la atención del tema.

Sin embargo, tres meses después, la Cámara de Representantes aprobó por unanimidad una resolución que decía:

“El Congreso de los Estados Unidos no está dispuesto a ... dejar ... la impresión de que son indiferentes ... [a] los deplorables eventos ... en México y ... declarar que no ... reconoce a ningún gobierno monárquico ... en América bajo los auspicios de ningún poder europeo”.

Aunque las preocupaciones de la Unión tenían validez, Francia quería evitar la guerra abierta. En una reunión en París antes de partir hacia México, Napoleón, con la esperanza de obtener ganancias territoriales del lado victorioso, convenció a Maximiliano de evitar respaldar a la Confederación hasta que obtuviera la independencia. Ya en enero de 1863, los cónsules franceses en Galveston y Richmond habían estado instando a los texanos a separarse de la Confederación.

Después de escuchar sobre la agitación francesa en Texas, el Secretario de Estado Confederado, Judah Benjamin, instruyó a su ministro en Bélgica para que investigara. El hombre respondió: “México, como era antes de su desmembramiento, es el ... fin querido al que apunta [Napoleón III]”. El gobierno de Lincoln capturó la carta de Benjamin y le pidió su opinión a su representante de Bruselas. Confirmó que Napoleón III quería que México restaurara las fronteras aplicables antes de la Guerra de México. En resumen, quería que México reclamara no solo la Cesión Mexicana, sino también Texas. De hecho, debido a sus tradiciones francesas, Napoleón III creía que incluso podría recuperar Luisiana. Si todo saliera como él esperaba, Francia volvería a tener una participación importante en el Nuevo Mundo y la Doctrina Monroe carecería de sentido.

La Confederación reaccionó expulsando a los diplomáticos ofensores, pero Lincoln cambió las prioridades militares. Después de la caída de Vicksburg, el general Ulysses S. Grant quería liderar un ejército reforzado por el general Nathaniel Banks contra Mobile, Alabama. Una mirada a un mapa confirma la lógica obvia del movimiento. Pero Lincoln no permitiría el avance, escribiendo a Grant, “en vista de los recientes acontecimientos en México, estoy muy impresionado con la importancia de restablecer la autoridad nacional en el oeste de Texas lo antes posible”.

Después de un movimiento modesto contra Brownsville y la costa de Texas en noviembre de 1863, el general en jefe Henry Halleck y los especuladores de algodón instaron a una modificación de los planes de la Unión en el suroeste de la costa que resultó en la desastrosa Campaña del Río Rojo del general Banks en la primavera de 1864. El objetivo fue capturar el bastión rebelde en Shreveport, Luisiana, y luego ocupar los campos de algodón del este de Texas, mientras que incautan de manera accidental hasta 300,000 fardos de algodón (por un valor de $ 2 mil millones en dólares de hoy) en el camino. Desafortunadamente, a pesar de que las fuerzas de la Unión superaron en número a los rebeldes en más de dos contra uno, los confederados rechazaron la ofensiva federal. Banks regresó a Nueva Orleans con menos de 5,000 fardos de algodón, y campaña hacia Texas se detuvo.

Afortunadamente para la Unión, los franceses y Maximiliano tendrían muchas dificultades para estabilizar su control sobre México de lo que esperaban.

El 28 de mayo de 1864, después de recibir la bendición del Papa Pío IX (que anhelaba una victoria de los conservadores), desembarcaban en Veracruz los futuros emperadores Maximiliano y Carlota que iban a bordo de la fragata Novara. Siendo este puerto el epicentro de la organización liberal no fue raro que el recibimiento a los nuevos monarcas resultase en un completo fracaso. A pesar del rechazo, el Archiduque de Austria sentiría una pasión profunda por su nueva patria nada más arribar y aprendería el castellano rápidamente. 
Llegada de Maximiliano y Carlota a México entrando por el Puerto de Veracruz .

Para desconcierto de todos, el Emperador no sólo decidió no devolver los bienes expropiados a la Iglesia sino que también mantuvo varias políticas liberales propuestas por la administración de Juárez, como reformas agrarias, libertad religiosa, libertad de prensa, extender el derecho al voto más allá de las clases de terratenientes, además, abolió el trabajo de los menores, restringió las horas laborales, restauró la propiedad común, prohibió el castigo físico y olvidó cada una de las deudas del campesinado que superasen los diez pesos. Maximiliano le ofreció a Juárez una amnistía si juraba lealtad a la corona, incluso ofreciéndole el cargo de primer ministro, que Juárez rechazó, todo esto para consternación de sus aliados conservadores.

La reconciliación nacional que buscaba Maximiliano era una utopía en aquella bipolaridad.

Su actitud imparcial le granjeo enemigos en ambos lados. Los liberales lo descartaron por completo, a pesar de que podían ser encantados por él y admirarlo por su persona, su estatus y su nacionalidad les hacían oponerse a él. Varios conservadores también se volvieron contra él después de que no cedió a todas sus demandas y no restableció su estatus perdido.

Estados Unidos nunca reconoció su gobierno e ignoró todos sus esfuerzos por establecer relaciones amistosas. Por lo tanto, tan pronto como la Guerra Civil terminó en una victoria de la Unión, Washington comenzó a presionar a los franceses para que salieran de México y también enviaron grandes cantidades de dinero, suministros, armas, uniformes e incluso miles de voluntarios para los enemigos de Maximiliano.

Grant envió al general Philip Sheridan al Río Grande con un ejército de 50.000 hombres. Como el Secretario de Estado William H. Seward no quería una guerra con México o los franceses, persuadió al presidente Andrew Johnson de que prohibiera las exportaciones de armas y municiones. Pero Grant ordenó en secreto a Sheridan que suministrara a Juárez material y armas, incluidos unos 30.000 rifles. Maximiliano contesto esto invitando a los ex confederados a mudarse a México, así como a colonos europeos.

El 3 de octubre de 1865, agobiado o quizás cansado de lidiar con sus opositores, Maximiliano emitió su “Decreto negro”:
“Todas las personas que forman parte de bandas u organismos armados que existen sin autoridad legal, ya sea que proclamen o no un pretexto político, sea cual sea el número de personas que forman tal la banda, o su organización, carácter y denominación, será juzgada militarmente por los tribunales marciales. Si se la encuentra culpable, aunque solo sea por el hecho de pertenecer a una banda armada, serán condenados a la pena capital y la sentencia será ejecutado dentro de las veinticuatro horas”.

Se calcula que más de once mil de los partidarios de Juárez fueron ejecutados como resultado del decreto, esto al final solo inflamó la resistencia al Emperador.

Para empeorar las cosas, aun mas, los acontecimientos en Europa complicaron aún más su situación. La Guerra de las Siete Semanas impidió al Emperador Francisco José enviar algún tipo de apoyo militar a su hermano; y, por otro lado, la victoria de los prusianos obligó a Napoleón III a retirar las tropas francesas de México para disponer de sus hombres frente a la amenaza que representaba la política del Canciller Otto Von Bismarck.

El abandono francés fue una traición al acuerdo firmado con Maximiliano antes de que aceptara el trono, pero no se pudo hacer nada al respecto (El francés pagaría su traición algunos años mas tarde). Napoleón le aconsejó que saliera del país con las fuerzas francesas por su propia seguridad, sin embargo, este se negó. Era un Habsburgo y un hombre de honor. Había hecho un juramento a Dios en su coronación y se negó a abandonar el país sin importar las posibilidades. Envió a su esposa a Europa en un esfuerzo por reunir apoyo en Paris, Viena y la misma Roma. Los esfuerzos de la emperatriz fracasaron y sufrió un profundo colapso emocional. Nunca regresó a México ni volvió a ver a su esposo.

Los generales Miguel Miramón, Leonardo Márquez y Tomás Mejía se mantuvieron fieles al emperador y con él marcharon hacia el norte para resolver la guerra en una batalla definitiva, con un ejército leal de cerca de 8.000 hombres. Entre marzo y mayo de 1867, Maximiliano y su ejército fueron asediados en Querétaro por una fuerza republicana de casi 40.000 hombres. Finalmente, fue traicionado por el coronel Miguel López, quien permitió que una columna republicana ingresara a la ciudad y las defensas imperiales se desmoronaron. Aun tuvo una última oportunidad de escapar, pero decidió no abandonar a sus generales que serían asesinados por su lealtad hacia él. Después de un breve juicio militar, fue sentenciado a muerte.

Al llegar las noticias a Europa, el Papa, muchos monarcas europeos, figuras prominentes (incluidos los eminentes liberales Víctor Hugo y Giuseppe Garibaldi) e incluso desde Washington a ultima hora, enviaron telegramas y cartas a México pidiendo que se perdonara la vida del Emperador. Pero había que dar un ejemplo. Y aunque existía simpatía por Maximiliano a nivel personal (probablemente ambos eran masones), Juárez se negó a conmutar la sentencia en vista de los mexicanos que habían sido asesinados luchando contra las fuerzas de Maximiliano, y porque creía que era necesario enviar un mensaje de que México no toleraría ningún gobierno impuesto por potencias extranjeras.

La sentencia se llevó a cabo en el Cerro de las Campanas a las 6:40 de la mañana del 19 de junio de 1867, cuando Maximiliano, junto con los generales Miramón y Mejía, fue ejecutado por un pelotón de fusilamiento. Hablaba solo en español y sus últimas palabras fueron:
“Voy a morir por una causa justa, la de la Independencia y la libertad de México. Que mi sangre selle las desgracias de mi nueva patria. ¡Viva México!”

Tenía solo 34 años.

Fusilamiento de Maximiliano. Autor: Francisco de Paula Mendoza
📖 FUENTES:

“Historia de México, legado histórico y pasado reciente”, Gloria M. Delgado de Cantú
“A Confederate Bull in a Mexican China Shop”, James J. Horgan
“México desde 1808 hasta 1867”, Francisco de Paula de Arrangoiz
“Mexico Under Maximilian”, Henry Martyn Flint
“Maximilian and Carlota”, Gene Smith
“The Cactus Throne ...”, Richard O'Connor

Escudo del segundo Imperio Mexicano (1864-1867)

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Operación Bodenplatte, el canto de cisne de la Luftwaffe 🛩💥

....Con los alemanes atacando su aeródromo en Knokke, Bélgica, el líder de escuadrón G. Dickinson hizo una llamada urgente a su base, solo para que le dijeran: “Esto es el 1 de enero, viejo, no el 1 de abril”. Luego escuchó: “Dios mío ¡los bastardos están aquí!” y la línea se cortó...

El 1 de enero de 1945, lo último que los pilotos aliados en el frente occidental podían imaginar, era ver en el cielo algún avión alemán. Esto porque desde la invasión de Normandía, los pilotos de la RAF y la USAF habían limpiado de presencia alemana prácticamente los cielos de Europa.
Para finales de 1944, la situación de la Luftwaffe no era alentadora. Con el incesante ataque de la aviación aliada sobre territorio alemán —especialmente los centros industriales, refinerías y campos de aviación— la falta de combustible se convirtió en la principal preocupación para el alto mando, seguido de la disponibilidad de aviones. Por este motivo, la estrategia alemana se enfocó en conservar y acumular combustible y sus activos, lo cual trajo consigo las siguientes consecuencias: Primero, el tiempo de entrenamiento de los pilotos se redujo a menos de la mitad de las horas normales y en segundo lugar, los aviones solo podían operar sobre Alemania, en un promedio de cuatro días al mes en comparación de los aliados que realizaban misiones a diario.
El 16 de setiembre Hitler requirió que el OKW alemán planificara una operación de ataques aéreos masivos contra los aeródromos aliados en Francia, Bélgica y Holanda, en coincidencia con la Ofensiva de las Ardenas, planificada para la segunda mitad de diciembre. La jefatura de la operación fue confiada al general de aviación Werner Kreipe, asesorado por el general Dietrich Peltz, un veterano de las fuerzas de bombardeo de la Luftwaffe. Para la fecha indicada, sin embargo, el mal clima invernal imposibilitó cualquier operación que no fuese de apoyo aéreo. La Luftwaffe perdio más de 600 aviones y casi 350 pilotos en la víspera de Año Nuevo.
Al finalizar diciembre, con la ofensiva terrestre fracasada, pocos oficiales en la Luftwaffe creían que seguiría en pie el planeado ataque sobre los aeródromos aliados, pero el 31 de diciembre de 1944 llegaron las claves “Varus-Teutonicus”, lo que significaba que el ataque comenzaría en 24 horas. Sobre las 18:30 horas de ese día llegó a todas las unidades la clave “Hermann” como “Auftrag Hermann 1.1.1945 Zeit 09:30, que indicaba la fecha y hora del ataque”.
Con el nombre clave de Bodenplatte, las coordinaciones se realizaron en total secreto. Ni la Heer ni la Kriegsmarine ni siquiera las unidades antiaéreas de la propia Luftwaffe fueron informadas de la operación. El nivel de secreto era tan grande que se prohibieron las comunicaciones de radio durante la planificación, ni siquiera a través de los equipos Enigma, y toda la coordinación se realizó con mensajeros. Incluso algunos participantes se enteraron con horas de antelación. Esto tuvo una trágica consecuencia cuando las unidades antiaéreas alemanas confundieron a sus aviones con aviones enemigos y derribaron a varios de ellos. Debido a que la Luftwaffe llevaba tiempo sin hacer operaciones de envergadura. Hizo pensar a los artilleros que eran aviones enemigos. 
La ejecución de la operación fue bastante accidentada; una de las causas de esto fue la poca experiencia de las tripulaciones alemanas. Como lo expresó el “as” coronel Johannes Steinhoff: “Nos asignaron jóvenes pilotos que eran tímidos, inexpertos y asustados ... [y] aún no estaban listos para el combate. Ya era bastante difícil liderar y mantener una gran formación de pilotos de combate experimentados; con los jóvenes era inútil”. El coronel Günther Lützow señaló: “Nuestros jóvenes pilotos sobreviven un máximo de dos o tres misiones en defensa del Reich antes de que los maten”. Sumado al hecho de que los objetivos de la misión se habían mantenido en estricto secreto, muchos pilotos abordaron sus aviones creyendo que harían vuelos de práctica.
Los resultados fueron dispares. En algunos aeródromos se destruyeron bastantes aviones, mientras que en otros las bajas fueron mínimas, la escasa pericia de los pilotos alemanes en misiones de bombardeo (la mayoría se entrenaba en misiones de defensa aérea) causó numerosas pérdidas entre los propios atacantes; inclusive en algunas ocasiones los aeródromos marcados como objetivos simplemente no fueron ubicados por los pilotos atacantes. Ademas muchos aparatos alemanes volaban con demasiada lentitud o bien daban varias vueltas durante los ataques en lugar de “pegar y correr”, lo cual facilitó que la artillería antiaérea aliada les causara serios daños.
En líneas generales, el ataque logró destruir numerosos aviones británicos y estadounidenses pero fracasó en su objetivo final de causar la mayor cantidad posible de bajas entre los pilotos aliados. Al terminar el 1 de enero la Luftwaffe había empleado 850 aviones, la mayoria del tipo Focke-Wulf Fw 190 y Messerschmitt Bf 109, siendo destruidos 280 aparatos enemigos y averiados otros 69, mientras que se perdieron 213 pilotos entre muertos y prisioneros, muchos de ellos eran veteranos insustituibles. El secretismo de la operación contribuyó a que entre 30 y 35 aviones alemanes fueran destruidos o inutilizados por sus propias baterias antiaéreas. 
Por su parte, los aliados perdieron 305 aviones destruidos en tierra y otros 190 fueron averiados, mientras que unos 25 aparatos se perdieron en combate contra los alemanes, perdiéndose 14 pilotos, lo cual resultaba una cantidad ínfima de bajas en comparación a las pérdidas germanas. El sistema de rotaciones de pilotos usado por los aliados aseguraba que los “ases” aliados pasaran pocos meses en el frente, volviendo luego a sus bases en Inglaterra para instruir a los nuevos reclutas. En contraste, la difícil situación bélica de Alemania en ambos frentes forzaba a la Luftwaffe desde inicios de 1944 a mantener a sus “ases” en combate durante muchos meses continuos, con muy breves descansos, lo cual le permitió a muchos de ellos acumular victorias personales pero aumentando su riesgo de muerte, quedando además cada vez menos de ellos para el entrenamiento de los nuevos pilotos. Además, para las fuerzas aéreas aliadas resultó sencillo reponer los aviones perdidos en unas semanas, situación que no sucedía respecto a la Luftwaffe que sufrió perdidas que no se podía permitir. 
Mapa con la dirección de los ataques alemanes.
La Operación Bodenplatte fue la última gran ofensiva aérea de Alemania durante la Segunda Guerra Mundial. Si bien causó graves pérdidas a los aliados durante unos pocos días, no alteró realmente la superioridad aérea aliada en Europa Occidental, y por el contrario las bajas alemanas debilitaron inútilmente el potencial humano de la Luftwaffe. Después de esto cayó sobre el ejército alemán todo el peso de las fuerzas aéreas aliadas, hasta el extremo de que resultaba imposible mover tropas o suministros en tierra sin atraer la atención, en forma de cohetes, bombas y balas, de sus enemigos que ocuparon libremente los cielos.
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Mahoma y el origen del Islam 🕋

☪ El estudio de la vida de Mahoma se basa en los 'hadits' (narraciones que forman la tradición musulmana) que, reunidos en la 'Sira' de Ibn Ishak (mediados del siglo VIII) y modificados por Ibn Hisan a comienzos del siglo IX, constituyen la biografía oficial del Profeta. El Corán ofrece datos interesantes para conocer su pensamiento, pero es muy pobre en lo referente a su vida. Al igual que ocurre con otros fundadores de grandes religiones (Buda, Jesús, Confucio), solo se conocen a grandes rasgos las etapas anteriores al momento de iniciar la predicación de su doctrina. 

Etapa previa a la misión profética

Aunque existen discrepancias con respecto a la fecha exacta del nacimiento del profeta Mahoma, parece seguro que este acontecimiento tuvo lugar en La Meca hacia el año 570, llamado el año del elefante, debido a que el abisinio Abraha intentó conquistar la ciudad para controlar el comercio de caravanas, montado en un elefante a la cabeza de su ejército. 

El profeta nació en el seno del clan de los hachemitas; sus padres, Abdallah ibn Abd al-Muttalib y Amina bint Wahb, pertenecían a la tribu de Qurays y al clan de los Banu Hashim. Abdallah murió antes de su nacimiento, durante un viaje comercial fuera de la ciudad de La Meca, y Amina falleció cuando Mahoma tenía solo seis años, encargándose de su cuidado su abuelo paterno, Abdel Muttalib, y después su tío Abu Talib. Aunque ambos se preocuparon del muchacho con afectuosa solicitud, la infancia del profeta parece haber sido triste, debido a su situación de huérfano. De esta etapa tambien data la fuerte amistad con su primo Alí, que seria uno de los primeros conversos ademas de su yerno, al casarse con una de las hijas del Profeta, Fátima.

Como señalamos al principio, la vida de Mahoma antes de la predicación es poco conocida. Su biografía, o Sira, posee un carácter anecdótico, por lo que sólo tiene un valor histórico relativo. A los veinticinco años se puso al servicio de una acaudalada viuda, Hadiya o Jadicha, con quien contrajo matrimonio más tarde. Siempre sintió por su mujer un profundo cariño y agradecimiento; mientras ella vivió, no tomó otra esposa. Hadiya le dio siete hijos, de todos los cuales solamente una le dio descendencia: Fátima. Este matrimonio, ademas de sacarlo de la pobreza, le permitio adquirir una alta reputación entre sus conciudadanos de La Meca, que le llamaban al-amin (el hombre seguro).

A pesar del éxito material, ejerció el oficio de mercader y caravanero, no se sentía satisfecho plenamente; le preocupaba la situación existente en La Meca, las injusticias sociales y el egoísmo de los ambiciosos y grandes mercaderes. En este período sobrecogió a Mahoma una crisis religiosa, entregándose a prácticas místicas y ascéticas. Nada se sabe sobre el proceso mental que a ello lo condujo, ni cómo ni por qué se decidió a abandonar el paganismo mequí. Es cierto que sus obligaciones comerciales y sus viajes le hicieron tener contacto con mercaderes, viajeros y esclavos cristianos, sirios y abisinios. Se sabe que había una comunidad cristiana al sur del Hiyaz, en Nachran, y dos tribus árabes cristianizadas en los márgenes nororiental y noroccidental de la península, como también tribus árabes de credo judío en Medina. Esto ha hecho suponer alguna influencia cristiana o judía en el profeta, más probable aún, debido a la presencia, en la biografía musulmana, de Mahoma, de Bahira, un monje que habría adivinado la misión profética de Mahoma y la posible fe cristiana de Waraqa, primo de Hadiya. Se ha planteado la posible influencia de grupos de monjes monoteístas sobre Mahoma, los hanif, e incluso la posibilidad que el profeta haya sido uno de ellos. La historiografía occidental ha asumido diversas interpretaciones en torno a los elementos a que hemos aludido; sin embargo, no parece haber nada que defina con seguridad el origen del monoteísmo de Mahoma.

Ibn Ishaq, el biógrafo más antiguo del profeta del Islam, nos menciona una tradición en la que el mismo Mahoma relata la primera revelación, mientras se encontraba en una caverna del monte Hira, en las cercanías de la ciudad de La Meca, donde acostumbraba ir a meditar: 

“Una noche, mientras dormía, apareció Gabriel con un paño de seda en el que había algo escrito y me dijo: lee. Respondí: ¿qué he de leer?; entonces me apretó de tal modo con el paño que creí que era la muerte; luego me soltó y dijo: lee.”

Esta escena se repitió dos veces, sin que el profeta dejara de preguntar qué es lo que había de leer. Entonces el ángel Gabriel recitó los cinco primeros versículos de la Sura del coágulo: 

“¡Predica en el nombre de tu señor, el que te ha creado: ha creado al hombre de un coágulo! 
¡Predica! Tu señor es el dadivoso que ha enseñado a escribir con el cálamo: ha enseñado al hombre lo que no sabía.”
(Sura 96, versículos 1-5) 

“Luego Gabriel se alejó, y fue como si hubiera grabado algo en mi corazón. Salí de la caverna y, cuando estaba en el medio del monte, oí una voz del cielo que decía: ‘¡Oh, Mahoma!, eres el enviado de Dios y yo soy Gabriel’.”

El calendario musulmán recuerda anualmente con el nombre de Laylat al-qadr (“la noche de la potestad”) la primera revelación de este libro celeste, llamado Alcorán o “recitación”, o Umm al-kitab (“La madre del libro”), custodiado por Dios y que sólo los puros pueden tocar. Mahoma supo entonces que Dios lo había elegido para ser su enviado, encargado de “recitar”, a los hombres las revelaciones que le trasmitía Gabriel o el espíritu divino; estas revelaciones fragmentarias, agrupadas más tarde, constituyeron el Alcorán, expresión de la propia palabra de Dios, cuyo texto se presenta simplemente de esta manera: como un dictado sobrenatural registrado por el profeta. Se irán esbozando así las líneas fundamentales de su visión religiosa: Dios único, omnipotente, omnisciente, gran justiciero; recompensará a los hombres de acuerdo a sus actos; la finalidad de esta vida es el sometimiento a Dios, obedecer sus mandatos, hacer la plegaria, practicar la limosna, peregrinar a los santos lugares, mandatos en espera del fin del mundo y la resurrección de los muertos. 
“Muhammad el Apóstol de Dios” inscrito en las puertas de la Mezquita del Profeta en Medina.


La Hégira 

Para un hombre de La Meca del siglo VII haber sido llamado por Dios para ser su profeta, era algo tan extraordinario que Mahoma duda de la veracidad de sus visiones y fue su esposa la que le animó a creer en su vocación y la que lo sostuvo cuando abrumado por el peso de la revelación, creyó enloquecer. También el primo de ella, Waraqa, conocedor de la Biblia, le confirmo que las revelaciones que había tenido eran similares a las recibidas en otros tiempos por Moisés, extremo éste que ayudo a Mahoma a consolidar su fé.

En los inicios de su predicación, Mahoma tuvo alguna dificultad para encontrar adeptos. Después de su mujer, su primo Ali, hijo de Abu Talib, fue el primero en seguirle; posteriormente lo hizo su hijo adoptivo Zaid. Los dos hombres más influyentes entre sus seguidores fueron Abu Bakr y Umar, quienes más tarde dirigirían la comunidad musulmana. Fuera de sus parientes y amigos, el profeta consiguió hacerse escuchar por la gente más humilde de la ciudad, mientras los gobernantes mequíes hacían caso omiso de sus enseñanzas.  

Al silencio siguieron los ataques verbales a Mahoma. La oposición de los gobernantes mequíes se debía en gran medida a que Mahoma, a través de sus prédicas, ponía en peligro sus intereses político-religiosos. La abrogación de la antigua religión y del estado legal del santuario en La Meca, privaría a esta ciudad de su única y ventajosa posición como centro tanto de peregrinación como de negocios. A consecuencia de la persecución activa contra la aristocracia de su tribu, los Banu Omeya, varias familias emigraron a la cristiana Abisinia (año 615). A esto siguió el boicot económico y social, lo que hizo difícil la situación del profeta y su reducido grupo de seguidores. En el año 619 murió su esposa, Hadiya; poco tiempo después murió también su tío Abu Talib con lo cual se vio privado de la protección de los hachemitas, redoblándose la hostilidad de la oligarquía mequí. El profeta decidió buscar nuevos terrenos para predicar; pero en la ciudad de Taif fue recibido con rudeza. Su situación en La Meca se hizo más compleja, por lo que entró en relación con tribus árabes beduinas y, posteriormente, con los habitantes de Yatrib, quienes aceptaron una alianza con él. Los impulsos que movieron a los medinenses a este pacto se explican por el carácter agrícola y artesanal de sociedad y por la lucha entre las dos tribus árabes que se disputaban el control de ella: los aws y los jazray. Los seguidores de Mahoma salieron de La Meca acompañados por Ah y Abu Bakr; después él mismo abandonó secretamente la ciudad, llegando a Yatrib, desde entonces llamada Medina, Madinat an-nabi (“la ciudad del profeta”), el 24 de septiembre de 622. Esta fecha marca el inicio de la era musulmana, suceso conocido como la hiyra (hégira), y un nuevo período para su fundador.

La consolidación del Islam

Instalado en Medina, el profeta aparece como jefe teocrático, sustituyendo la arcaica organización tribal por la Umma o comunidad de creyentes, basada en la unidad de fe, constituyendo una nación de carácter religioso, y compuesta entonces por dos grupos: los muhàyirùn (“emigrantes”, de La Meca) y los ansar (“sustentadores”, de Medina); ambos grupos eran los ashàb (“compañeros”). Mahoma creó en Medina el primer centro de oración propio de la comunidad, masyid o mezquita, lugar de postración y también de reunión. En este sitio se dieron los primeros elementos de organización, indispensables para cualquier progreso futuro. Ya no se trataba únicamente de predicar el Islam: había que ponerlo en práctica y convertirlo en una fuerza. Para el profeta, la primera tarea consistió en fortalecer su posición en Medina, para ello estableció las bases de la organización de la Umma, cuyo texto nos ha conservado la tradición. En él se especifica que los creyentes de la tribu de Qurays y los de Yatrib, así como los que le siguen y con ellos combaten, forman una comunidad única, distinta de los otros pueblos, siendo solidarios unos de otros. Así pues, este pacto regulaba las relaciones entre los creyentes y las de los distintos grupos; su finalidad era práctica, pero al mismo tiempo esbozaba un primer esquema de constitución teocrática, que paulatinamente había de convertir al Islam en un imperio. 

No obstante, existía oposición. Los judíos, en particular, veían cómo Mahoma se apartaba cada vez más de sus concepciones y costumbres. Al revés, el profeta se desilusionó de ellos, pues esperaba que lo siguieran; el desencanto mutuo llevó a una ruptura definitiva. Una tras otra, las tribus árabes de religión judía fueron expulsadas; más tarde, el profeta tomó Jaybar, fértil oasis judío ubicado a 160 kilómetros de Medina, eliminando así una posible amenaza y consolidando su poder. 

Al mismo tiempo se produjeron los primeros enfrentamientos bélicos con los mequíes. En 624, los musulmanes vencieron en la batalla de Badr, enfrentándose a un ejército superior en número y armamentos. Esta victoria confirió a las fuerzas de Mahoma una gran fe y seguridad en su misión de difundir el nuevo credo. Abu Sufyan, al frente de los mequíes, lanzó una expedición vengadora en marzo del año siguiente, que, reforzada con contingentes aliados beduinos, derrotó a las huestes musulmanas. Finalmente, en la primavera del año 627, los mequíes sitiaron Medina con un gran contingente, que fue rechazado con un simple sistema de trincheras. Este episodio es citado por la tradición como “la guerra del foso” aào “la batalla de las trinchera”.

Junto a la tarea ofensiva y defensiva, Mahoma siguió organizando su comunidad, resolviendo infinitos problemas jurídicos, sociales y rituales, con su propio juicio o inspirado por revelaciones divinas. Los versículos del Alcorán y las normas del Hadit, decisiones y expresiones atribuidas al profeta, que muestran su "norma" o modo de actuar en la vida, Sunna, fueron esbozando el edificio de la sociedad islámica. Es así como la nueva religión y el nuevo Estado iban adquiriendo forma. La costumbre pagana se fue modificando al dictarse normas sobre el derecho familiar, matrimonial y penal. Se fijó y articuló el culto con las instituciones fundamentales de la oración canónica, la limosna legal, el ayuno y la peregrinación. 

En marzo de 628, cuando se reanudaron los enfrentamientos con los mequíes, Mahoma negoció con ellos, lo que le permitió al año siguiente peregrinar a su ciudad natal. La resistencia en La Meca fue decayendo, hasta que la ciudad finalmente se unió al profeta. A fines del año 629 buscó un pretexto para renunciar a la tregua acordada y en enero del año 630, encabezando a diez mil hombres, Mahoma entró victorioso en La Meca, donde actuó con magnanimidad. Procedió a la purificación de la Kaaba, derribo los ídolos y borro las pinturas que representaban a los profetas -excepto las de Abraham, Jesús y la Virgen Maria- y proclamo una amnistía general. 

En el año y medio que le restaba de vida, el profeta consolidaría su obra en toda la península, logrando erradicar en forma definitiva al paganismo e implantando un nuevo modo de vida en la nación árabe, que, portadora de un nuevo mensaje, había de cumplir un rol preponderante en la historia universal. Mahoma se mostró muy tolerante con las tribus beduinas del desierto y con los árabes cristianos del norte, quienes aceptaron la soberanía musulmana y se comprometieron a pagar tributo. Ademas envió mensajeros a los emperadores Romano y Persa instándoles a convertirse y amenazándoles con la "Guerra Santa" en caso contrario.

El 8 de junio de 632, después de varios días de enfermedad, Mahoma dejó este mundo, a la edad de sesenta y tres años, siendo enterrado en el solar de su casa, en Medina, donde surgiría la mezquita del profeta, segunda en importancia después de la Kaaba.

Abu Bakr, el padre de la tercera mujer de Mahoma, fue elegido por los líderes de la comunidad musulmana como el sucesor de Mahoma en desmedro de Ali, primo del Profeta y esposo de su hija Fátima, pues éste era el favorito de Mahoma.

Le sobrevivieron su hija Fátima y los hijos de ésta y también su última esposa. Los chiíes afirman que el esposo de Fátima, Alí y sus descendientes, son los verdaderos líderes del islam. Los suníes no aceptan esta afirmación, si bien respetan a los descendientes de Mahoma. Éstos son conocidos por diferentes nombres, tales como sayyid y sharif. Muchos líderes y nobles de los países musulmanes, actuales y pasados, afirman ser descendientes de Mahoma con variables grados de credibilidad, tales como la dinastía fatimí del norte de África, los idrisíes, la actual familia real de Marruecos y Jordania y los imanes ismaelitas que usan el título de Aga Jan. 

🌐 Bibliografia:
Historia Universal, Tomo 4, Carl Grimberg
Armstrong, Karen (2005). Mahoma: biografía del Profeta
Ibrāhīm ibn Muḥammad Iṣṭakhrī (1955). The Life of Muhammad
Historia Universal, Tomo 2, Editorial Océano.
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