Falanges de unidades acorazadas
Cuando, en la madrugada del 10 de mayo, el Panzergruppe de Kleist cruzó la frontera en el Mosa debió ofrecer un espectáculo insólito: desde el aire parecería la más colosal obstrucción de tráfico registrada en la historia. Según el jefe de Estado Mayor de Runstedt, Blumentritt, esta gigantesca masa de unidades acorazadas y de vehículos de todas clases se extendía a lo largo de más de 150 km, y sus últimos elementos se encontraban a unos 80 km al este del Rhin. Si todos estos vehículos hubieran estado colocados uno tras otro, en una sola fila, el final de la misma se encontraría en Koenigsberg. en Prusia Oriental, y su cabeza en Tréveris. Sobre ella sobrevolaba, zumbando, una inmensa cobertura de cazas; y lo más extraordinario fue que la Aviación francesa apenas se preocupó de efectuar salidas de reconocimiento. De haberlo hecho, aun el peor oficial del Deuxiéme Bureau (Servicio de Información) no habría dejado de llegar a la conclusión de que aquel era el sector que los alemanes habían elegido para descargar su ataque decisivo.
Congestión vehicular de unidades mecanizadas alemanas |
Tropas francesas antes del ataque alemán. |
De acuerdo con el «contra-plan» aliado, que entró en vigor en cuanto los alemanes hubieron atravesado las fronteras luxemburguesa y belga, los Cuerpos de Ejército II y XI. situados a la izquierda del Ejército 9 de Corap, abandonaron sus trincheras y avanzaron por territorio belga, alineándose finalmente en el Mosa entre Namur y Givet. en posiciones defensivas bastante mal preparadas. A su derecha, dos divisiones de caballería ligera y una brigada de spahis (caballería indígena africana), más dos divisiones de caballería del Ejército 2 atravesaron el Mosa para establecer contacto con la vanguardia de Rundstedt. que se acercaba a través de las Ardenas.
Según las órdenes recibidas, debían efectuar una acción retardadora y averiguar la entidad de las fuerzas enemigas, misión esta última que debería haberse completado con la exploración aérea.
¡Cuatro divisiones y media de caballería contra las fuerzas acorazadas más poderosas que el mundo había visto! Semejante situación recuerda ciertas lejanas guerras coloniales del siglo pasado, cuando los hombres de tribus primitivas se enfrentaban con sus lanzas a las ametralladoras Gatling. o cuando junto a las pirámides, los caballeros mamelucos iban a estrellarse contra las cerradas formaciones napoleónicas. Cuanto más avanzaba la campaña, con más claridad se veía esta situación: los que se enfrentaban en el campo de batalla no eran dos ejércitos distintos, sino dos épocas distintas.